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El papa pidió compartir las vacunas con las naciones más pobres

Sobre la crisis sanitaria, el pontífice después de rendir homenaje a los médicos y enfermeras en primera línea de la pandemia, recordó que "las vacunas son una herramienta esencial en esta lucha".

El papa Francisco pidió ayer compartir las vacunas contra la COVID-19 con los países más pobres, en su tradicional mensaje de Pascua, marcada este año por la aceleración de pandemia pese a las campañas de vacunación.

“En el espíritu de un ‘internacionalismo de las vacunas’, insto a toda la comunidad internacional a un compromiso común para superar los retrasos en su distribución y para promover su reparto, especialmente en los países más pobres”, dijo Francisco, en su homilía en la basílica de San Pedro, antes de la bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo).

El papa había lanzado un mensaje de esperanza: “Siempre es posible volver a empezar, porque existe una vida nueva que Dios es capaz de reiniciar en nosotros más allá de todos nuestros fracasos”, dijo en la Vigilia Pascual del sábado por la noche.

En Europa, azotada por una tercera ola de COVID-19, toda Italia está clasificada como zona “roja”, con alto riesgo de contagio y restricciones máximas. 

Sin embargo, los italianos podían salir del país y algunos se prepararon para irse de vacaciones. 

En Francia, desde el sábado por la noche, las normas en vigor en 19 departamentos se extendieron a todo el país, con comercios considerados no esenciales cerrados, desplazamientos limitados a 10 km y, por primera vez desde mediados de 2020, las guarderías y las escuelas cerrarán durante tres o cuatro semanas.  

Desde el comienzo de la epidemia, la enfermedad mató a 96.493 personas en el país. 

El resto de Europa está intensificando las medidas para limitar la propagación del virus, especialmente en lo que respecta a los viajes. Alemania reforzará los controles en sus fronteras terrestres durante una o dos semanas.

En Oriente Medio, Líbano se encuentra en confinamiento total desde el sábado hasta el martes para evitar un nuevo brote del virus en este país de seis millones de habitantes.

En cambio, en Jerusalén, desconfinada gracias a una campaña de vacunación masiva, los fieles, la mayoría con mascarillas, asistieron a la misa en el Santo Sepulcro. 

La iglesia, considerada el lugar más sagrado de la cristiandad, había sido cerrada el año pasado en Semana Santa a causa de la pandemia por primera vez en más de un siglo.

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AFP
AFP
Lunes, 5 de Abril de 2021
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