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Lograr la paz, un reto para las mujeres del Catatumbo

La FIP abrió espacio a lideresas para conocer su realidad.

Como parte de un ejercicio orientado a identificar oportunidades y acciones locales para hacerle frente a los desafíos que persisten en su territorio, la Fundación Ideas para la Paz (FIP) abrió un espacio de diálogo con un grupo de mujeres que ejerce liderazgo en el Catatumbo, y cuyas conclusiones fueron consignadas en el informe ‘Haciendo frente a la fragilidad: mujeres y paz en el Urabá y el Catatumbo’.

Las condiciones de vulnerabilidad a las que están expuestas, los impactos de la implementación del Acuerdo de Paz, las afectaciones que han sufrido con la reconfiguración del conflicto, pero también las iniciativas de acción colectiva que lideran para enfrentar todas estas situaciones, fueron analizadas durante los encuentros que hacen parte de una estrategia denominada La Incubadora.

Una de las principales conclusiones a las que se llegó durante estos diálogos, es que hay dos temas en concreto que intranquilizan a las mujeres de ambas regiones: la violencia sexual cometida contra mujeres y niñas por parte de los actores armados, y el reclutamiento forzado, un crimen que sufren en su mayoría los jóvenes y adolescentes.

 

Otros hallazgos

Según se reseña en el informe de la FIP, en el Catatumbo las lideresas han acumulado experiencias en Juntas de Acción Comunal, procesos de base y gestión de las necesidades de sus comunidades en medio de la reconfiguración del conflicto.

“Las mujeres toman decisiones dentro y fuera del hogar cuando llegan a ser parte de una junta de acción, de los Consejos Territoriales de Planeación o de los Consejos Municipales de Paz. La participación, el empoderamiento y la incidencia es un acto de resistencia y de resiliencia de las mujeres”, dijo una de las lideresas durante la investigación.

Pero en contraste con esa tenacidad, en el Catatumbo la vulnerabilidad de las mujeres es mucho mayor que la que se evidencia en otras zonas PDET, así como “el impacto diferenciado de dichas condiciones en las mujeres”.

Los investigadores también pudieron concluir que el enfoque de género del Acuerdo de Paz ha chocado con diversos desafíos durante su puesta en marcha, enfrentándose a dinámicas locales como la migración, el desplazamiento, la reconfiguración del conflicto armado, vulnerabilidades estructurales y los impactos recientes de la COVID-19, los cuales han profundizado las brechas de género.

A partir de los diálogos se encontró que, en el Catatumbo, la protección de las mujeres frente al conflicto y las violencias de género, debe ser una de las prioridades, toda vez que el subregistro de los casos reportados se mantiene y el acceso a la justicia es difícil. “Para hacerle frente pueden impulsarse los liderazgos de mujeres y las iniciativas de verdad, justicia y reparación, así como definir acciones y metas regionales para protegerlas e impulsar la equidad de género”, recomienda la FIP.

 

Trabajar para el narcotráfico, una de las pocas opciones

“Muchas mujeres se han dedicado a realizar actividades (en los cultivos de coca) como ‘raspachinas’ o ayudantes en la cocina, por el desempleo que vivimos dentro de la región. Esta ha sido una de las maneras para conseguir el sostenimiento de las familias”, dice en el informe unas de las mujeres consultadas por la FIP.

Según la Fundación Ideas para la Paz (FIP), en Norte de Santander, en 2018, el porcentaje de mujeres que se encontraba bajo el umbral de pobreza era del 42,4%, mientras que el promedio nacional fue de 26,9%. La brecha entre hombres y mujeres en la tasa de desempleo del departamento fue de 5,5% en 2019, cifra que ha ido en aumento.

Entre tanto, el último informe del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (SIMCI), reportó que, en 2019, Norte de Santander fue el departamento con mayor registro de cultivos ilícitos en el país, con un aumento del 24% con relación a 2018. El informe indica que para 2019, en el Catatumbo se registraron 41.749 hectáreas de coca, de las cuales 20.000 se concentraron en Tibú.

“En este contexto, las dinámicas del cultivo de coca, la “raspa” y la producción en general, siguen constituyéndose como una de las opciones de sostenimiento económico para las mujeres campesinas y migrantes, quienes se vinculan en diversos roles como “raspachinas”, cocineras o ayudantes, y se mueven entre cultivos en el bajo y medio Catatumbo”, se asegura en el informe de 44 páginas.

 

Dedicadas a la construcción de paz

A pesar del panorama que enfrentan, las mujeres en esta subregión de Norte de Santander están empeñadas en generar la interlocución con autoridades locales para la gestión de necesidades de las comunidades, así como impulsar proyectos productivos sostenibles y los canales comunitarios para el acceso a la justicia.

Una de esas mujeres es Rosa, una joven líder en la zona rural de San Calixto, quien fue entrevistada por la FIP. Junto a ella, varias catatumberas más han trabajado en proyectos productivos para el empoderamiento económico en su municipio. Desde sus iniciativas, Rosa y sus compañeras se han preocupado por las garantías de seguridad para la población civil, en particular de sus hijos e hijas.

“Somos las mamás, somos las que más sufrimos en la guerra, nos dejan viudas, huérfanas, sin hijos; hemos sido el paño de lágrimas de las demás compañeras. Es importante rescatar que en la región hay muchísimo talento y varias organizaciones entidades y universidades han ayudado mucho a que los jóvenes participen”, sostiene.

En ese sentido, el informe concluye que: “Recoger sus reflexiones resulta estratégico para identificar oportunidades que mitiguen riesgos como la violencia sexual, el reclutamiento forzado, la vulnerabilidad económica y la inequidad”.

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Sábado, 6 de Febrero de 2021
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