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Toros y tejo, sinónimo de amigos: dirigente deportivo de Pamplona

Juan de Jesús Leal, de 85 años, lamenta el abandono de la plaza de toros San Fermín y el coliseo de tejo

En Pamplona en los últimos años se han perdido escenarios que tradicionalmente servían para la recreación de la población. Es el caso de la plaza de toros San Fermín y el coliseo de tejo, ubicado en la parte trasera de la cancha de baloncesto Chepe Acero.

El primero entró en decadencia, desde que empezó a tomar fuerza la prohibición de las corridas de toros y porque el municipio no le volvió a invertir recursos en la recuperación.

Así, poco a poco esta estructura que en años pasados era orgullo del municipio, quedó en total ruina y nunca se aprovechó para actividades culturales o recreativas, tal como se había planteado en las administraciones municipales.

En el caso del coliseo de tejo o turmequé, la actual administración le quitó el manejo a quienes desde hace más de 45 lo construyeron y lo mantenían abierto al público, organizando campeonatos locales, regionales, nacionales e internacionales.

El más afectado por esta situación ha sido el dirigente deportivo y cívico Juan de Jesús Leal, quien desde hace 50 años se dio la tarea, con unos amigos, de adecuar el terreno, conseguir, las canchas y demás estructuras para la construcción del coliseo que funcionó como tal hasta 2016, cuando la Alcaldía lo tomó, sin tener en cuenta que afectó al considerado deporte autóctono nacional, al no volverse a hacer campeonatos locales, regionales y nacionales.

Él, con 85 años, también era aficionado a los toros y desde que se dejaron de efectuar corridas en la plaza San Fermín, lo embargó la tristeza al considerar que le quitaron una de sus pasiones.

Al comentar sobre el por qué nació la afición por la tauromaquia, narró que cuando estaba niño tuvo la oportunidad de ver las corridas que se hacían en improvisados encierros de la plazuela Almeyda y el parque Águeda Gallardo, donde conoció a los toreros de la época ‘Campitos’ y ‘Escobarito’.

Allí se escapaba de los padres y como podía se colaba en la parte baja de los palcos.

A medida que fue creciendo conoció más del arte de la tauromaquia, en las temporadas de fin de año y las ferias y fiestas de Pamplona. También tuvo la oportunidad de viajar a Bogotá, Medellín, Cali y Manizales, en donde se presentaron los más grandes toreros del país, España y México.

Para Leal, al acabarse las corridas, le dieron una estocada a los encuentros con amigos, la familia y a los remates de corrida en algún sitio exclusivo de Pamplona.

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Miércoles, 13 de Febrero de 2019
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