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Memorias
Primer vuelo Caracas-Bogotá
Gran trascendencia tuvo el establecimiento del servicio.
Viernes, 3 de Marzo de 2017

Comenzando el año 37 del siglo XX se dieron extensas y frecuentes manifestaciones de amistad y hermandad entre los dos países bolivarianos del cono norte de la América del Sur. Se había producido algunos días antes, la integración de los ferrocarriles de Cúcuta y del Táchira, cuando este último dio al servicio el  barco a vapor Los Andes, de su propiedad, y  que acortaría sustancialmente el tiempo de recorrido entre Maracaibo y la capital de Norte de Santander. Ahora, el mismo vecino, analizaba la posibilidad de establecer un servicio aéreo que conectara las capitales de ambos países, en las que se veía beneficiosas posibilidades  de intercambio.   

Dos años atrás, el gobierno venezolano del general Eleazar López Contreras, que había asumido, primero como presidente provisional tras la muerte de Juan Vicente Gómez y elegido luego en propiedad, en elecciones indirectas hechas por el Congreso Nacional, muy comunes en aquella época en la hermana república, se dio a la tarea de modernizar a su país, de manera que una de sus primeras decisiones, aparte de promover la educación y la seguridad social para los trabajadores, fue impulsar las buenas relaciones con sus vecinos. Entre esas se cuenta la firma del Tratado de Delimitación de Fronteras con Colombia que selló las diferencias en torno al territorio de Río de Oro, la Guajira y la cuenca del Río Orinoco. Pero desde antes, había reestructurado su gabinete, de tal manera que dio oportunidades a muchos de sus paisanos tachirenses, quienes propiciaron acercamientos muy fuertes con sus vecinos, en buena parte, por sus nexos familiares, de amistad y de negocios, razones de más para consolidar esos lazos entre las 
dos naciones.  Desde 1929, el gobierno venezolano había otorgado licencias a la compañía francesa Aeropostale para  los vuelos domésticos entre las principales ciudades. En aquel tiempo, la demanda de cupos no era suficiente para que la empresa se sostuviera financieramente, de manera que el gobierno francés subsidiaba la empresa. Esta situación no duró mucho tiempo, porque la compañía francesa fue adquirida por Air France, que no mostró interés en mantenerla y para evitar su retiro, el gobierno venezolano optó por comprar los activos de la empresa y a partir del primero de enero de 1935 pasó a manos criollas con el nombre de Línea Aeropostal Venezolana (LAV). Desde ese instante, los diferentes ministros se pusieron a la tarea de impulsar la actividad aeronáutica, pero en particular, Alejandro Lara, quien primero desde el Ministerio de Hacienda y luego desde el de Comunicaciones, buscó la forma de posicionar al empresa, tanto internamente como a nivel internacional y por ello, en abril de 1937 se autorizó el 
primer servicio aéreo internacional, siendo la ruta escogida Caracas – Bogotá – Caracas.

Gran trascendencia tuvo el establecimiento del servicio aéreo entre Caracas y Bogotá, porque se consideraba que sería de gran provecho para el mayor estrechamiento de las relaciones entre los dos países.

Debido a las características de los equipos disponibles entonces, el trayecto no podía hacerse de manera directa sino que requería una escala. Fue entonces que después de las evaluaciones de rigor,  Cúcuta, por razones geográficas, técnicas y económicas, resultó ser la más conveniente. Así que después de las comunicaciones preliminares entre ambos gobiernos, se procedió a protocolizar las condiciones que regirían, a partir de ahora, las actividades aéreas.

El viernes 9 de abril de 1937, a las 11 de la mañana, aterrizó en el aeropuerto de Los Patios, considerado en ese entonces uno de los mejores campos de aterrizaje del país, la lujosa aeronave, un bimotor Lockheed Electra 10, bautizado “López”, en honor del presidente venezolano, en la primera etapa de su vuelo inaugural entre las capitales de los dos países. En él viajaba una lujosa comitiva designada por el ejecutivo federal, integrada por los oficiales que comandaban la Fuerza Aérea Venezolana, entre quienes se contaba el comandante Leonardi y el teniente Betancourt, así como un grupo de periodistas, todos presididos por el recién nombrado Embajador de Venezuela en Bogotá,  Alberto Zérega Fombona, quien aprovechó su designación para iniciar su gestión con esta operación, aunque con algún retraso, toda vez que por las dificultades de entonces, no había podido trasladarse a la capital colombiana, sede de su nuevo cargo al que había sido nombrado desde el pasado 31 de enero de ese mismo año. La comitiva fue re
cibida por las autoridades locales y por el Cónsul de Venezuela en la ciudad,  Encarnación Centeno, quien ofreció un ligero almuerzo a los viajeros a quienes les urgía continuar su viaje, porque el tiempo de vuelo necesario y las condiciones climatológicas no presagiaban un agradable segundo trayecto hasta la capital colombiana. También es preciso anotar que la comitiva no era muy numerosa, a pesar que el avión tenía toda su capacidad ocupada: era de 16 pasajeros y tres tripulantes.

A su llegada a Bogotá, fueron recibidos por las autoridades nacionales tal como correspondía al rango de embajador que ostentaba  Zérega Fombona y los altos oficiales, así como las demás personalidades que los acompañaban. En la capital de la república se adelantaron todos los trámites requeridos para la autorización de los itinerarios propuestos.Y regresaron por la misma ruta, el 15 de abril.

A su regreso a Cúcuta, convocaron  una rueda de prensa en donde se mostraron complacidos por las  manifestaciones de simpatía de que fueron objeto, tanto en Bogotá como en Cúcuta y concluyeron que “los sentimientos de hermandad colombo-venezolana son tan intensos que estas nuevas comunicaciones aéreas vendrán a estimularlos aún más.” La aeronave partió hacia su destino en territorio venezolano, llegando al aeropuerto de  Maracay en  la tarde, luego de un viaje de cinco horas por la vía de los llanos. En total, el trayecto entre las capitales, demoraba unas ocho horas, incluyendo el tiempo de escala en Cúcuta.

Gerardo Raynaud D. | gerard.raynaud@gmail.com

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