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Lo único que está claro es la incertidumbre

Nadie sabe cómo se podrán renegociar los temas que ya estaban acordados.

La cerrada votación en el plebiscito por la paz, en la que la opción del No al acuerdo firmado entre el Gobierno y las Farc triunfó con un 50,21 % de los votos válidos, contra un 49,78 % de votos por el Sí (según el boletín oficial de las 8:39 p.m.) dejó al país ante un panorama incierto, aunque menos pesimista de lo que se preveía cuando empezaron a conocerse los resultados.

Porque, conociéndose de antemano la polarización que se vivía en torno al diálogo con la guerrilla, se sabía que un resultado positivo pondría en marcha un protocolo acordado para la desmovilización de los guerrilleros, una acción legislativa para la implementación de los acuerdos y un mecanismo de justicia transicional a la que se podrían acoger todos los que tuvieron alguna participación en el conflicto armado.

Pero nadie había hablado de qué debía hacerse en caso –como ocurrió— de un resultado negativo. El presidente Juan Manuel Santos siempre descartó un Plan B, confiado en que el triunfo era seguro; los negociadores de paz insistieron en que la negociación era la “mejor posible e imposible de reabrir” y los voceros de la guerrilla de las Farc manifestaron que no estaban dispuestos a volverse a sentar a dialogar, sino que lo ya acordado debía respetarse.

Por parte de los promotores del No, tampoco hubo nunca claridad de qué debería hacerse. Siempre hablaron de la necesidad de continuar con los diálogos, para mejorar los acuerdos, pero nunca plantearon cómo debería andarse ese camino. La única de ellos que lanzó una propuesta fue la excandidata presidencial del Partido Conservador, Marta Lucía Ramírez, quien habló de convocar un Pacto Nacional para diseñar una nueva política social y retomar el diálogo con la guerrilla, pero sin acabar de plantear ni quiénes harían parte de él, ni bajo qué parámetros se firmaría.

Por eso, una vez conocido el resultado de la votación de los colombianos se abrió un panorama incierto, en el que las primeras reacciones, según se palpó en las redes sociales, conformaban un abanico amplio, que incluía desde predicciones apocalípticas sobre el reinicio de la confrontación armada, hasta las optimistas que hablaban de que era inevitable continuar en diálogos de paz.

Las opiniones empezaron a concentrarse en la posibilidad de renegociar, cuando pasadas las siete de la noche se escucharon las declaraciones de los protagonistas que se esperaban con más ansia. Primero habló, desde Cuba, el comandante de las Farc, Rodrigo Londoño, quien descartó que las Farc piensen volver a la guerra armada y más bien describió el momento de esa guerrilla como el de un movimiento político que solo usará la palabra para lograr sus ideas de cómo llegar a la paz.

Pocos minutos después quien habló fue el presidente, Juan Manuel Santos, para anunciar que el cese bilateral se mantendrá vigente y que también buscará maneras de recomponer el diálogo, primero convocando a todas las corrientes políticas para buscar un acuerdo nacional y, luego, enviando a los principales negociadores de paz a sentarse de nuevo con la guerrilla.

Más de una hora después intervino el expresidente y senador, Álvaro Uribe Vélez, quien entregó una declaración más confusa, pero que en general también consistió en anunciar la intención de buscar puntos de encuentro con el Gobierno, los partidarios del Sí y la misma guerrilla, en aras de perfeccionar el acuerdo de paz.

Con ese panorama, lo que se abre ante los colombianos es un capítulo de incertidumbre. Y aunque nadie tiene claro cómo se podrán renegociar los temas que ya estaban acordados, ni cuánto tiempo tardará ese proceso, en el fondo prevalece la esperanza de que finalmente se encuentre una manera que convenza a todo el país de validar un punto final al conflicto armado, que lleva 52 años y sumará un tiempo más.

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Colprensa
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Domingo, 2 de Octubre de 2016
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