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A capa y espada, Bayer defiende el glifosato
Después de una condena, por no haber informado sobre la peligrosidad del herbicida Roundup.
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AFP
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Lunes, 13 de Agosto de 2018

Bayer, nuevo propietario de Monsanto, insistió en la inocuidad del glifosato, después de una condena sin precedentes de la empresa agroquímica estadounidense por no haber informado sobre la peligrosidad de su herbicida Roundup.

Y a pesar de la decisión judicial que podría sentar jurisprudencia, el grupo farmacéutico alemán no detendrá la producción del glifosato, utilizado a nivel global en la agricultura por su eficacia y su bajo costo.

“Basándose en pruebas científicas, evaluaciones reglamentarias a escala mundial y décadas de experiencia práctica del uso del glifosato, Bayer estima que el glifosato es seguro y no cancerígeno”, declaró a la AFP un portavoz del grupo alemán, nuevo propietario de Monsanto.

Un jurado de un tribunal de San Francisco condenó a Monsanto a pagar casi 290 millones de dólares de indemnización a Dewayne Johnson, un jardinero estadounidense de 46 años que asegura que los productos de

Monsanto, especialmente el Roundup que utilizó durante años, provocaron el cáncer que padece y que la multinacional ocultó su peligrosidad.

El jurado determinó que Monsanto actuó de manera malintencionada y que su herbicida Roundup, así como su versión profesional RangerPro, contribuyeron “considerablemente” en la enfermad de Johnson.

Johnson, un conserje de escuela, fue diagnosticado en 2014 con un incurable linfoma no Hodgkin, un cáncer que afecta a los glóbulos blancos de la sangre. Los médicos le pronostican menos de dos años de vida.

Johnson, que antes de que le diagnosticaran la enfermad no había tenido problemas de salud, explicó a fines de julio que no sabía nada sobre las controversias vinculadas al glifosato hasta que vio marcas en su piel y comenzó a informarse en internet.

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“Pelear hasta el final” 

Sus abogados estimaron que Monsanto privilegió sus beneficios antes que la salud pública combatiendo los estudios científicos que ahondaban la tesis de los riesgos cancerígenos del glifosato.

Según uno de sus abogados, Brent Wisner, el veredicto es una “apabullante evidencia” de que el producto es peligroso.

“La gente sufre del cáncer porque Monsanto no les dio otra opción”, agregó mostrándose determinado a “luchar hasta el final”. La empresa planea apelar la sentencia.

Al igual que Bayer, Monsanto estima que no hay relación entre el cáncer y el glifosato y por lo tanto no hay necesidad de alertar sobre algún peligro.

“Apelaremos la decisión y defenderemos vigorosamente este producto con 40 años de historia, que continúa siendo vital, efectivo y seguro para agricultores y otros usuarios”, indicó la compañía en un comunicado.

Bayer estimó además que el fallo no sienta un precedente.

“El fallo de la Corte contradice las conclusiones científicas según las cuales no existe ninguna relación entre la utilización del glifosato” y la enfermedad de Johnson. “Otros casos pueden llegar a los tribunales con otros jurados que darán conclusiones diferentes”, estimó.
   
Cambio de nombre 

No obstante, este juicio histórico, el primero que atañe al posible carácter cancerígeno de los productos con glifosato de Monsanto, podría provocar un efecto dominó, con consecuencias que podrían gravar las cuentas de

Bayer, que a principios de junio cerró la compra del grupo estadounidense por 63.000 millones de dólares.

Bayer, consciente de la mala imagen de Monsanto, había anunciado que cambiará el nombre a esa marca.

“Creo que el veredicto desencadenará una cascada de nuevos casos”, dijo Robert F. Kennedy Jr., abogado ambientalista e hijo del difunto senador de Estados Unidos, y miembro del equipo legal de Johnson.
Este fallo puede abrir la puerta a centenares de nuevas demandas.

RoundUp, lanzado en 1976, es el principal producto de Monsanto y el glifosato es el herbicida más usado en el mundo.

En 2015 un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó al glifosato como “probable cancerígeno”.

El agricultor francés Paul Francois apoya la batalla del moribundo jardinero Jhonson contra Monsanto y Bayer.

En el banquillo de los acusados

Panorama de las restricciones en el uso del glifosato, el herbicida más empleado en el mundo y principal componente del Roundup, atacado en todas partes pero hasta ahora raramente prohibido o penalizado.

Considerado desde 2015 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “cancerígeno probable”, el glifosato es comercializado en productos de diferentes marcas, la más célebre es el RoundUp fabricado por el grupo estadounidense Monsanto, que pertenece ahora al gigante alemán Bayer.
   
Estados Unidos  

Un tribunal de San Francisco condenó el viernes a Monsanto a pagar casi 290 millones de dólares por no haber informado sobre la peligrosidad de su herbicida RoundUp, que contribuyó “sustancialmente” a la enfermedad terminal de Dewayne Johnson, una victoria para este jardinero estadounidense que espera un efecto bola de nieve.

Miles de demandas contra Monsanto están siendo tratadas en Estados Unidos, algunas más avanzadas que otras.

El gigante agroquímico repitió que “la decisión no cambia el hecho de que 800 estudios científicos y las conclusiones de la agencia estadounidense de protección del medioambiente (EPA), de los institutos nacionales para la salud y otras autoridades de regulación en el mundo sostienen que el glifosato no causa cáncer”.
   
Europa 

Los Estados miembros de la Unión Europea (UE) renovaron a fines de 2017 por 5 años la licencia para el uso del glifosato en el bloque, luego de dos años de un difícil debate.

La Comisión Europea, órgano ejecutivo del bloque, destacaba la venia de sus agencias científicas, la Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos (EFSA) y la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA), que no clasificaron la sustancia como cancerígena.

Pero se puso en duda la independencia de la EFSA dado que, según revelaciones de prensa, su informe incluía pasajes copiados de un documento presentado en 2012 por Monsanto.

Francia    

El gobierno francés prometió en mayo que el glifosato sería prohibido “en sus principales usos” para 2021, y “para todos sus usos” en un horizonte de cinco años.

Tras el hallazgo de glifosato en miel, un sindicato apícola presentó en junio una demanda contra Bayer, en Lyon (este) en donde se encuentra la sede francesa del gigante alemán. Se inició una investigación por “sustancias nocivas” sin que se señale específicamente a Bayer.
   
Argentina 

Argentina, tercer productor mundial de soja detrás de Estados Unidos y Brasil, consume cantidades masivas de glifosato.

En algunos sectores agrícolas el conflicto es permanente entre los habitantes y los productores, para quienes este producto es indispensable.

Sin legislación nacional, los intendentes reglamentan localmente las fumigaciones, pero estas reglas son cuestionadas por los productores, lo que acentúa el conflicto.
   
Brasil

A principios de agosto, un juez de Brasilia suspendió por 30 días la posibilidad de registrar ante las autoridades todo nuevo producto con glifosato, para que la agencia brasileña de vigilancia sanitaria procediera a su “reevaluación toxicológica”.

El gobierno brasileño planea recurrir a la justicia para anular esta decisión antes de la próxima campaña agrícola.

El Salvador 

La Asamblea Legislativa votó en septiembre de 2013 el retiro del mercado de 53 productos agroquímicos, entre ellos herbicidas y plaguicidas.

Una decisión parcialmente anulada por el presidente de entonces, Mauricio Funes, quien pidió que de los 53 productos, 11 plaguicidas no fueran retirados, señalando que eran muy utilizados y no estaban prohibidos a nivel internacional.

Se creó entonces un comité técnico y la situación no evolucionó en cinco años. El glifosato sigue vendiéndose en El Salvador.

Sri Lanka 

El gobierno de Sri Lanka prohibió la importación de glifosato en octubre de 2015 luego de la campaña que lanzó un monje budista.

Las organizaciones agrícolas criticaron al gobierno por no haber procedido a otros estudios científicos, afirmando que la prohibición les costó la pérdida de 10% de los 300 millones de kilos de té que se producen anualmente.

En julio, el gobierno volvió a autorizar la importación, pero restringió el uso del glifosato a las plantaciones de té y de caucho.

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