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Pamplonés encontró en la música un proyecto de vida

Víctor Rozo, ‘lector’ veterano del violín, enseña el oficio a los niños en la Provincia.

Se le conoce como ‘Victorino’ y tiene 62 años de estar sacándole notas al violín, arte que aprendió Víctor Julio Rozo cuando decidió matricularse en la Escuela de Música del Municipio.

Nació en mayo de 1945, cuando estaba en la fase final la Segunda Guerra Mundial. Hoy, con 71 años, ha trajinado con su música en diferentes ámbitos de Pamplona.

Se siente afortunado al haber nacido en el hogar de Víctor e Hilda María, de quienes aprendió dones como la constancia, puntualidad, seriedad y carisma que comparte con quienes lo conocen.

Desde corta edad y cuando todavía jugaba con pantalones cortos se inclinó por el violín, sin que conociera nada de este instrumento de cuatro cuerdas, que no posee trastes (guías) y es uno de los más complicados de tocar.

“Empecé a estudiar en la Escuela de Música con el maestro Manuel Espinel Calderón. Veíamos dos horas de puro solfeo”, dijo.

También recibió clases del maestro Tristán Arbeláez Mendoza, con quien aprendió más técnicas. Este proceso duró varios meses y cuando sabía leer música tomó por primera vez el instrumento del cual nunca se ha separado, ni para dormir, porque muchas veces lo deja a un lado de la cama.

Después de ser alumno con la experiencia y los conocimientos adquiridos, lo aceptaron como profesor en la misma escuela en donde a corta edad recibió las primeras lecciones e instrucciones sobre el instrumento clásico de origen italiano.

También hizo parte de la nómina de Batuta, así como de la academia del maestro Fernando Castro. Fue docente de la Universidad de Pamplona.

Los niños

“Me gustó desde niño este instrumento, lo considero sensible y exigente. Hay que estudiar todos los días”, sostuvo.

Quienes tienen el privilegio de interpretarlo con partituras desarrollan más habilidades en los dedos y el oído.

Se enorgullece al recordar que de esos niños que él enseño a tocar, se destacan como profesores de violín o versátiles interpretes en diferentes partes de Colombia.

Las presentaciones en público han mermado para dedicarse a enseñar a domicilio a menores de 10 años. A su juicio, a corta edad, el aprendizaje es mejor y el futuro es más promisorio.

“El niño que no lee bien, no puede tocar bien el violín. Esto es muy complicado”, enfatizó.

El conocimiento

Entre los ritmos colombianos que más le gusta tocar figuran los bambucos, pasillos y las rumbas criollas. 

Debido a los años de estar pasando por las cuatro cuerdas el arco y puntear con los dedos, tiene grabado en la mente el pentagrama. Él, puede ejecutar una melodía, clásica o colombiana, sin tener que recurrir a partituras.

Al ver pasar por Pamplona varias generaciones, asegura que siente un poco de tristeza porque por falta de apoyo gubernamental se han ido perdiendo las diferentes manifestaciones artísticas, en especial la enseñanza de la música colombiana.

La estudiante de quinto grado del colegio Bethlemitas, María Alejandra Alzate, se siente segura al momento de recibir las clases con el maestro ‘Victorino’, porque dice que tiene mucha paciencia y ha aprendió canciones clásicas, colombianas y religiosas.

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Miércoles, 9 de Noviembre de 2016
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