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¿Quiénes son Clinton y Trump?
Una política calculadora y un aprendiz incendiario buscan la presidencia de EEUU.
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Colprensa
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Martes, 8 de Noviembre de 2016

Los estadounidenses empezaron a votar este martes para elegir al sucesor del presidente Barack Obama, entre la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump, poniendo fin a una larga campaña que tiene en vilo al mundo. 

Los electores en diferentes estados, principalmente en la costa este, depositaron los primeros votos tras una campaña marcada por insultos, cruce de acusaciones, divisiones y tensiones.

Hillary Clinton, la política calculadora

A inicios de este año, un periodista preguntó a Hillary si siempre había sido honesta con los estadounidenses y la respuesta de la candidata demócrata fue fiel a su reputación: “Siempre traté de serlo”.
  
Otras figuras políticas habrían respondido de forma afirmativa, pero Clinton, con su entrenamiento como abogada, mide  cada palabra para evitar caer en alguna trampa. Sin embargo, lo que busca transmitir como un esfuerzo genuino  es visto por muchos estadounidenses como  clara duplicidad.
 
Sus facetas pública y  privada quedaron en brutal evidencia con su insistencia en usar un servidor privado de correos electrónicos cuando era secretaria de Estado, escándalo que la persiguió sin tregua en la campaña.
 
Hillary llega a la elección de hoy como la primera mujer en lograr la hazaña de optar a ser presidente de EEUU, pero también como una de las figuras políticas más impopulares en la historia reciente del país.
 
Ha estado bajo escrutinio de la opinión pública desde 1979, cuando tenía 30 años y su marido Bill era gobernador del estado de Arkansas. “Sé que hay gente que no sabe qué hacer conmigo”, admitió en el discurso con el que aceptó la candidatura demócrata.
 
 Hillary Diane Rodham nació el 26 de octubre de 1947 en Chicago en  una familia de clase media  en Park Ridge, medio oeste de Estados Unidos. Adoraba a su madre Dorothy y de su padre Hugh Rodham, un pequeño empresario de origen galé, dice haber heredado la tenacidad, la ética del trabajo y el miedo permanente a perder.
 
 De él también heredó sus convicciones republicanas, que mantuvo hasta sus años de universidad. Buena estudiante, en 1965 ingresó a la prestigiosa universidad para mujeres Wellesley College, cerca de Harvard.  En los tumultuosos  60, sus  años universitarios le abrieron los ojos en temas como la lucha por los derechos civiles, la guerra de Vietnam y la igualdad de género. En 1969 entró a la facultad de Derecho de Yale, que ella percibía menos misógina que Harvard y conoció a Bill Clinton, su “Vikingo venido de Arkansas”.
 
Al terminar los estudios, prefirió trabajar para una organización de defensa de los niños, mientras Bill se instaló en Arkansas para lanzarse a la política. Tras un breve paso en 1974 por Washington, en la comisión que investigó el escándalo del Watergate, se reunió de nuevo con Clinton. En 1975 se casaron y Chelsea, su única hija, nació en 1980.

Hillary Rodham finalmente abandonó su nombre de soltera y adoptó el apellido de su esposo. Se convirtió en la primera dama de Arkansas y en 1993 la de EEUU, después de que su marido llegara a la Casa Blanca.
 
Su imagen de ‘copresidenta’ a la sombra, alimentada por los republicanos, contrastaba con la tradicional imagen que solían tener las primeras damas, más centradas en asuntos sociales.
 
Su prueba de fuego fue la reforma del sistema de salud, que terminó fracasando en 1994. Luego se refugió en las causas femeninas.  Entre bambalinas, sin embargo, se ocupó de dirigir la batalla legal en el escándalo inmobiliario Whitewater, que involucraba a su marido.
 
Pese a la humillación que significó el adulterio de Clinton con la becaria Monica Lewinsky, Hillary se batió con uñas y dientes para impedir que fuese destituido por perjurio. Como prueba de su inquebrantable unión, el matrimonio presidencial se sometió a terapia de pareja para superar el bache.
 
Cuando se aproximaba su partida de la Casa Blanca, Hillary fue elegida senadora por el estado de Nueva York en noviembre de 2000. En 2004 evitó involucrarse en la disputa presidencial. Pero en 2008 compitió con Barack Obama en las primarias, quien la venció recordando su voto de senadora a favor de la guerra de Irak.
 
Sin embargo, la nombró su secretaria de Estado, cargo que desempeñó con rasgos de persona hiperactiva, pero sin logros reales, señalan observadores de quien aspira a hacer historia como la primera presidenta de EEUU.

Donald Trump, el aprendiz incendiario

Impulsivo, excesivo y sin experiencia política, Donald Trump no parecía personificar las cualidades de un candidato que pretende llegar a la Casa Blanca. Pero con su energía indomable y su ilimitado ego, el magnate de 70 años desafió todos los pronósticos y se impuso como un duro adversario de la experimentada Hillary.

 Con discursos corrosivos que bailan al son de las frustraciones e inseguridades de los estadounidenses, se convirtió en la voz del cambio para millones de ellos, e hizo explotar el Partido Republicano.

 Antes de lanzar su campaña en junio de 2015, el empresario era sobre todo conocido por su inmensa fortuna,  sus hoteles de lujo, campos de golf y casinos que llevan su nombre, sus divorcios de revista y por ser el animador estrella del programa de telerrealidad El Aprendiz.

 Todo eso lo hizo una cara conocida en los hogares estadounidenses. Pero demostró ser un formidable animal político prometiendo “devolver a Estados Unidos su grandeza”.

Donald se atreve a decir de todo. Denuncia un sistema político “manipulado”, acusa a funcionarios de “corruptos” y en su opinión los medios “envenenan el espíritu de los estadounidenses”.  Es arrogante, carismático, rudo y a veces simpático. Y a pesar de que se contradice, como en los tres debates presidenciales, sus seguidores quieren creer en él.

 Desembolsó 56 millones de dólares de fondos propios para financiar su campaña y logra parecer incorruptible frente a   Clinton.  Siempre provocador, se ha negado a decir que reconocerá los resultados del 8 de noviembre, sea cuales sean. 

Su vida privada está envuelta en lujos. Su esposa Melania,  exmodelo eslovena, se ocupa de criar a Barron, el hijo de ambos de  10 años, lejos de los focos y la atención pública.

La pareja vive en un penthouse triple en la cúspide la torre Trump en Manhattan y se desplaza en un Boeing 757 privado, con su apellido estampado en letras gigantes, el mismo que suele servir de fondo en sus mítines. 

Sus hijos mayores, Ivanka, Donald Jr, Eric y  Tiffany, son sus principales pilares. Todos se han involucrado al máximo en la campaña de su padre, a quien han defendido hasta la saciedad. 

Con su característica tenue y rubia melena, impecablemente vestido, Donald fascina y horroriza a la vez. Miente tanto que los verificadores de hechos perdieron la cuenta. Cuando una decena de mujeres lo acusaron de besos robados y gestos

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