El premio Nobel de Paz para el presidente Juan Manuel Santos es un espaldarazo que llega en uno de los momentos de mayor incertidumbre en el país, generado por el resultado del pasado domingo, en el que los colombianos rechazaron, por un estrecho margen, el acuerdo alcanzado entre el Gobierno y las Farc, tras cuatro años de negociaciones en La Habana (Cuba).  

Después del revés electoral, el mandatario abrió un diálogo nacional con la oposición liderada por el expresidente Álvaro Uribe, cabeza visible de la campaña del No. 

Varios analistas nacionales e internacionales coinciden en que la decisión tomada por el Comité del Nobel fortalece a Santos, le da nuevas facultades para encursar la negociación y buscar, a toda costa, que la paz se convierta en una realidad para el pueblo colombiano. 

En suma, el premio es un mensaje para que persista en la materialización de la paz, en medio de las dificultades actuales. Tras conocerse del galardón, uno de los interrogantes que surgió es, ¿qué tanto puede el Nobel cambiar la difícil situación política del presidente y qué tanto puede alentar la renegociación?

La respuesta para muchos es positiva, pues el reconocimiento implica un respaldo de la comunidad internacional, que centra la atención de aquellos colombianos apáticos frente al tema de la paz, rompiendo de alguna manera la indiferencia de quienes se abstuvieron de votar el plebiscito. 

Y es que ante una decisión con tanta trascendencia internacional como es la de otorgar un Nobel que reconoce a lo mejor de la humanidad, muchos podrían cuestionarse la decisión que salió victoriosa el domingo y replantear la manera en la que han asumido los acuerdos alcanzados. 

Así mismo, se genera un mayor compromiso de parte de las Farc, quienes han manifestado abiertamente que persistirán en la consecución de la paz. El mismo Timochenko, líder de la guerrilla, aseguró en Twitter que “el único premio al que aspiramos es el de la #PazConJusticiaSocial para #Colombia sin paramilitarismo, sin retaliaciones ni mentiras”.

Para César Rodríguez, director de Dejusticia, el Nobel no solo premia los esfuerzos del presidente Juan Manuel Santos, sino también de las organizaciones de víctimas que vienen trabajando durante los más de seis años que lleva el mandato actual, por el camino negociado, como única forma de finalizar el conflicto.

“Se dio lugar a un cambio de paradigma en Colombia y la pregunta ahora es cuándo se va a dar la paz y no si se va a dar la paz. Más allá del impasse actual, es un cambio gigantesco de un país que no tenía esperanza de paz hace apenas cinco o seis años”, dijo.

En ese sentido, para Rodríguez, el Nobel es un impulso y un reconocimiento internacional que está por encima de cualquier partidismo o de favoritismo; y que le da un tono moral al proceso, que contrasta con la intriga política colombiana.

“Ayuda a evitar que un esfuerzo sobre el futuro de Colombia se desgaste en cálculos electorales del 2018 o en negociaciones entre dos sectores”, añadió.

Para el jurista, fue acertado que se haya entregado el reconocimiento al presidente Santos en solitario, sin el jefe de las Farc, Rodrigo Londoño, puesto que este representa a la Nación y por haberle apostado a la salida pacífica del conflicto.

El reconocimiento fue celebrado igualmente por el ministro de Justicia, Jorge Londoño, como “una invitación internacional a seguir trabajando para alcanzar la anhelada paz”, así como por el director de la Unidad de Víctimas, Alan Jara.

“Hoy es un día especial. El Nobel representa un reconocimiento del mundo a la convicción, ahínco y honestidad del presidente Santos en torno a la paz y la reconciliación. El que el presidente haya mencionado cómo las víctimas han sido su principal motivación es un reconocimiento a esos 8 millones de compatriotas que han sufrido el rigor del conflicto”, aseguró el funcionario.

Jara, quien fue víctima de secuestro por parte de las Farc, consideró que en este momento de incertidumbre “el Premio Nobel es un reconocimiento del mundo entero a todo lo que se ha avanzado en Colombia frente a la paz y las víctimas constituyen ocho millones de razones para culminar todo este proceso que conduce a la paz”.

La Comisión Colombiana de Juristas, CCJ, que trabaja por los derechos humanos, igualmente consideró el Nobel como un reconocimiento a las víctimas, las organizaciones sociales y la sociedad que ha abonado el camino de la paz.

“El #NobelDePaz es una señal contundente del respaldo internacional a la paz de Colombia. Esperamos que este importante reconocimiento sea un incentivo más para lograr la paz en Colombia”, señaló la CCJ en redes sociales.