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Calma de día, caos de noche: Santiago, la capital bipolar
En Chile se cumplen tres semanas de protestas callejeras.
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AFP
AFP
Miércoles, 6 de Noviembre de 2019

Si no hubiera un persistente olor a gas lacrimógeno o a pintura de graffiti, sería imposible presagiar cómo se ve Santiago al caer la noche: la capital chilena, el centro de la protesta social durante las últimas tres semanas, ahora tiene una doble cara.

Una mañana como las otras en Santiago. Alrededor de una rotonda, algunos detalles llaman la atención: el césped quemado, bolsas de escombros apiladas en una acera, ramas carbonizadas esparcidas con basura, una parada de autobús incendiada y lemas políticos pintados en muchos edificios.

Desde el 18 de octubre, cuando comenzó la crisis social detonada por el incremento del precio del metro que ha dejado 20 muertos, Santiago es diariamente escenario de manifestaciones que casi de manera sistemática terminan en enfrentamientos con la policía.

Cada mediodía, en una especie de tranquila trashumancia humana, decenas de miles de manifestantes caminan por la Alameda, la principal arteria del centro de Santiago, deteniéndose frente al palacio presidencial para luego llegar a Plaza Italia, el epicentro de las protestas. 

Es el lugar donde una gigantesca manifestación reunió el 25 de octubre pasado a un millón de los 18 millones de habitantes que tiene este país.

Desde el 18 de octubre, todas las tardes los tanques de los carabineros salpicados de pintura se aproximan a la multitud y luego usan sus mangueras para lanzar agua o gas lacrimógeno.

Los miles de manifestantes corren en todas direcciones, algunos con máscaras antigas, armados con piedras que han sacado de la calzada. Los proyectiles en llamas sobrevuelan la policía.

La ciudad resuena con las detonaciones, las sirenas de la policía, de las ambulancias, los gritos con consignas, el concierto de cacerolazos y otras percusiones urbanas improvisadas sobre todos los metales de la ciudad con los que los inconformes atacan frenéticamente.

Las movilizaciones se multiplican en varias zonas, cortando de manera repentina la circulación de los autos.

“No había visto esto desde el golpe de Estado (en 1973)”, dice David Quezada, un conductor de taxi de 67 años. “Eso es lo que se necesita para hacernos escuchar. Si eres pacífico, no funciona”.

El lío dura unas horas, desde las 5 de la tarde hasta cerca de la medianoche. Luego las brigadas de limpieza intentan hacer que la gente olvide los disturbios hasta la noche siguiente.

La policía, los servicios de limpieza de la ciudad, los manifestantes y los residentes se activan para limpiar, recoger, apilar y colocar las piedras de la calzada, marcas de la ira del país. 

CIDH pide visita de observación

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) pidió a Chile autorización para realizar una visita al país para observar la situación de los derechos humanos tras la ola de protestas que comenzó el 18 de octubre y que ha dejado hasta ahora 20 muertos. “La CIDH a solicitud de un centenar de organizaciones, instituciones y movimientos de derechos humanos de Chile ha formalizado pedido de anuencia al Estado para una visita in loco de observación sobre la situación general de los Derechos Humanos en el marco de las protestas sociales”, dijo este miércoles en Twitter la Comisión.

El Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, encabezado por la expresidenta chilena Michelle Bachelet, envió una misión a Chile la semana pasada destinada a investigar las denuncias.  Las manifestaciones, que comenzaron con protestas contra un alza del transporte, derivaron en un movimiento más amplio contra el gobierno y que pide reformas profundas en una sociedad con mucha desigualdad y donde las jubilaciones están en manos de privados. 

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