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Duque: de senador estrella, a presidente

El presidente, Iván Duque Márquez, y la vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez, asumen el poder hoy en Colombia. 

Iván Duque traspasará, hoy, el umbral de la Casa de Nariño para convertirse en el nuevo presidente de Colombia, la guinda al pastel de una fulgurante carrera que le ha llevado en cuatro años de ser la estrella ascendente del Senado a la jefatura de Estado.

Tiene 42 años y llega cargado de promesas de renovación generacional desde la derecha, aunque pesa sobre él la sombra de uno de los rostros más conocidos de la política colombiana, el expresidente Álvaro Uribe, fundador del Centro Democrático, que ha sido fundamental en su carrera.

En la campaña para las presidenciales, que ganó el 17 de junio con 10,3 millones de votos, fue criticado por ser “el que diga Uribe”, como muchos simpatizantes del expresidente aseguraron que votarían, pero en la formación de su gabinete de ministros marcó un perfil propio al dar prioridad al carácter técnico del equipo.

Duque nació el 1 de agosto de 1976 en Bogotá en el seno de una familia acomodada de origen antioqueño por parte de padre y tolimense por el lado de su madre.

Pese a ser un hombre de derechas, su herencia política es de raíz liberal ya que, según cuenta, su abuela materna, Stella Tono, le regaló cuando era joven varios discursos grabados del caudillo Jorge Eliécer Gaitán, el gran mito del liberalismo colombiano asesinado en 1948, que memorizó de tanto escucharlos.

Sin embargo, su mayor influencia fue la de su padre, Iván Duque Escobar, político ya fallecido que perteneció al Partido Liberal y fue gobernador de Antioquia, ministro de Minas y Energía en la presidencia de Belisario Betancur y registrador nacional.

A pesar de eso, Duque entró en la política con el Centro Democrático, donde hizo su meteórica carrera.

Así se ha convertido en el rostro joven y amable del uribismo y ha oxigenado a la derecha colombiana, que vuelve al poder tras la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y la antigua guerrilla de las Farc, al que el Centro Democrático se opuso.

Cuando jure el cargo, se convertirá en el segundo jefe de Estado más joven de Colombia después del liberal Alberto Lleras Camargo, quien asumió la presidencia por primera vez a los 39 años por un breve periodo entre 1945 y 1946.

Deberá demostrar si en su papel de mandatario exhibe tanto desparpajo como el que mostró durante la campaña, en la que hizo gala de sus dotes de músico y bailarín y hasta interpretó canciones de Silvestre Dangond y Poncho Zuleta.

Su pasión por la música abarca desde el vallenato al rock y tampoco se amilana para arrancarse a entonar iconos del tango como “Mano a mano”, de Julio Sosa.

Duque también es un enamorado del fútbol y guarda en su corazón al América de Cali y a la selección colombiana, a la que animó fervientemente durante su participación en el Mundial de Rusia.

Se formó en el prestigioso colegio Rochester de Bogotá y posteriormente estudió derecho en la Universidad Sergio Arboleda de la misma ciudad. En Estados Unidos cursó un máster en Derecho Económico en la American University y otro en Gerencia de Política Pública en la Universidad de Georgetown.

La mayor parte de su vida profesional la desarrolló en ese país, ya que en Washington se desempeñó como consejero del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) durante cerca de una década.

En la capital estadounidense dio un giro en su vida personal: se reencontró con su antigua novia, María Juliana Ruiz, una abogada que trabajó diez años en la Organización de Estados Americanos (OEA) y con quien se casó en 2003. Juntos tienen tres hijos, Luciana, Matías y Eloísa, que estuvieron presentes en varios de sus mítines.

La juventud y la falta de experiencia en el servicio público de Duque han levantado ciertas suspicacias, pero él argumenta que su trayectoria es similar a la de figuras como el primer ministro canadiense, Justin Trudeau; el presidente francés, Emmanuel Macron, o la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern.

Duque ha asegurado que no quiere gobernar “con espejo retrovisor”; a partir de hoy deberá demostrarlo.

Mañana, en san Andrés

Soberanía. Esa será la palabra con la cual Iván Duque enmarcará su primer día de trabajo desde la Presidencia de la República. El 8 de agosto, muy temprano en la mañana, espera llegar en el FAC 0001 al aeropuerto Gustavo Rojas Pinilla de la Isla de San Andrés y Providencia.

Allí Duque, en compañía de la mayoría de sus ministros, hará su primer acto de gobierno con el que espera dejar sembrado el mensaje de lo que busca sea su mandato: atender las necesidades de los colombianos, velar por sus derechos y hacer valer la soberanía que, como en el caso de San Andrés, tendrá que defender.

El 9, en Tibú

Los consejos de seguridad también volverán a tener un protagonismo importante. El primero será el jueves 9 de agosto en el corazón de donde se está presentando el conflicto armado en Norte de Santander, en el Catatumbo. Con los altos mandos de la Fuerza Pública y el ministro de la Defensa, Guillermo Botero, el presidente Iván Duque llegará a Tibú.

Pero los consejos de seguridad no sólo tendrán lugar en las zonas rojas en donde la inseguridad está imperando, Duque ya anticipó que los hará en las capitales, tal y como le notificó al alcalde Bogotá, Enrique Peñalosa, porque le preocupan temas como el microtráfico y la extorsión, entre otros.

El 11, en Girardot

Duque replicará a su forma las constantes visitas a las regiones del entonces presidente Álvaro Uribe, en donde no solo los consejos comunales le servían para escuchar a los ciudadanos, sino también los recorridos por calles y caminos.

La versión Duque de los consejos comunales se llamará “Talleres construyendo país” y será cada semana. “Los sábados estaremos en los territorios haciendo un taller ‘Construyendo País’, en los municipios de Colombia para escuchar su realidad y para que el Gobierno de nuevo retome el diálogo con cada uno de los integrantes de los municipios”, ha dicho Duque. El 11 de agosto el primero será en Girardot.

El lío con Maduro

Difícilmente podrían haber terminado peor las tormentosas relaciones del saliente presidente Juan Manuel Santos con el gobierno de Nicolás Maduro. El líder venezolano involucró a su homólogo en un supuesto plan para asesinarlo mediante el uso de drones con explosivos en una parada militar en Caracas el pasado sábado, un señalamiento que Bogotá negó enfáticamente.

Y nada hace prever que la relación mejore entre los dos países -que comparten una frontera de 2.200 kilómetros bajo el mandato de Duque, quien en su cerrada oposición a Santos solo coincide con él en el rechazo a la dictadura venezolana.

Una vez elegido, Duque prometió trabajar en “una estrategia articulada, multilateral, de manera diplomática para que Venezuela haga una transición hacia elecciones libres”.

Así, Colombia seguirá al frente de la presión internacional sobre Maduro, mientras atiende la mayor ola migratoria de su historia desde Venezuela.

Ya son 820.000 los venezolanos que han sido regularizados en Colombia en los últimos años, según cifras oficiales.

Si Duque “comienza a contestar cada uno de los pronunciamientos de Maduro (...) va a dar material propagandístico y político para seguir exacerbando y convertirse en el enemigo real o imaginario del régimen bolivariano”, comenta el internacionalista Jairo Velásquez.

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Martes, 7 de Agosto de 2018
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