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Memorias
El plebiscito de 1957
En este plebiscito, además de los votos afirmativos y negativos, también se aceptaba el voto en blanco.
Viernes, 23 de Marzo de 2018

En toda la historia electoral del país, solamente una vez se había apelado a esta figura para realizar una consulta directa al pueblo. Ocurrió el primero de diciembre de 1957 y aunque a la luz de las normas actuales, dicen los tratadistas que se trató de un referendo, para efectos prácticos lo que se quiso hacer fue consultar al constituyente primario si aprobaba o no una propuesta.

En 1957 y tras cuatro años de dictadura, el general Rojas Pinilla, convencido que los dos partidos tradicionales no dejarían que se atornillara al poder y en medio de las presiones sociales que surgieron, instaló una Junta Militar para que hiciera la transición a la democracia. Una vez posesionada, mediante decreto 247 de octubre de ese año, se convocó al pueblo para que decidiera sobre varios aspectos.

Este plebiscito buscaba confrontar una de las causas del conflicto bipartidista, que era la falta de espacios de participación política. Lo que se pactó es que hubiera una repartición equilibrada de los cargos públicos hasta 1968, que luego se prolongaría hasta 1974.

El texto de la consulta no era sencillo a pesar de tener un artículo único que a la letra decía:  “Convócase para el primer domingo del mes de diciembre de 1957, a los varones y mujeres colombianos, mayores de 21 años, que no estén privados del voto por sentencia judicial, para que expresen su aprobación o improbación al siguiente texto indivisible: 

En nombre de Dios, fuente suprema de toda autoridad, y con el fin de afianzarla unidad nacional, una de cuyas bases es el reconocimiento hecho por los partidos políticos de que la Religión Católica, Apostólica y Romana es la de la Nación, y que como tal, los poderes públicos la protegerán y harán que sea respetada como esencial elemento del orden social y para asegurar los bienes de la justicia, la libertad y la paz, el pueblo colombiano, en plebiscito nacional.”

En seguida, se establecía que la Constitución vigente era la de 1886, pero se le incorporaban 14 modificaciones, la última de las cuales era: “Artículo 14.- Esta reforma empezará a regir inmediatamente después de conocido el resultado oficial de la votación.”

Como bien rezaba el encabezado, el texto era indivisible, así que todas las propuestas se votaban como una sola. En la práctica, estos cambios constituían en realidad, la implementación de la consulta, de manera que no fue necesaria presentarla al Congreso para su puesta en ejecución, sino que comenzó a regir, como expresaba se estipulaba, tan pronto se conociera el resultado oficial de la votación.

En aquel entonces eran simples las condiciones para votar. No había inscripciones y bastaba presentar un documento que acreditara la identidad del votante, incluso se aceptaba el testimonio de dos personas ceduladas.

Entre los documentos estaban las cédulas nuevas o laminadas y las antiguas (en papel), el pasaporte o la cédula de identidad militar, la partida de bautismo o el carnet del ICSS, la cédula de policía, la libreta militar, la tarjeta de identidad postal, incluso la partida de matrimonio era aceptada a la hora de depositar la papeleta.

Y digo papeleta, pues era el método usado para depositar el voto. Un papel cualquier, incluso manuscrito era aceptado. 

En este plebiscito, además de los votos afirmativos y negativos, también se aceptaba el voto en blanco. Varias novedades se presentaban en esta votación, toda vez que se les dio participación a las mujeres por primera ocasión desde que se instauró el sistema electoral colombiano.

Esta circunstancia planteaba un problema adicional, pues a la entrada de los sitios de votación, que por lo general, se hacía en los parques acordonados para evitar intrusos, se dejaba un acceso por donde se entraba y salía, solamente que al ingreso se ejercía un riguroso control consistente en una minuciosa requisa.

Como antes sólo votaban hombres, ahora con la presencia de las damas, la situación se complicaba, sin embargo, las autoridades fueron francas en expedir una Circular de Orden Público, en la cual se aclaraba que las señoras serían consideradas dentro de las circunstancias de su condición.

El tiempo de votación fue estipulado en nueve horas contados a partir de las ocho de la mañana. Se estableció igualmente que en los lugares donde estuvieran instalados los puestos de votación y no se abriera la votación a las ocho de la mañana como estaba previsto, se mantendría abierto hasta completar las nueve horas estipuladas en el decreto.

La publicidad desarrollada en torno a este evento se realizaba utilizando los medios tradicionales, afiches, avisos en la prensa y en la radio.

Como se dijo anteriormente, las propagandas hacían énfasis en las novedades que se proponían y que se presentaban como que “votar afirmativamente era votar por la prosperidad, el bienestar y el prestigio de la patria”.

Con tales argumentos, se leían en palabras más simples que las de la consulta, “que se reconocía a Dios como fuente suprema de toda autoridad. Que se establecía la igualdad de derechos políticos para hombres y mujeres, que habría paridad política en todo el ámbito de la administración pública.

Que se establecía el 7 de agosto de 1958, el día de posesión del presidente que resultara elegido en las votaciones que se programarían una vez aprobado el plebiscito y que el 20 de julio de ese año se reanudarían las sesiones del Congreso de la República, con los congresistas que fueran elegidos en sus respectivas elecciones a realizarse durante el primer semestre de 1958.” 

En texto de la consulta se incluían dos artículos de índole económica; el primero, que se debía dedicar el 10% del Presupuesto Nacional a la educación Pública, esto con el objeto de acabar con el analfabetismo y la ignorancia y el segundo, la supresión del sueldo permanente a senadores y representantes.

En Cúcuta y en general en el Norte de Santander se despertó un verdadero entusiasmo, al punto que se esperaba una votación superior a los cien mil votos en el departamento y más de cuarenta mil en la ciudad. Efectivamente y sin necesidad de encuestas, la votación en el Norte fue de 107.422 votos; votaron afirmativamente 99.943, por el no, 7.004.

En la ciudad, se contabilizaron 41.429 de los cuales 40.570 le dijeron sí a la propuesta.

Coincidencialmente, quince días después se realizaría otro plebiscito en Venezuela, solicitando a la población votar por la permanencia del presidente Pérez Jiménez cuyos resultados hoy conocemos.

Gerardo Raynaud D. 
gerard.raynaud@gmail.com

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