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Católicos rechazan casinos de juego

Una erguida y unánime Protesta en todos los círculos sociales de la capital nortesantandereana contra el proyecto de establecer en Cúcuta el Casino Internacional de Juego.

En diciembre de 1957 algunos empresarios extranjeros llegaron a la ciudad con el ánimo de instalar un Casino Internacional de Juegos. Conocedores de las oportunidades que se les brindaba, entraron en contacto con las autoridades locales, expusieron su proyecto y llegaron a los acuerdos que a esta clase de propósitos se le puede otorgar. Las condiciones estaban dadas en ambos lados de la frontera. Ambos países estaban entrando en la senda de la democracia y esta cualidad prometía un futuro halagador y atractivo para las inversiones en la ciudad donde confluían ambas poblaciones. Es más, y coincidencialmente el día que se conoció esta noticia, también se anunciaba la realización del plebiscito que solicitaría al pueblo venezolano la continuación o no del presidente Marcos Pérez Jiménez por otro periodo constitucional. Días después se conocería la decisión que impediría, por la vía de esta consulta, la reelección del mandatario. Recordemos que el día primero de ese mismo mes, en Colombia también se había realizado el plebiscito que aprobaba el Frente Nacional, mediante el cual se alternaban la presidencia los dos partidos tradicionales.

Mientras esto sucedía en el vecino país, en Cúcuta la situación se calentaba por culpa de las autorizaciones que el gobierno municipal pensaba otorgarles a los empresarios del Casino. Pero por qué se preguntarán, de un momento a otro cambiaron las condiciones que venían imperando desde los comienzos de la República y que eran producto de la tradición instaurada por los representantes de la Curia. En el interregno, el Ministerio de Fomento, en manos de militares, había expedido una serie de decretos que les daba a los gobiernos departamentales, nuevos recursos, los que posteriormente sirvieron para que los políticos más ortodoxos, le dieran merecidamente, los títulos de Estado Cantinero y Estado Garitero  a la nación.

La oposición más vehemente la hicieron las organizaciones católicas con el apoyo de la prensa, tanto a nivel local como nacional. En un editorial del diario El Tiempo puede leerse, “… esta medida parece echar por tierra las esperanzas que alentaba el país de reiniciar una república de trabajadores y de gentes honestas y de cerrar las puertas al enriquecimiento financiado en los dados o cartas falsas o en los negocios o comisiones turbias. Todos esperábamos que la célula familiar fuese ahora alimentada por el trabajo honesto y tranquilo y que ella no habría de vivir bajo la angustia del temor a la violencia o del desfalco producido por el imperio del juego.”

No todos los gobernadores estuvieron de acuerdo con el establecimiento de casas de juego en su territorio y como mención podemos citar al Capitán de Fragata Julio César Reyes Canal, que en aquella época fue designado Gobernador del Atlántico, quien rechazó la oferta de una firma para construir un Casino-hotel en la ciudad de Barranquilla, con el argumento que “no consideraba prudente colaborar con el establecimiento de casinos de juegos de suerte y de azar dentro de su territorio, pero que sí le interesa la construcción de hoteles de turismo para Barranquilla, Puerto Colombia, Luruaco y Piojó, lugares ideales para hoteles veraniegos o turísticos.”

En Cúcuta, se habían movilizado las sociedades católicas, en especial la Junta Diocesana de la Acción Católica que exhortó a las demás Juntas de todo el país, que en total sumaban veinte, y que representaban la crema del catolicismo, encabezadas por el doctor Pablo Vanegas Ramírez y en representación de las mujeres, la señora Lucila Lara a que “encarecidamente se dirigieran a la Honorable Junta Militar de Gobierno, a fin de exponerle las razones de orden moral y social en contra del decreto del Minfomento que autoriza el establecimiento de Casinos Internacionales en las capitales de departamento.” 

Por su parte, un grupo de damas católicas, reunidas de manera independiente y siguiendo los lineamientos de sus párrocos, dirigieron su respectiva nota de solicitud en términos más diplomáticos, “atentamente les pedimos respetuosamente ahorréis a Cúcuta la realización del proyecto del Casino Internacional que con el pretexto de fomentar el turismo, traerá graves males morales, incrementará la desocupación y fomentará la vagancia.” Firmaban la misiva las señoras, María de Villamizar, Teresa de Mutis, Nelly de Vanegas, Beatriz de Vargas, Gisela de García-herreros, Ligia de Unda, Berta de Cote, Laura de Ochoa, Elvira Canal de Jaramillo, en representación de todas las  mujeres católicas de la ciudad.

En el ínterin, los medios no se quedaban atrás. Tanto la prensa conservadora como los liberales, enfilaban baterías contra el proyecto en términos no propiamente agradables, se leían y escuchaban comentarios, algunos displicentes, que planteaban una especie de guerra entre la jerarquía eclesiástica, los empresarios y los mandatarios: “Toda la sociedad cucuteña expresa su rechazo a la iniciativa de los tahúres internacionales. Una erguida y unánime protesta se está levantando en todos los círculos sociales de la capital nortesantandereana contra el proyecto de establecer en Cúcuta el Casino Internacional de Juego, ya establecido en Cartagena y que ha provocado increíbles tragedias de todo orden, como suicidios, quiebras económicas, relajamiento de la moral, disolución de hogares, etc., una vez conocida la tentativa de los tahúres internacionales, la voz de la jerarquía eclesiástica se ha hecho sentir enérgicamente contra la criminal iniciativa. El señor Obispo de Cúcuta, monseñor Luis Pérez Hernández con todos los obispos de la diócesis han vetado el proyecto en forma categórica.”

No menos indulgentes fueron con los empresarios, según se lee en el siguiente comentario: “…en esta ciudad se hallan actualmente, varios tahúres internacionales, pícaros de otras latitudes y hombres a quienes no importa otra cosa que la inmoralidad como fuente de dinero. Y es sabido que esas gentes repugnantes cuentan con suficientes dólares para tratar de comprar influencias con el ánimo de realizar su delictuosa tentativa que todas las fuerzas vivas del Norte de Santander rechazan con la más encendida indignación.”

Se sabía de la vinculación de algunos personajes de la ciudad y aunque estuvieron buscando sus nombres, inicialmente no lograron conocerlos, pues era su intención “señalarlos al desprecio de la sociedad y de todo lo que realmente vale en la tierra nortesantandereana.”

*Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com

Viernes, 18 de Mayo de 2018
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