El resultado electoral de la primera vuelta presidencial del pasado 27 de mayo dejó muchas sorpresas. Una, que el llamado candidato de las maquinarias Germán Vargas Lleras perdió de forma contundente y otra, que como pocas veces en la democracia colombiana el voto libre o de opinión pesó mucho más y se ubicó por encima de los partidos tradicionales, que como el Conservador y el Liberal parecen estar en una crisis.
Las cifras no están muy lejos y así lo demuestran. Entre los dos candidatos presidenciales que recogieron la franja de los independientes e inconformes, Gustavo Petro y Sergio Fajardo, llegaron a los 9.4 millones de votos, mientras que los aspirantes de la derecha, la maquinaria o los partidos tradicionales, Iván Duque, Germán Vargas Lleras y Humberto de la Calle Lombana, sumaron entre los tres 9.3 millones de votos.
No es mucha la diferencia y seguramente no sirve para calcular o proyectar un eventual resultado del próximo 17 de junio, día de la segunda vuelta presidencial, pero las cifras demuestran que los colombianos se identifican cada día menos con la tradición política que tuvo Colombia por más de un siglo de ser un país de liberales y conservadores.
En julio próximo, el día 16, el Partido Liberal cumplirá 170 años de existencia, sin embargo desde 1994 –hace 24 años– no gana la Presidencia de la República con un candidato propio sino que ha apoyado a candidatos que han sido de ideas liberales en algún momento.
Un año menor, 169 años, es el Partido Conservador, que tiene al antioqueño Belisario Betancur Cuartas como el último presidente de la República elegido con las banderas azules (1982), aunque en 1998 estuvo en la Casa de Nariño Andrés Pastrana, pero fue él quien le dio paso a las coaliciones multipartidistas que en la actualidad siguen vigentes y permiten a los partidos tradicionales estar actuantes.
Al respecto, el profesor Alejo Vargas sostiene que “desde el posfrente nacional los partidos tradicionales han venido progresivamente perdiendo capacidad de influir en el electorado.
Yo creo que ya desde los años 90 ninguno de los partidos por sí solo tiene capacidad de influir sobre el electorado. Eso es un proceso progresivo, pero digamos que lo que tiene que ver con la elección de congresistas, los partidos sí siguen siendo bastante importantes para hacerlo, por lo menos mientras no se cambian las reglas electorales”.
Para el analista Carlos Andrés Orjuela, los resultados de la semana anterior demuestran “que tenemos los dos partidos tradicionales absolutamente desvencijados y débiles. Las estructuras de estos dos partidos siguen siendo mucho más regionales, más locales que centros urbanos, aunque aquí hay una relativa estructura que ya también se ha debilitado”.
Pero mientras esa crisis de credibilidad golpea a los partidos tradicionales y algunos más jóvenes como la U y Cambio Radical, hay unos que también son relativamente nuevos y que han crecido en electorado y presencia en el Legislativo.
Uno de ellos es el partido Mira, que está por cumplir 18 años y es la más antigua de las colectividades cristianas del país. Hace cuatro años estuvo a punto de desaparecer por un fraude del cual fue víctima y le llevó a perder sus curules en el Senado de la República.
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Su presidente, Carlos Baena, hoy senador, al referirse a la crisis de los partidos tradicionales, sostiene que “está influyendo en que la ciudadanía es mucho más informada, se está avanzando en cultura política, las redes sociales han influido para que la gente tenga un voto mucho más a conciencia. El debate de hoy en día tiene mucho más arraigo en los temas de los valores”.
La presencia regional de los partidos, que es más evidente en las elecciones de Congreso y las locales, muestran que los liberales y conservadores allí priman por sus líderes y no por los principios de la colectividad como tal.
“Tanto el Partido Liberal como el Conservador son débiles en las grandes ciudades, donde está la mayoría de votantes y el grueso del censo electoral. Siguen siendo relativamente fuertes o por lo menos se sostienen en las regiones, pero ya cada vez menos y en las regiones cada vez más toman calado otro tipo de partidos”, sostiene el analista Carlos Orjuela.
Esas nuevas expresiones de la política, en concepto del senador Baena, se dan porque se es coherente con lo que se propone y se actúa, “Mira ha crecido es porque quienes estamos en el partido tenemos unos principios y valores que tienen un origen cristiano, pero no basta con eso, sino que lo más importante es que se demuestra en las prácticas políticas que se asumen. Hay un principio de servicio, porque para nosotros la política es para servir y no para servirse de ella.
Pero aunque esa crisis de ideología parece imponerse, en concepto del expresidente de la República, César Gaviria Trujillo, jefe actual del liberalismo, los partidos tradicionales se van a mantener, ya que otros que han venido apareciendo en los últimos años se han hecho para defender las ideas de una persona pero no de una colectividad.
“El régimen de partidos de Colombia tiene una larguísima tradición. Uno de los que están más organizados es el Liberal, que tiene una organización que viene desde el siglo XIX. Hay otros partidos que se crearon para elegir personas, no sé si esos partidos sobrevivan a este proceso. El partido Liberal, el Conservador y el Polo van a ocupar el espacio político, esos que se formaron para elegir personas, la tendencia es que van a desaparecer”, sostuvo.
Así las cosas, lo del pasado 27 de mayo fue un campanazo para los partidos tradicionales, que vieron que no solo los votos de opinión en las grandes ciudades, sino en las regiones, pueden llegar a definir desde presidente de la República hasta la presencia en el Senado y la Cámara de Representantes, escenarios desde donde realmente se hacen importantes estos partidos para subsistir.
