Los tres primeros meses de Gobierno definitivamente no han sido los esperados por el presidente Iván Duque y su mentor, el expresidente Álvaro Uribe, a pesar de la expectativa con la que fue elegido y con la que llegó a la Casa de Nariño, el pasado 7 de agosto.

Una caída en la popularidad de más del 26%, una débil coalición en el Congreso de la República que no le ha permitido consolidar su agenda legislativa y una lluvia de críticas por la polémica Ley de Financiamiento con la que busca llenar el hueco en el presupuesto de 2019, son tan solo algunas de las circunstancias que enfrenta hoy el jefe de Estado.

En vista de este panorama y de que ni su propio partido, el Centro Democrático, ha logrado rodearlo, pues tanto sus decisiones, como los proyectos que ha presentado en Senado y Cámara han generado algunos roces con los miembros del uribismo, el jefe de la colectividad, el senador Uribe, decidió salir a echarle una mano a Duque en estos momentos de turbulencia por los que atraviesa.

Si bien desde la oposición han insistido una y otra vez en que el también expresidente es quien guía los pasos del actual mandatario, durante los cien días que lleva al frente del país, los dos han tenido también ciertas diferencias que se han hecho evidentes en los temas de paz y con la misma Reforma Tributaria.

No obstante, en esta oportunidad Uribe decidió salir abiertamente a salvarle la agenda a Duque y a través de su cuenta de Twitter anunció que en este momento tiene tres propósitos políticos inmediatos:

-Apoyar al presidente en la búsqueda de la mejor solución tributaria: esto, teniendo en cuenta que hoy casi todos los partidos, incluido el mismo Centro Democrático, están en contra de una o varias de las propuestas que plantea la Ley de Financiamiento y en ese sentido, su futuro en el Congreso es incierto.

-Unidad del Centro Democrático: como lo ha hecho en los momentos más difíciles de su partido, Álvaro Uribe empezará una cruzada para limar las asperezas que ya son características en esa colectividad y que hoy se están convirtiendo en un punto en contra para los intereses del jefe de Estado. Recién empezó a conformarse el gabinete ministerial y el equipo de gobierno,  algunos miembros del uribismo, como la senadora María Fernanda Cabal, manifestaron su abierta molestia por algunas de las designaciones hechas por Duque.

En este punto, Uribe también deberá lograr que todos los miembros del partido se pongan de acuerdo frente a las posiciones que van a asumir, puesto que durante lo que va corrido de esta administración, se han presentado serias diferencias con el Gobierno en ciertos aspectos programáticos. A muchos, por ejemplo, no les simpatizó el hecho de que el presidente hubiera permitido la presencia de Timochenko en la Casa de Nariño, tras la Consulta Anticorrupción. Días atrás, la senadora Paloma Valencia también cuestionó públicamente la falta de apoyo del Ejecutivo a sus proposiciones dentro de la Reforma a la Justicia, a pesar  de que ella ayudó a elegir al presidente.

Otros, por su parte, le han reprochado a Ernesto Macías que no consultara su propuesta de convocar a una constituyente para salvar la agenda legislativa, con el Gobierno. 

-Coalición interpartidista para concertar y apoyar las reformas del Gobierno: hasta ahora, la bancada de Gobierno conformada por el Centro Democrático, la U y los conservadores no ha logrado los resultados esperados y es así como hoy, la agenda oficial para esta primera legislatura está rezagada y con la amenaza del tiempo en su contra.

A esto se le suman los malos resultados del histórico acuerdo con todos los partidos para impulsar los proyectos anticorrupción. Por eso, Uribe se ha propuesto liderar una coalición mayoritaria que le permita al Gobierno avanzar en las iniciativas más urgentes que tiene en curso, como la Reforma Política, la de Justicia y la Tributaria, entre otras.