Aumentando la presión al primer ministro Boris Johnson, cuyo puesto pende de un hilo, la policía londinense anunció una investigación sobre las varias fiestas celebradas en sus oficinas durante los confinamientos, con la que este prometió "cooperar plenamente".
Tras la humillación de tener que disculparse hace diez días con la reina Isabel II por celebrar dos fiestas con música y mucho alcohol en la víspera del limitadísimo entierro de su esposo Felipe en pleno confinamiento el pasado abril, Downing Street debe someterse ahora a una investigación de Scotland Yard.
Johnson "y todo al que se le requiera cooperarán plenamente en todo lo que soliciten", prometió un portavoz después de que la jefa de policía, Cressida Dick, anunciara la apertura de pesquisas sobre "posibles infracciones de la normativa sobre el covid-19" en las dependencias del ejecutivo.
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"Los ciudadanos esperan, con razón, que la policía defienda la ley sin miedo ni favoritismos, independientemente de a quién afecte", defendió el alcalde de Londres, el laborista Sadiq Khan, insistiendo en que "no puede haber una norma para el gobierno y otra para todos los demás".
La policía londinense había sido muy criticada por no investigar retroactivamente presuntas infracciones de las leyes anticovid. Y acusada de cerrar los ojos a la evidencia de las varias fiestas celebradas en Downing Street, donde se encuentran las oficinas y la residencia oficial de Johnson, pese a la permanente presencia de agentes a su entrada.
En el último episodio de un goteo de filtraciones a la prensa que no cesa desde diciembre y provocó la peor crisis política que haya vivido el líder conservador desde su gloriosa llegada al poder en 2019, el lunes por la noche ITV afirmó que este celebró su cumpleaños con varios colaboradores en pleno confinamiento.
Según ese canal privado, Johnson participó en una fiesta organizada por su futura esposa, Carrie, en la sala del consejo de ministros el 19 de junio de 2020, cuando ese tipo de reuniones estaban prohibidas.
A ella habrían asistido hasta 30 personas, incluida la decoradora Lulu Lytle, que llevó a cabo la costosa reforma de su apartamento oficial, cuya financiación causó otra de las numerosas controversias y escándalos de corrupción y amiguismo que salpican desde hace meses al primer ministro, agotando la paciencia de la opinión pública y sus aliados políticos.