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Católicos de Japón conmemoran aniversario de bomba

En Nagasaki se hizo una misa para recordar a las víctimas de la bomba atómica.

Al alba, los feligreses se congregaron en la catedral de Urakami en la ciudad japonesa de Nagasaki para asistir a una misa conmemorativa llena de congoja. Hace 70 años, una bomba atómica lanzada por Estados Unidos detonó a 500 metros (550 yardas) del templo, donde mató a dos sacerdotes que oían confesiones y a otras 30 personas.
 
La bomba diezmó la comunidad cristiana más numerosa de Japón, ya que interrumpió la vida de 8.500 de los 12.000 feligreses de la catedral. En total, el 9 de agosto de 1945 murieron más de 70.000 personas.
 
La iglesia fue reconstruida totalmente y una cantidad apreciable de católicos asistieron a la misa en la madrugada del domingo. Las mujeres, muchas de ellas ancianas, cubrían el rostro con velos traslúcidos rematados en lazos de encaje.
 
Más tarde, en el atardecer de un día caluroso de verano, la comunidad de fieles llevó a cabo lo que se ha convertido en un acto anual: una procesión al aire libre con la cabeza calcinada de una estatua de madera de la Virgen María que presidía el altar principal en el momento de la explosión.

El busto, que se había partido en tres pedazos, fue reparado por el artesano Isao Nishimura, quien también construyó un nuevo altar para la reliquia en una capilla lateral de la catedral.
 
En la mañana del ataque, la madre había retado a Nishimura, en ese entonces un niño de 12 años, por no ir a confesarse a la iglesia. El muchachito corrió hacia la catedral de Urakami y en el camino les dijo a unos amiguitos que jugaban junto a un río que los acompañaría después de ir a la iglesia.
 
Una vez allí vio una larga fila de personas que esperaban su turno, pero Nishimura se coló delante de los niños más pequeños para quedar primero.
 
A las 11:02 a.m., cuando estalló la bomba, el niño ya estaba de regreso en su casa con su madre y su hermano menor. Recuerda un fogonazo y haber sido lanzado al piso por la explosión. Parte de un muro le cayó sobre el brazo izquierdo.
 
Todos los años, al asistir a una ceremonia conmemorativa en su escuela primara, Nishimura dice que oye las voces de sus compañeros que murieron. "Ojalá estuvieran aquí conmigo ahora para ver cómo Japón se ha convertido en una nación pacífica", comentó.

*NAGASAKI, Japón (AP)

Domingo, 9 de Agosto de 2015
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