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Memorias
Avisos de prensa del 44: Expreso Ribón
Desde 1890, Cúcuta había sido pionera en esta actividad de los correos privados.
Viernes, 8 de Diciembre de 2017

Desde comienzos de siglo la actividad comercial en Colombia comenzó a desarrollarse, en parte, por el gran mercado interno que cada día crecía pero también por las oportunidades que se presentaban con los mercados de exportación, especialmente a Norteamérica, así como a sus vecinos más próximos. Avanzada la primera década del siglo XX, los servicios de trasporte, paquetería y giros generaron una gran demanda, especialmente entre las ciudades del interior del país y por esta razón, se fueron abriendo pequeñas oficinas que prestaba, de manera rudimentaria este servicio.

Desde 1890, Cúcuta había sido pionera en esta actividad de los correos privados, cuando el grupo de comerciantes afincados en la ciudad, especialmente las grandes casas comerciales en manos de alemanes e italianos, debían tener una opción ágil y eficiente para que sus comunicaciones cumplieran su cometido oportunamente, por esa razón crearon, la que fue la primera empresa de mensajería aprovechando las facilidades que tenían por la ruta de Maracaibo por medio del trasporte del Ferrocarril de Cúcuta y a partir del puerto de Encontrados hacia la capital del Estado Zulia para luego enviar las encomiendas y cartas hacia el exterior, particularmente hacia Nueva York y Hamburgo que eran las ciudades con las que sostenían su comercio mayorista.

Esta empresa se llamó Correo del Comercio que operó hasta la formalización de la Cámara de Comercio de Cúcuta en 1915. Casi simultáneamente se creó en Bogotá la empresa privada de correos “Semanal del Dorado” que aprovechaba las deficiencias del correo oficial para contratar con el Estado el servicio de correspondencia, principalmente a las poblaciones y zonas más alejadas donde por razones obvias, no llegaba el correo público.

Estas primeras dos empresas no hicieron mayores esfuerzos publicitarios, en buena parte porque no lo necesitaron, pero cuando el negocio comenzó a expandirse, las nuevas empresas que entraban al mercado se vieron en la imperiosa necesidad de darse a conocer y por ello, comenzaron a desarrollar lo que podríamos decir, fue una de las originales campañas agresivas de introducción al mercado.

La más notoria y grande fue “Expreso Ribón”, empresa que a partir de 1906, tejió una extensa red de oficinas en todo el país. Fue su fundador el comerciante Julio German Ribón, oriundo de la ciudad de Honda, descendiente del prócer de la independencia Pantaleón Germán Ribón. Comenzó sus primeras empresas en Bogotá y Girardot con los nombres de La Colombiana y la Movilizadora respectivamente.

Según los avisos publicados, que se pueden apreciar en esta crónica, ofrecía llevar todo tipo de cartas y paquetes a las más remotas ciudades y pueblos del país, por lo cual no se descarta que utilizara medios distintos a los usualmente utilizados como tren y vapores, tradicionales en aquellos días. Los únicos lugares a los que no llevaban sus especies era al Chocó y a los antiguos Territorios Nacionales.

La empresa llevaba sus paquetes, encomiendas, cartas y demás, en buses, trenes y cables aéreos, como el existente en Ocaña-Gamarra, también suscribió convenios con SCADTA y otras compañías aéreas regionales. Incluso abrió una oficina en Nueva York. Su lema era “Servir es progresar”. En 1938 se había convertido en una empresa con muchos servicios como se aprecia en algunos avisos: “servicios permanentes hasta las nueve de la noche, inclusive los días  feriados. Expendio oficial de pasajes de ferrocarriles. Encomiendas contra embolso. Carga y equipajes en vapores expresos con mensajeros.

Giros, valores declarados y transferencias. Sección de encargos, servicio puerta a puerta.” También emitió siete estampillas  e incluso sacó una emisión para el correo aéreo, que nunca fue utilizada, tal vez porque su proyección era la de ofrecer este servicio que jamás concretó. La empresa comenzó a marchitarse a finales de 1950 luego del fallecimiento de su principal gestor, José María Ribón, hijo del fundador quien había tomado las riendas del negocio a la muerte de su padre y había llevado la empresa a su máximo nivel.

En 1935, tuvo un gran protagonismo a raíz de la muerte del cantante Carlos Gardel, en Medellín, pues fue la encargada del traslado de los restos del cantante y de todos los enseres de la compañía que viajaba con él. Sus representantes se opusieron al traslado por vía aérea, por razones obvias, además que por entonces, estaba radicado en Nueva York y allí debían llevarlo inicialmente.

En aquellos días el desplazamiento de ataudes era muy diferente a lo acostumbrado actualmente, además que el personaje era asediado en todos los pueblos y lugares por donde pasaba. Ahora fallecido, todos querían rendirle homenajes póstumos, así que la travesía con el cuerpo y su equipaje tuvo un muy demorado tránsito hasta el sitio de su reposo final en Buenos Aires. 

El traslado por tierra hasta Buenaventura se hizo, como diríamos, por entre las tiendas, ya que dada la situación mediterránea de Medellín y el estado de las carreteras fue una verdadera odisea. El trayecto Medellín Buenaventura, realizada por el Expreso Ribón, se hizo en diez días, entre el 19 y el 29 de diciembre de 1935, con paradas en Amagá, La Pintada, Valparaíso, Caramanta, Marmato, Supía, Riosucio, Anserma, Pereira, Cali y finalmente Buenaventura.

Esta relación es necesaria, puesto que en cada uno de esos pueblos el cortejo debía detenerse para que se le rindiera su respectivo homenaje. De Buenaventura fue embarcado hacia Panamá y de allí trasbordado al vapor Santa Elena que lo llevó a Nueva York el 7 de enero del 36, donde la colonia latinoamericana le rindió su último homenaje en ese país, a quien consideraban, “el rey del tango”. Cumplidos los trámites y terminadas las manifestaciones de cariño, fue nuevamente embarcado, en un recorrido que primero lo llevó a Montevideo y posteriormente a su Buenos Aires querido, donde fueron enterrados sus restos en el Panteón de la Unión Nacional de Artistas, en el cementerio de La Chacarita.

Gerardo Raynaud D.

gerard.raynaud@gmail.com

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