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Por los barrios
'El mago Capizzo' aprendió a llevar risas sin fronteras
La crisis fronteriza de agosto hizo que el venezolano Salvador Romero se quedara en Cúcuta y ahora es colombiano.
Martes, 26 de Abril de 2016

Como si fuera un truco de magia que hace en la tarima, 'Capizzo' pasó a tener doble nacionalidad en un abrir y cerrar de ojos, para quedarse Cúcuta enseñando lo que mejor sabe y que el arte no conoce de fronteras.

Nació en Barinas, Venezuela, pero desde hace un par de semanas es colombiano, y orgulloso muestra la contraseña que lo acredita como cucuteño, aunque con acento un poco diferente.

Entre truco y truco, asegura que vio la necesidad de estabilizarse cuando el gobierno de su país cerró la frontera, por lo que aprovechó que su esposa era colombiana para agilizar el trámite de nacionalización.

Cúcuta no era una desconocida para él. Tres años atrás  llegó al X Festival Internacional de Títeres, y se quedó.

Acá pudo iniciar el que, según él, es uno de los ciclos más importantes de un artista: dejar su legado. Es por ello que vive, duerme, trabaja y enseña en el Teatro Manotas, en el barrio La Nueva Esperanza, donde le dieron la mano para que su sueño pudiera continuar.

No solo encontró un lugar para vivir con su arte, sino el lugar ideal para dejar su legado. Sus alumnos son niños de las comunas 3 y 4.

Cuando se abre el telón, Salvador Eduardo Romero, 'El mago Capizzo', se transforma. Usa un traje vistoso de manga larga y saca una gran maleta para empezar con su número ante la mirada atónita de los niños que atestan el teatro.

Durante los 30 minutos que puede durar su función descresta con trucos de cartas, pañuelos, sombreros, pelotas y vasos que flotan... En este mismo escenario 'Capizzo', deja a un lado la magia y empieza un nuevo número detrás de un teatrino. Antes de ser mago fue titiritero.

Al caer el telón, deja el mágico personaje a un lado y Romero empieza a trabajar en las lecciones que les dará a sus pupilos al caer la tarde.

“Me gusta compartir mi talento, no soy egoísta”, explica. “Sueño con formar generaciones de circo, que los niños le agarren amor y respeto al arte desde chicos, y trabajo para eso”.

Aunque el mago ha recorrido una gran parte de Colombia presentándose en festivales nacionales, desea emprender una gira por Suramérica, que le permita seguir dejando una semilla artística para volver a Venezuela a formar una escuela de circo  y teatro en Barinas y brindarles una oportunidad a las nuevas generaciones de seguir con este arte.

Un payaso polifacético

'Capizzo' no está solo. Lo acompaña su doble compatriota Jesús Eduardo Contreras Azuaje, el payaso 'Pantaleón', quién también se nacionalizó hace un par de semanas.

Oriundo de Trujillo (Venezuela), Pantaleón es un artista polifacético. Su rutina combina humor, teatro, magia, marionetas y acrobacias, siendo este el sello del artista egresado de la Universidad Simón
Rodríguez como licenciado en desarrollo cultural.

Sin titubear, Pantaleón asegura que hace un año, cuando decidió instalarse en Cúcuta, tuvo que recurrir al teatro de calle para sostenerse. Optó por personificar a Charles Chaplin, para que su acento no lo delatara, pues aún no había solucionado su situación en el país. Llegó a la ciudad como invitado especial a un Festival de Payasos y se enamoró de Cúcuta y de su gente.

Sin cobrar un peso el arte del circo a decenas de niños de La Libertad, donde puede ser un payaso las 24 horas del día.

Pantaleón lleva 17 años en escena y cada día añade un ingrediente a su rutina. Lee y observa en internet sobre nuevas tendencias en esta rama y las aplica con sus pequeños aprendices.

Aunque artistas locales han tenido recelo porque tanto Capizzo como Pantaleón han sido tenidos en cuenta para proyectos oficiales, su talento es su carta de presentación.

Vestido de amarillo, rojo, verde, con peluca o con la cabeza a medio rapar, Pantaleón se roba todas las miradas, pues al tiempo que le saca carcajadas al público puede montar un monociclo y poner a bailar a una marioneta en miniatura.

Ambos artistas sueñan con emprender una gira por el resto del continente para dejar en alto el nombre de su país natal y del que los adoptó, pues de ahora en adelante serán Capizzo y Pantaleón, los colombo-venezolanos.

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