La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile

La vida les cambió tras la legalización del cannabis

Su éxito llegó a un alto costo, luego de décadas de “guerra contra las drogas”.
Virgil Grant nada en el éxito de la legalización de la marihuana en California: su pequeño imperio consta de tres dispensarios, dos plantaciones y una línea de ropa... Todo ello una década después de ser arrestado precisamente por negociar con esta sustancia.
 
En su discreta tienda en Los Ángeles muestra sus más recientes innovaciones: una tetera recargable con infusión de CBD -la molécula no psicoactiva de la droga- o ungüentos presentados en bonitos frascos.
 
Su éxito llegó a un alto costo, luego de décadas de “guerra contra las drogas” y antes del movimiento masivo por la legalización del cannabis en Estados Unidos.
 
Arrestado en 2008 por las autoridades federales, Virgil, que es negro, pasó seis años en prisión.
 
“Hay mucha gente de color que fue arrestada y encarcelada, como yo, por casos de marihuana, crímenes y delitos no violentos”, explica a la AFP. “Ahora ya es legal pero aún tenemos gente en prisión”, agrega.
 
La hierba fue legalizada en una treintena de estados -en ocho más la capital Washington DC es legal su consumo recreativo-, pero a nivel federal es considerada una sustancia ilegal como la cocaína o la heroína.
 
“Esa gente tiene que ser liberada inmediatamente y su registro judicial eliminado”, insiste el co-fundador de la California Minority Alliance, una asociación especializada en la defensa de los derechos de las minorías en la industria.
   
No se pueden corregir 6 años
 
Cifras de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU del inglés) señalan que 8,2 millones de personas fueron arrestadas por comercio o consumo de marihuana entre 2001 y 2010.
 
Pero el número de arrestos de negros supera por cuatro el de blancos, a pesar de que el consumo es similar en ambos grupos raciales.
 
Y el impacto recae también en toda la familia.
 
“Lo perdemos todo, hasta el auto”, recuerda Grant, que no pudo ver crecer a sus cinco hijas por seis años. Habla del “daño psicológico a estos niños al ver a su padre siendo sacado de casa, de tener que vivir cómodamente a tener que buscar ayuda” en programas sociales.
 
Y al salir de prisión, la cruz continúa pues el hecho de haber estado preso permanece como una mancha que impide el acceso a muchos empleos, subsidios de vivienda, ayudas... y el exconvicto termina en una situación de precariedad.
 
Con la legalización de la planta, las autoridades tomaron consciencia del impacto socio-económico de sus políticas agresivas e implementan medidas de reparación.
 
“No se trata de corregir lo malo porque no se pueden corregir seis años en la cárcel, pero por lo menos asegurar que el futuro sea brillante”, dice Grant.
   
Un empleo
 
Los críticos argumentan que lo que era ilegal en la época tenía que ser combatido por la policía y castigado por la justicia.
 
Cat Packer, responsable de la legislación de cannabis en Los Ángeles, explica que los arrestos desproporcionados de negros responden a que las autoridades eran “más activas en esas comunidades”.
 
Los Ángeles, Oakland y Portland, entre otras ciudades, han decidido que esas personas que sufrieron en esa “guerra” deben tener prioridad para obtener los permisos de comercialización de marihuana.
 
Es una de las exigencias de la California Minority Alliance, que los más desfavorecidos tengan acceso a este sector que aún está en fase de crecimiento. “No deben necesitarse un millón de dólares para la licencia”, señala Grant. Si no, advierte, “será una industria dominada por hombres blancos”.
 
Ciudades como San Diego, San Francisco y Seattle han iniciado programas para amnistiar miles de condenas pasadas y varias organizaciones prestan ayuda para que muchos exconvictos, la mayoría negros, puedan borrar sus antecedentes.
 
Eddie Erby, uno de los empleados de Grant, fue arrestado con 18 años por vender marihuana y pasó 10 años en prisión. “Era una forma de ganar dinero rápido cuando no se podía encontrar empleo porque no tenías el color de piel correcto”, dijo este hombre, hoy con 52 años.
 
Grant emplea normalmente a exconvictos: “sé puntual, no robes y tendrás trabajo”, les dice.
 
Y es trabajo en una industria que no para de crecer en Estados Unidos, que está valorada hoy en 20.000 millones de dólares y se estima que el triple en tres años.
Image
AFP
AFP
Domingo, 18 de Febrero de 2018
Premium-home
Patrocinado por:
Logo Empresas
Temas del Día