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Ocaña
El emperador de la fotografía en Ocaña
Julio César Franco lleva cuatro décadas retratando la historia del municipio.
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Lunes, 12 de Junio de 2017

En el gremio de fotógrafos ocañeros lo conocen como El emperador, apodo dado porque día a día llega con un caballo al hombro al parque 29 de Mayo. Él, Julio César Franco Vélez, lejos de parecerse al político y militar romano, es uno de los personajes más queridos del pueblo.

Hace más de 40 años monta su puesto de trabajo frente al monumento La columna, donde se gana el sustento tomándoles fotografías a niños y turistas. 

Por coincidencia, nació el 9 de abril de 1948, fecha en que fue asesinado el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán. “Mi cuna se meció en Marquetalia (Caldas) y a mi papá, por ser liberal, lo persiguieron y salió corriendo con lo poco que tenía. Todavía no conozco la tierra que me vio nacer, he sido andariego y me siento orgulloso de haber pasado más de cuatro décadas en Ocaña, a donde llegué el 16 de junio de 1972”.

Franco dijo que en su oficio, el caballo ha sido su fiel compañero. “De niño, mis padres me montaban en caballos de verdad, y jamás imaginé que con una figura de equino me fuera a ganar la vida”.

El primer caballo le costó 45 mil pesos y se llamó Tocolito. Era beige.

Ahora, tiene uno más grande, al que llama Relámpago. 

Franco recordó cómo hace años estuvo en Ocaña el actual alcalde de Bogotá, Enrique Peñaloza, quien al ver el caballo salió corriendo a tomarse la foto y le dijo: Ustedes los fotógrafos son parte importante en la sociedad, perpetúan la historia.

El personaje ocañero afirmó que en su quehacer, cuando cumplió 17 años, hizo pruebas de fotocine con placas. “Uno le daba a las personas un recibo para que las reclamaran. Después vinieron las fotos de telescopio o el famoso tubito”.

Luego vino la etapa de la fotografía instantánea, la cámara electrónica y a color. “Ahora es más fácil, los niños las manejan con un dedo y agiliza el trabajo”, recalcó.

Franco manifestó que con la incorporación de las cámaras a los celulares se pensó que los fotógrafos callejeros desaparecerían, pero él no le teme a esos presagios.

A Franco lo buscan para fotos sociales, bautizos, matrimonios y fiestas de 15 años.

Ahora, tiene 69 años y muchos rollos que revelar en el sendero de la vida. En su mente cabalgan sueños para aportar a la tierra que lo adoptó como si fuese una figura mitológica en el parque principal.

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