Un grupo de universitarias se dio a la tarea de reunir en un recetario los platos más representativos de la gastronomía criolla, que por más de 100 años han estado deleitando los paladares de los pamploneses. Al trabajo le dieron el nombre de ‘Cien años entre olores y sabores’.
El recetario se constituye en el primer documento que recopila nueve preparaciones culinarias, que van desde las sopas de la abuela, bebidas para el alma y las dulces añoranzas.
El Colectivo Museología del programa de artes visuales de la Universidad de Pamplona, compuesto por las estudiantes Ángela Valero Duarte, Vanessa Pérez Arciniegas, Sandy Juleny Ortiz, Diana Milena Pérez Pupo y la docente Inés Mogollón, expusieron en el patio central de la Casa Águeda Gallardo los resultados de las primeras investigaciones sobre los alimentos que se consumían en el pasado y que en algunos hogares todavía los preparan en ocasiones especiales.
La pamplonesa y estudiante de séptimo semestre de artes visuales, Ángela Valero Duarte, narró que el propósito es recopilar las tradiciones culinarias de las generaciones pasadas que surgieron del encuentro cultural entre los indígenas y los invasores europeos, en este caso los españoles que fundaron la ciudad.
“La investigación ha sido difícil porque de este tema no hay textos escritos. Todo lo hemos recolectado de voz a voz”, dijo. “Hay familias compuestas por personas mayores que todavía conservan las costumbres de preparar platos tradicionales, como la turmada, las sopas de chorotas y la de fritas”.
En cuanto a bebidas mencionó la chicha, la aromática de limonaria con papayuela o el ponche de guarapo con huevo. Al igual que los buñuelos batidos, la torta de galleta y el dulce de papayuela.
Expresó que después de comparar las recetas y verificar que son las auténticas fórmulas, las llevaron al recetario en donde se explica la forma sencilla de prepararlas, ilustrándolas con las respectivas fotografías.
Aseguró que la turmada es el plato típico de los pamploneses que se prepara con cema de agua, papa, leche, queso campesino, cilantro, cebolla larga y sal al gusto.
Mencionó la chicha que era la bebida ancestral y predilecta de los indígenas que poblaron la región.
De esta manera en el futuro se tendrá una documentación bien fundamentada sobre la verdadera gastronomía criolla pamplonesa.
Por su parte, Vanessa Pérez Arciniegas, aclaró que la gastronomía hace parte del patrimonio inmaterial de la ciudad y es por eso que hay que rescatarla para que las futuras generaciones sigan degustando estos exquisitos platos.
La docente de artes visuales y quien orienta al Colectivo Museología, Inés Beatriz Mogollón Jerez, señaló que igualmente se constituye en un aporte significativo para el fomento del turismo y la cultura. Sobre el por qué estudiantes de artes visuales trabajan en este tema, la educadora aclaró que dentro del programa hay una línea de profundización sobre gestión cultural y que en la investigación sobre patrimonio material e inmaterial está incluida la gastronomía de la ciudad.
Degustación
Las investigadoras del proyecto ofrecieron a las personas que se encontraban en la Casa Águeda, que fue de propiedad de la prócer pamplonesa Águeda Gallardo, uno de los platos que se encuentra en el recetario: buñuelos batidos que navegaban en almíbar.
La degustación estuvo acompañada por una aromática de limonaria con papayuela. La docente Rosa Moncada, dijo que fue una de las mejores maneras de recordar las delicias que en ataño se preparaban en Pamplona y hacen parte del legado dejado por las abuelas.
La Opinión
