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Una pareja de enamorados se casa después de los 70 años

El romance se empezó a tejer en el grupo del adulto mayor al que pertenecen.

La marcha nupcial alertó la llegada de la novia, los acompañantes se pusieron de pie y el novio, con nerviosismo, espero a que le entregarán a su prometida: Ana Graciela Ojeda Quintero, una partera de 78 años que se enamoró de José Republicano Llanes Viloria, agrónomo de 72 años. 

La veteranía de los protagonistas de esta historia de amor, en Ocaña, hizo que la iglesia estuviera llena de curiosos, a quienes dejaron un mensaje de amar sin distingos de edad y sin pensar en lo que dirá la sociedad.

El romance se empezó a tejer en el grupo del adulto mayor al que pertenecen. Llanes visitó la casa de su prometida y les pidió la mano a los 12 hijos de Ojeda, quienes reacios, con desconfianza y después de varios días de charlas con su mamá, le dieron al enamorado la venía para cuidar de su progenitora hasta que la muerte los separe.

El novio, como padre responsable, reunió a sus tres hijos para repartirles la herencia en vida y compró una casa en el barrio El Carmen donde construirá un hogar con su nueva esposa.

Tras la muerte de la primera esposa de Llanes, se enteró por radio del grupo del adulto mayor Constructores de Paz, dirigido por Mario Castellanos Chinchilla, quien le abrió las puertas.

Allí conoció a la líder del grupo de danzas, “una dama que sobresale por su alegría y tiene una energía especial. Me sentí atraído, me convertí en su bailarín y formamos una amistad”.

Con el paso del tiempo se hicieron novios y así duraron cuatro años hasta que fueron descubiertos por los demás abuelos y en coro les decían: son novios, son novios. Ellos, sin pensarlo, se dieron un beso en público y así sellaron lo que empezó con coqueteos.

“Somos felices y le pedimos a Dios que nos de salud y sabiduría. El amor le hace falta al mundo y la vejez no es impedimento para vivirlo. En cualquier etapa de la vida se pueden materializar sueños y ese es el mensaje que queremos dejarles a nuestros hijos y a las nuevas generaciones”, dijo la pareja de recién casados.

La boda se cumplió en la parroquia católica San Antonio de Padua, a donde acuden mujeres a elevar plegarias para encontrar un buen marido. La novia, como en su primer matrimonio, lució un traje blanco. 

Los aplausos animaron a la pareja, que estuvo acompañada por hijos, nietos y biznietos. El sacerdote en su sermón se refirió a las Bodas de Caná.

A la salida del templo no podía faltar una lluvia de arroz y tras la recepción a ritmo de carranga, se fueron de luna de miel a Santander, donde cumplirán el sueño de conocer pueblos como Barichara.

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Miércoles, 23 de Enero de 2019
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