A diario decenas de niños llegan hasta la biblioteca de Manuela Beltrán para cerciorarse si ya está en funcionamiento, pues aunque ya tiene todos los implementos aún permanece a puerta cerrada.

Y es que según Juan Gabriel Hernández, presidente de junta, este espacio, que es apadrinado por el Club Rotario y  Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), aún no ha sido habilitado porque no tienen el servicio de internet, por lo que la comunidad pidió al municipio o a la empresa particular unirse a esta causa.

Hernández explicó que la biblioteca nació de una necesidad comunal y el esfuerzo colectivo de sus padrinos, pues hace un par de meses, los rotarios empezaron a montar la biblioteca en el antiguo comedor escolar construido por Acnur.

“Hicimos un cubículo en un rincón y acomodamos los estantes. Luego Acnur nos ofreció construir la biblioteca fuera del comedor y nos instalamos en un lote del barrio”, explicó Hernández.

En este nuevo espacio acomodaron los primeros 1.500 libros de anatomía, matemáticas, geografía, y obras literarias que consiguieron los rotarios y otros tantos que donó Acnur.

La nueva biblioteca también fue dotada con  ocho computadores pero el internet está pendiente.

En este mismo espacio se construyeron dos pequeños salones para las oficina comunal y la de víctimas.

“Queremos hacer algún tipo de enlace con el municipio y con la Red Municipal de Bibliotecas para que nos manden un bibliotecario que atienda acá a los niños y nos instalen internet”, explicó Hernández, mientras cierra las puertas de la biblioteca.

La comunidad está ansiosa por estrenar este espacio que les permitirá tener un espacio educativo y digital en su mismo barrio.

La Opinión