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El amor en los tiempos del coronavirus

La boda se transmitió por plataformas virtuales.

Una historia macondiana ocurrió en el municipio de Ocaña, donde un comerciante dedicado a los bordados decidió contraer matrimonio en plena pandemia siguiendo todos los protocolos de bioseguridad.

El amor en los tiempos del coronavirus se convierte en una experiencia inolvidable para el confeccionista Jorge Armando Lobo y la licenciada en ciencias naturales Yenny Lorena Peñaranda Álvarez.

Él, vistiendo un impecable saco de paño y ella, el infaltable traje blanco, portando las argollas y un ramo de flores, sin pajecitos, pero con tapabocas, se adelantó el ritual jurídico en la Notaría Segunda de Ocaña.

A través de la virtualidad los cien invitados observaron la boda de la pareja que no teme al virus invisible que genera estragos a nivel mundial.

Únicamente se quitan el tapabocas para cumplir con el ineludible beso y consolidar esa unión hasta cuando la muerte los separe. Los aplausos fueron a la distancia, las felicitaciones por WhatsApp.

Desde diciembre habían programado la ceremonia religiosa para el 23 de mayo, sin embargo, la cuarentena se alargó, entonces optaron por matrimonio civil mientras hacen realidad el sueño de llegar al templo para estrechar el vínculo con el núcleo primario de la sociedad

“Eso fue una locura, el año pasado contratamos absolutamente todo y cursamos invitación a cien personas. Nunca imaginé una ceremonia tan curiosa a un metro de distancia, en vez de arroz, nos rociaron alcohol antiséptico, en el recinto solo permitieron la presencia de mi mamá, papá, mi suegra, la novia y la abogada, Amparo Arévalo”, indicó el novio.

Estaba nervioso porque se cayó la señal de la trasmisión a través de la plataforma y la notaria muy amable esperó para que los invitados no se perdieran detalle alguno, agregó el comerciante ocañero.

Considera que virtual fue mejor, porque siguieron la trasmisión en vivo familiares desde Italia, México, Argentina y Colombia con solo dar un clic a la aplicación.

Indicó que, a raíz de la circunstancia, le confesó la dificultad a monseñor Luis Carlos Lopera de la catedral de Santa Ana quien bendijo la unión. Claro está, una vez superada la calamidad pública se casarán en el templo.

Con su buen sentido del humor afirmó que está llegando al cuarto piso y sueña con tener un heredero. Superada la pandemia estará encargando con la cigüeña, luego contraerá las nupcias para formalizar el hogar. “En estos momentos de crisis hay que agarrarse de la primera chispita de la felicidad”, precisó.

De luna de miel no pudo pasar las fronteras y se quedó en un hotel de la ciudad para despejar la mente del encierro obligado por las medidas sanitarias, señalando que nunca se le cruzó por la mente, lo vivido actualmente.

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Martes, 9 de Junio de 2020
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