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Política
Norte de Santander y un retorno que empieza a tener impacto electoral
Esto se ha convertido en un punto de quiebre en la historia de la frontera.
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Lucy Araque
Lucy Araque
Sábado, 29 de Septiembre de 2018

Las elecciones legislativas y presidenciales que tuvieron lugar en marzo, mayo y junio pasado, para definir la recomposición del Congreso, así como el nuevo presidente de los colombianos dejaron un evidente ganador en Norte de Santander: el partido Centro Democrático. 

Esta agrupación aumentó en cerca de 30.000 su votación al Senado y en casi 27.000 la de Cámara, lo cual les permitió asegurar un representante para el periodo 2018-2020. Hasta el preconteo, la candidata Milla Romero se daba como una segura senadora, pero en los escrutinios la historia cambió y esa curul finalmente se perdió.

Lo cierto es que después de no tener ningún parlamentario elegido por la región para el cuatrienio anterior, el uribismo no solo logró meter a uno de los suyos en el Congreso sino que también se convirtió en el departamento donde Iván Duque obtuvo -en primera y segunda vuelta- el mayor porcentaje de votos, 61 y 77,89%, respectivamente.

Este resultado lleva implícito un elemento que se ha convertido en un punto de quiebre en la historia reciente de la frontera colombo-venezolana y que -además de alterar de manera significativa todos sus indicadores- seguirá influyendo en la escena electoral: el retorno, como parte de la crisis migratoria.

La crítica situación que afronta el país vecino y que ha obligado a centenares de miles de personas a emigrar hacia Colombia y a otros lugares del continente buscando mejores condiciones de vida, fue capitalizada de manera exitosa por el Centro Democrático, partido que -bajo la tesis de la amenaza ‘castrochavista’ y  el riesgo de correr el mismo camino de Venezuela si se elegía un proyecto ‘populista’- terminó por conquistar adeptos y votos. 

Buena parte de estos apoyos pudieron ser de colombianos alarmados por lo que está pasando en el otro lado de la frontera, pero es cierto también que muchos votos han empezado a cambiar de territorio. 

Según cifras de Migración Colombia a corte de junio, cada día, en promedio, unas 4.664 personas de las 40.621 que ingresan por los pasos limítrofes no regresan a su país. Pero, tampoco todas se quedan en Colombia.

¿Votos importados?

Eduardo Espinel nació en Venezuela, pero sus padres y abuelos son colombianos. Llegó a Colombia hace dos años, tras el cierre de la frontera ordenado por Nicolás Maduro, en agosto de 2015. Desde entonces, lidera  ‘Venezolanos en Cúcuta’, una fundación dedicada a organizar, hacer seguimiento y tender una mano a los venezolanos residentes en esta región. Así se ha ganado el reconocimiento de sus coterráneos e incluso de figuras como la exdiputada María Corina Machado.    

Durante la pasada contienda legislativa y presidencial se dijo que esta plataforma sin ánimo de lucro ayudó a movilizar votos en favor del uribismo aprovechando su información (censos), el respaldo económico que recibe de empresarios y su influencia en la comunidad colombo-venezolana. Espinel no lo confirma de manera explícita, aunque reconoce que hubo un vínculo con la campaña de Iván Duque. “Nosotros vimos la mejor opción que tenía Colombia, porque venimos sobrellevando el ‘castrochavismo’ durante más de 19 años en Venezuela. Lo que hicimos fue hacer un llamado para despertar conciencia. Un llamado a no repetir la historia”, dijo.

Explicó, además, que durante el plebiscito impulsado el año pasado por la oposición venezolana, en contra de la Asamblea Nacional Constituyente promovida por el presidente Maduro, él y su fundación movilizaron 11.721 personas que hacen parte del censo con el que cuentan y de las cuales, afirma, un 75% tiene cédula colombiana. 

Por eso, no descarta que muchos de ellos hayan votado para el Congreso y para la Presidencia en Norte de Santander.

Pero este líder venezolano va mucho más allá. Asegura que gracias a su trabajo humanitario ha detectado una población flotante integrada por al menos 70.000 compatriotas suyos -con cédula colombiana- que podría incidir en términos electorales a futuro: “pues, aunque no están todavía certificados por el Consejo Nacional Electoral, porque son jóvenes que hasta ahora están haciendo su requerimiento (de la cédula) y que votaban era en Venezuela, ya están radicados aquí”. 

Para Espinel, de lo que se trata es de una población colombo-venezolana que hace parte de esa historia de intercambio que por décadas existió entre ambos países.

“Allá había más de 4 millones de colombianos haciendo vida en Caracas, en distintos estados. Hoy -por culpa de la crisis- ya muchos están radicados acá. Algunos todavía no están inscritos en la censo electoral y no pudieron votar, otros sí”, explica Espinel.  

A mediados de junio pasado, una vez finalizó el proceso de Registro Administrativo de Migrantes Venezolanos en Colombia (RAMV), una especie de censo que adelantó el Gobierno para conocer en detalle la radiografía de la migración venezolana,  el Ministerio de Relaciones Exteriores estimó en 250.000 el número de colombianos retornados desde el vecino país. Llegaron principalmente al Atlántico, a Bogotá y a Norte de Santander, aunque esos mismos informes no precisan cifras exactas por región.

Nuevos ciudadanos colombianos, las cifras inquietan

Los resultados de marzo, mayo y junio pasado en términos electorales, sumado a las cifras migratorias que cada vez son más precisas, ya generan inquietud entre quienes hacen cuentas para las elecciones locales y regionales de 2019.

Según los registros de Migración Colombia, hasta el 30 de agosto pasado, la población venezolana en Colombia sumaba 935.593 personas, sin contar los 250.000 retornados. De ellos, 468.428 son migrantes regulares, es decir, que cuentan con visa o Permiso Especial de Permanencia (PEP) y otros 361.399 están en proceso de regularización a través del  RAMV, pues pese a tener una vocación de permanencia en el país, no contaban con ningún registro vigente en Colombia; es decir sin cédula de extranjería, visa de permanencia, Permiso de Ingreso y Permanencia (PIP) o el PEP vigente.

Las estadísticas recopiladas por la Cancillería colombiana muestran que en los últimos tres años el número de venezolanos que ingresó a nuestro territorio pasó de 7.737 en 2015 a 232.776 durante 2018. El aumento ha sido de 3.157%.

De las 442.462 personas que se registraron entre el 6 de abril y el 8 de junio pasado en el RAMV, 106.389 aseguraron tener algún vínculo o parentesco con colombianos y 59.366 dijo vivir con ellos. Muchos de ellos podrían aprovechar esas redes familiares para buscar su nacionalidad colombiana.

Llama la atención también que 369.506 ciudadanos registrados confirmaron a las autoridades colombianas su interés de establecerse en este país a largo plazo, es decir, por más de un año. Tan solo 2.863 personas manifestaron la intención de retornar a su nación en un plazo corto.

Las regiones con mayor presencia de venezolanos en Colombia son Bogotá (23,5%), La Guajira (11,7%) y Norte de Santander (11,4%). En esta última región, las cifras de Migración señalan que hay 106.657 personas provenientes de Venezuela repartidas en 36 de sus 40 municipios. De ellas, 82.285 están debidamente registradas en el reciente censo del Gobierno Nacional.

Por su parte, la Registraduría Nacional informó que durante 2017, 9.421 ciudadanos venezolanos con padre o madre colombiana, mayores de 18 años,  se acercaron a una de las sedes de la entidad a tramitar su cédula de ciudadanía. En el primer semestre de este año lo hicieron otros 12.288, para un total de 21.709 nuevos ciudadanos colombianos a la fecha.

Muchas de esas personas no necesariamente están radicadas en el departamento, pues algunas de ellas siguen viviendo del otro lado de la frontera, pero la cruzan para tramitar un documento que les permita acceder a beneficios que ofrece el Estado colombiano en salud, educación y hasta empleo. Ellos, sumados a los 70.000 de los que habla el presidente de ‘Venezolanos en Cúcuta’, Eduardo Espinel, podrían hacer la diferencia en unas elecciones territoriales como las que tendrán lugar el próximo año.

Estas estadísticas conducen al siguiente análisis: en municipios como Villa del Rosario, por ejemplo, que conecta a Colombia con Venezuela por el puente internacional Simón Bolívar, con enorme presencia migratoria (22.050 personas hasta junio 8 de este año), esta dinámica resultaría decisiva en términos electorales. 

Allí, el último alcalde, Pepe Ruiz Paredes, se eligió con 17.294 votos y el concejal con la mayor votación  solo necesitó 1.070 tarjetones marcados a su favor.  En esta localidad del área metropolitana de Cúcuta, la inscripción de cédulas aumentó 37% entre 2014 y este año. La tendencia se mantendría de cara a los  comicios del próximo año, pues se trata de una elección completamente local en la que suelen desplegarse estrategias mucho más eficaces para capturar votos.

Cúcuta es otro punto neurálgico de concentración de ciudadanos venezolanos (37.153) y registra datos reveladores del impacto que generaría la migración en la escena electoral.  Al  analizar la cifra de cédulas inscritas para las elecciones legislativas y presidenciales, se evidencia un aumento del 43% (30.950 personas más en el Censo Electoral), que en las mismas elecciones de 2014. El Centro Democrático y el Partido Conservador, que tuvieron un discurso similar en torno a la crisis venezolana obtuvieron las mejores votaciones en la capital del departamento con entre 52.000 y 54.000 votos, el pasado 11 de marzo.

En esta ciudad, el actual alcalde se eligió con cerca de 103.000 votos, lo cual deja ver que si por lo menos la mitad de los casi 40.000 migrantes que hay en la ciudad tienen participación en la nueva contienda, sumarían un 20% decisivo para desequilibrar cualquier balanza.

En ese sentido, el concejal del CD, Juan Carlos Capacho, reconoce que la población migrante y los retornados que tienen su cédula colombiana, sí serán determinantes pues, según él,  son votos nuevos que están basados en una experiencia que no se quiere repetir y confían en un discurso y en unas propuestas diferentes al populismo al que están ya acostumbrados y al que ahora le temen.

Hay otros casos inquietantes en el departamento. El de Ábrego, municipio de la convulsionada subregión del Catatumbo, es uno de ellos. Allí han llegado a residir 442 personas provenientes del vecino país. Al cierre del proceso de inscripción de cédulas del año pasado, esta fue una de las localidades del país que más llamó la atención por el elevado aumento del Censo Electoral, pues pasó de 315 cédulas registradas hace cuatro años, a 771. Eso quiere decir 145% más. 

Es evidente que en esta ocasión hubo nuevos liderazgos políticos en la zona que lograron apoyos importantes para partidos como Cambio Radical que ganó allí en las elecciones al Congreso. Pero también es necesario subrayar la similitud que guardan la cifra de nuevos inscritos (456) con el número de habitantes nuevos en esa localidad (442) ¿Simple coincidencia o nuevas clientelas entre migrantes? En Ábrego un alcalde se puede elegir con 5.000 votos y un concejal con cerca de 500.

Edgar Díaz, exgobernador de Norte de Santander (2012- 2015) y ahora senador de la República por Cambio Radical, ha sido uno de los primeros en manifestar inquietud por el impacto de la migración en la reconfiguración del mapa político local del próximo año.

“Eso es peligroso porque la gente vota y no sabe ni siquiera por quién votar”. Su expresión resalta el riesgo de que por necesidad y/o por desconocimiento, los nuevos votantes pueden ser muy manipulables, tanto o más que quienes son seducidos por las tradicionales estructuras clientelistas ya existentes en la región.

Aunque todavía falta más de un año para la nueva cita democrática, las distintas fuerzas que juegan en el escenario local ya empezaron a mostrar sus cartas y a tantear el terreno, con el fin de asegurar coaliciones y apoyos claves para una victoria. En esa carrera, sin duda, estará el Centro Democrático, que intentará volver a ser protagonista, tal como lo fue este año.

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