La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Memorias
Berta Singerman, en Cúcuta
La poetisa fue la más prestigiosa y la más elogiada declamadora en legua española del siglo pasado, en Colombia.
Sábado, 27 de Marzo de 2021

Tenía mucha razón el profesor Virgilio Durán cuando aseguraba que “Cúcuta fue el epicentro de una comunidad culta que  lo mismo disfrutaba de una obra de teatro griego, que escuchaba un concierto de música regional…bajo la sombra magnífica de los cujíes y las matas de mamón de la Plazuela de Cortés”. 

La crónica que a continuación les presento es una muestra clara de esta afirmación, así haya sucedido años después del terremoto, toda vez que la afirmación del profesor Durán, era referida a los tiempos anteriores al sismo que destruyó nuestra villa.

Para las nuevas generaciones la mención de esta sin igual artista, no representa mayor significación. No fue una cantante famosa ni actriz afamada; no era “gringa” ni europea, aunque hubiera nacido en la Bielorrusia de hoy; era la más prestigiosa poetisa, pero especialmente la más elogiada declamadora en lengua española del siglo pasado y según aseguran los entendidos, de todos los tiempos.

Pues bien, antes de contarles de su visita a la ciudad, es necesario hacer un breve recorrido sobre su vida glamorosa, pero sobre todo, de sus actividades en beneficio de  los menos favorecidos, cuya bandera había enarbolado desde muy joven. En todos sus recorridos artísticos dedicaba al menos, un día para presentarse gratuitamente en las instituciones que brindaban servicios a los desvalidos, cualquiera que fuera su condición, asilos, hospitales, cárceles, liceos, para entregarles mensajes de esperanza y aliento.

Había nacido en Minsk, cuando estaba bajo el poder del imperio ruso, en 1901, de familia judía. Sus padres emigraron a Argentina siendo muy niña y al llegar a Buenos Aires, estudió en el Liceo Nacional y luego en la Biblioteca del Consejo Nacional de Mujeres; aunque comenzó su vida artística en el teatro, la riqueza cromática de su voz, su sentido del sonido, el ritmo y su expresión corporal la impulsaron a la declamación profesional, por ello no resultó gratuito que la llamaran la ‘lira viviente’. Para entonces, a los dieciocho años se casó con el empresario Rubén Stolek quien fue su representante durante toda su vida. En sus recitales hacía vibrar la palabra con una intensidad que no se había conocido en otra declamadora; ella podía recitar en un circo de toros y le faltaba circo, como escribían los críticos de la época. Hizo algunas incursiones en el cine, en películas como Cenizas al Viento,  Rumba y No más que una Mujer. Con el tiempo y a medida que su fama crecía, se formó una escuela de declamación nac
ional y los imitadores de Berta formaron legión, sin embargo, la sonoridad de sus interpretaciones no tuvo igual ni habrá quien la suceda, su voz tenía una atracción mágica.

Su arte no sólo triunfó en América, sino también en España y Portugal, donde cosechó importantes éxitos en su viaje realizado en 1926, con el cual aseguró el reconocimiento internacional. Hasta el momento de Berta, las mujeres sólo recitaban en las sesiones solemnes de los colegios y liceos femeninos y el público la resistía porque formaban parte de los padres de familia; Berta le dio un vuelco total a la rutina, puede decirse que descubrió la poesía y desde entonces la mujer invadió la lírica y comienza el renacimiento de lo que se llama la ‘declamación castellana’.

Berta fue una figura muy popular en Colombia, recorrió casi todas las capitales de Colombia y en todas ellas dejaba el más grato de todos los recuerdos. 

Llegó al país precedida de una inenarrable fama, momentos en que las mujeres comenzaban a hacer su aparición en diferentes sectores de la economía, la política pero especialmente la cultura, todo debido al inicio de la llamada República Liberal que iniciaba la serie de reformas que, con el tiempo, se materializaron en el reconocimiento a las capacidades de las mujeres.

En sus primeras visitas se presentó en los reconocidos escenarios de la capital de la república y de la ciudad de Medellín, pero luego hizo su aparición por distintas ciudades de la provincia colombiana, entre ellas Cúcuta.

A la ciudad arribó contratada para presentarse en el Teatro Guzmán Berti, por dos recitales, los días miércoles 10 y jueves 11 de septiembre de 1941.

Desde su llegada y conocedores de su interés por desarrollar algunas actividades a favor de las comunidades vulnerables, un selecto grupo de damas de nuestra sociedad, la contactó con el fin de comprometerla con la presentación de uno de sus actos en una de las instituciones de beneficencia o en algún otro establecimiento donde sus integrantes se beneficiaran con sus obras. Era entonces director de la Cárcel Modelo, Luis Alberto Villalobos, quien logró, por intermedio de su pariente, el director del periódico Comentarios, contactar a la artista y convencerla que presentara una función gratuita para los internos recluidos en esa prisión.

La verdad es que no tuvo que insistirle mucho a la generosa artista, pues sabía que esa era una de sus costumbres cuando visitaba las ciudades, cualquiera fuera el país en que estuviera. 

La comunidad carcelaria se preparó  para recibir jubilosa a la ilustre poetisa; durante varios días prepararon el salón de actos culturales  y su presentación programada para la tarde del sábado 13 de septiembre. 

Entre la numerosa asistencia, ocupaban los asientos principales los sacerdotes de la parroquia de San Antonio, las Hermanas del Colegio de la Presentación y las Hermanas Deificadoras, la directora del Colegio Cúcuta, Ana de Jesús Llanes Linares, en representación del diario El Tiempo, don Gustavo Buenahora y la Junta de Patronato de presos que integraban las prestantes damas encabezadas por la esposa del director de la cárcel, Sara de Villalobos, las señoritas Eugenia Faccini y Rosa Amira Entrena, el director de Extensión Cultural, Arturo Villamizar Berti y el médico de la cárcel Wilfrido Ramírez, y otras damas y caballeros invitados.

A las cinco en punto de la tarde, se presentó la artista, luego de la emocionada presentación que hiciera el director de la Cárcel Modelo, inició la declamación de sus poemas ofreciendo cuatro de sus magistrales interpretaciones de la poesía lírica, en el más profundo silencio que imponía su admirable caracterización. Al terminar, una prolongada ovación le tributó toda la asistencia y un ramo de rosas y azucenas se le entregó en nombre de la comunidad carcelaria. Las palabras de despedida las pronunció el preso David Joaquín Nieto y recibidas con gran emoción por la artista.

Redacción Gerardo Raynaud D. | gerard.raynaud@gmail.com

Temas del Día