Con recelo, Laura Villamizar. guarda en el armario de su casa, el primer bolso que tejió en lana. Aunque desde niña se interesó por los tejidos, solo hasta hace un par de semanas hizo sus primeros pinitos en esta practica.
Villamizar, madre de seis hijos, y desplazada, hace parte del grupo de madres de Cormoranes que se capacitan tres veces a la semana en manualidades y tejidos, gracias al apoyo de la Gobernación mediante la Secretaría de Cultura.
Como en las torres gratuitas aún no hay salón comunal, las madres se reúnen en los pasillos de la torre 10 para su cita con las manualidades.
Se acomodan en sillas, bancas, o en ocasiones hasta en el piso, para tejer en lana, fique, o cualquier otro material que tengan a la mano, sus sueños de independizarse y sacar adelante a sus familias.
La cita es lunes, miércoles y viernes a las 2 p.m. y todas llegan puntuales. Además de aprender un nuevo arte, disfrutan la clase entre risas, y chistes. Las madres vieron en esta practica una forma de ocupar su tiempo libre.
“A esta hora me la pasaba viendo televisión encerrada. Me gusta venir porque estoy aprendiendo un oficio, y me distraigo mientras los niños están en el colegio”, dijo Miriam Rincón, otra de las participantes.
No tener dinero para comprar los materiales no es excusa para no hacer parte del curso, en cada clase les proporcionan agujas, hilos, lanas y fique. A cambio las madres se comprometen a seguir en la formación.
Aunque no han completado un mes de actividades las mujeres ya tuvieron una pequeña exposición de sus productos artesanales. El mes pasado ubicaron una mesa en la Feria Social que organizó el Ministerio de Vivienda y la Alcaldía, y vendieron sus primeros bolsos y gorros tejidos.
“Las que ya tenían algún material listo lo pusieron en venta, otras estamos guardando para una feria que vamos a realizar con ayuda de la Gobernación”, explicó Sonia Vargas, otra de las participantes.
Aunque la mayoría de las madres arrancaron desde cero en el curso, las de mayor experiencia, como María de los Ángeles Ríos, 54 años, son guías voluntarias.
“Acá lo importante es aprender entre todas. No hay recelo alguno y cada una aporta al curso de acuerdo a sus conocimientos”, dijo Ríos.
En el grupo de la comuna 7 hay mujeres con conocimientos en confecciones, lencerías, bisutería, y manualidades en material reciclable, y están en la búsqueda de apoyo estatal para dictar voluntariamente estos cursos y seguirse capacitando. Su mayor limitación es la falta de recursos para los materiales.
