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El barrio ‘paraíso’ de la costura

Ese sector de la ciudadela Juan Atalaya nació como una invasión ocupada por familias de escasos recursos.

La costura es una de las fuentes de empleo que hay en El Paraíso, un barrio de la ciudadela Juan Atalaya. En este sector de 20 cuadras hay varios talleres dedicados a coser y estampar blusas, batas, franelas y otras prendas de vestir.


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Se trata de negocios de familia, en los que padres e hijos se unen diariamente para confeccionar esos productos, luego venderlos al por mayor en los diferentes almacenes del centro de Cúcuta.

Para Orlando Díaz, quien tiene 25 años trabajando en la costura, cree que este negocio ha sido una bendición para él y su familia, puesto que con las ganancias de cada docena de mercancía vendida ha podido educar a sus hijos y apoyarse.

Él trabaja junto con su esposa y dos empleadas en su vivienda. Es organizado y diariamente inicia su jornada laboral a las 7:00 de la mañana hasta las 6:00 de la tarde. La meta es aumentar su producción semanal de prendas y darles empleo a más personas de El Paraíso.

 

El taller de los Díaz

Orlando se dedica a sublimar, que es una técnica en la que se añaden imágenes a las telas con una plancha gigante. En esa labor lo apoya su esposa, quien tiene la tarea de separar cada tela y los moldes de las figuras que se plasmarán.

Orlando Díaz

Díaz se encarga de poner esos dos elementos en esa máquina, que compró hace poco en $2 millones para hacer crecer su negocio, antes solo estampaba de manera artesanal, pero sus ansias de aumentar su catálogo lo llevaron a invertir en esa plancha.

Su esposa sabe detalladamente cuáles prendas se sublimaran y con cuál figura: sus 25 años de trabajo la han convertido en una experta en el tema.

Esa labor la cumplen en el segundo piso de su casa. Las telas sublimadas las bajan a la primera planta, donde hay dos empleadas que arman, en sus máquinas de coser, cada prenda.


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Las dos mujeres le ponen el ‘toque secreto’ a las prendas, pues en sus manos está la responsabilidad de pasar diferentes recortes de tela, entre ellas las ya estampadas, por las máquinas para coser las prendas de vestir.

Finalmente, uno de los hijos de Orlando Díaz se encarga de tomarle fotos a la mercancía y ofrecerla a los clientes.

“Acá todos nos ayudamos, esto nos ha dado durante más de dos décadas dinero y amamos este trabajo. Mire que podemos apoyar a varias personas con este taller”, comentó Orlando.

Según Raúl Ortiz Carvajalino, presidente comunal de El Paraíso, en el barrio hay cerca de cinco talleres de costura, ese trabajo le ha traído ganancias para las familias y ha sido una fuente de empleo para el barrio.

“Acá las familias se han apoyado, se conocen de toda la vida, por lo que se dan trabajo en los talleres. Es una labor bonita”, resaltó el líder comunal.

 

La ‘guerra’ por el agua 

Raúl Ortiz recuerda que antes que les pusieran agua potable a cada vivienda, a las familias les tocaba traer el preciado líquido desde la parte alta, que colinda con el barrio Motilones, desde una llave.

El problema era que si los vecinos de El Paraíso abrían la llave, algunas casas del otro sector se quedaban sin el suministro, generando una especie de ‘guerra’ entre las personas.

“A uno le tocaba pararse ahí y no dejar que cerraran la llave, porque si uno se movía nos dejaban sin agua y padecían las familias. Fue para el 2000 que pusieron los contadores y el acueducto”, comentó el líder comunal.

Algunas casas de El Paraíso siguen siendo de tablas y techo de zinc.

Y añadió que en esa misma fecha pusieron la luz, antes se colgaban de postes con cables y pasaban la energía en extensiones casa por casa. El alcantarillado lo construyeron en parte los vecinos, quienes no soportaron más tener que abrir pozos sépticos para enterrar las heces fecales y echarles cal para que no oliera mal.

 

Luz sabe toda la historia

Luz Gloria Gómez ha visto la historia de El Paraíso desde su pequeña tienda. La mujer llegó al barrio en 1980, cuando ese sector de la ciudadela Juan Atalaya nació como una invasión ocupada por familias de escasos recursos.

Luz Gloria Gómez

La mujer de 60 años reconoce que este sector ha cambiado durante años, pues en sus inicios fue un tierrero al que llegaron las familias a construir sus viviendas con latas de zinc y tablas.

Gómez recuerda que hace 30 años la iglesia Santa Lucía era una pequeña capilla, pero ella con el apoyo de sus vecinos y el párroco de aquel entonces reunieron los recursos para comprar los materiales necesarios para transformar ese templo.


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Ahora está hecha en cemento, ladrillo y diferentes elementos que la han convertido en un lugar agradable para los creyentes que se reúnen cada domingo. “Esta iglesia es una obra de todos, los pelados nos apoyaron para lijar la pasta, pasar ladrillos, echar cemento, entre otras cosas”, comentó la mujer.

Luz Gloria es amable y sigue trabajando en su tienda, donde diariamente atiende a sus vecinos, quienes la reconocen como una de las personas más antiguas de El Paraíso y de las que más quiere el sector.

 

¿Por qué se llama El Paraíso?

La versión que tienen los vecinos es que la fundadora del barrio, la señora Marina Miranda es una fiel creyente en Los Testigos de Jehová, por lo que en medio de su devoción bautizó al sector como El Paraíso, haciendo alusión a la ‘tierra prometida’ que Dios le profetizó a Abraham.

Cuando la Alcaldía le otorgó el estatus de barrio en 1986, Marina fue de las personas a las que reconocieron como un ‘pilar’ en la consolidación del sector como una zona pacífica y en la que la comunidad se apoya mutuamente.

Personas pacíficas

Raúl Ortiz, presidente comunal, señaló que en el barrio afortunadamente ya pasaron los años violentos y por el contrario la gente es unida y cada fin de semana tienen la costumbre de sentarse en alguna tienda para tomar cerveza y reírse.

“Acá usted puede dejar algo en la calle que no se lo roban, es algo que no pasa en diferentes sitios de la ciudad”, explicó el líder comunal.

El barrio colinda con Motilones, Cormoranes, Caracoles, Florida y Ospina Pérez. Según Ortiz, los vecinos de El Paraíso han buscado durante años construir un sector apacible, incluso pavimentaron varias calles, cuando para 2004 se aprobó un proyecto comunidad-gobierno con la Alcaldía de Cúcuta.

“Acá nos tocaba de a cuadrillas de a 15 echar cemento, pavimentar, echar pala, entre otras labores para tener las vías bonitas. Incluso, la vía principal que comunica Motilones con Cormoranes la hicimos nosotros”, indicó.

 

Las vías

Algunas vías están en mal estado. Los huecos y cráteres impiden que algunos vehículos transiten por allí, la comunidad le ha pedido en varias oportunidades a la Secretaría de Infraestructura de Cúcuta que les pavimenten.

Las calles de El Paraíso.

La comunidad espera que la avenida principal, que comunica a Cormoranes con El Paraíso y Motilones, sea reparada para octubre.

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Kevin Javier Beltrán León
Lunes, 19 de Septiembre de 2022
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