“Mataron a su hijo” solo esa frase fue suficiente para que Ana Rojas, perdiera de inmediato el conocimiento y cayera al piso. Cuando reaccionó quiso que fuera un mal sueño, pero se encontró con la realidad, su hijo había sido asesinado a 554 kilómetros de distancia en Bogotá.
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La cucuteña describió ese momento como un dolor que ‘carcome’ el interior y nada lo sosiega.
“No hay palabra que consuele o que baje lo que uno siente en ese instante. Es morir también, es ver el mundo caer a pedazos”, dijo Ana.
Y aunque la travesía desde Cúcuta a Bogotá la hizo en el 2004, para tener a su hijo de 20 años muerto en sus brazos, aseguró que el dolor nunca se ha ido, solo bajó de intensidad y sigue ahí cada día de su vida.
“A mi hijo además de matarlo en medio del robo del carro que manejaba también le robaron los dos ojos para tráfico de órganos. Solo imaginar su agonía me quema todavía por dentro”, agregó.
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Para los expertos en piscología no hay palabras que puedan traer calma a una mamá que acaba de perder a su hijo. Nada puede quitar el sufrimiento que en ese momento sienten pero sí se puede brindar compañía y orientación profesional.
La psicóloga Marta Thomen señaló que es necesario pasar por un proceso de duelo natural con varias etapas para mitigar el impacto producido en la vida de la persona que ha perdido a un ser tan querido, como lo es un hijo.
“Frente a esta pérdida, se interrumpen todas nuestras proyecciones hacia el futuro esperado y se produce un desequilibrio en nuestra vida. Las expectativas que teníamos acerca de nuestra vida cambian y aparecen reacciones emocionales muy intensas, como la tristeza, la culpa, la rabia y el miedo”, explicó Thomen.
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Asimismo detalló cuáles son las etapas que se deben pasar:
1. Aceptar la realidad: Es difícil para una mamá o papá aceptar que ya no verá nunca más a su hijo, que no estará a su lado, que los planes a futuro se han desvanecido. Sin embargo, es el primer paso, aceptar la muerte.
2. Trabajar las emociones: La tristeza profunda estará presente en todos lados, con cada recuerdo y tratar de evitarla no es señal de superar la pérdida. Es necesario hacerle frente, expresarla, dejarla salir, llorar y desahogarse.
La culpa también se hará presente, pensar una y otra vez qué hubiese pasado si hubiera hecho algo, cómo dejé que pasará… El tormento de culparse de todas las maneras posibles sobre evitar lo inevitable.
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La ira, la rabia, la ansiedad, el miedo, entre otras emociones acompañarán a los padres en esta pérdida. No hay fecha exacta en que finalice esta etapa o que ya no se recaiga.
3. Adaptación a una nueva vida: Una vez pasadas las anteriores etapas la persona en duelo, debe reorganizar su vida, hacer nuevos planes que le den sentido a su existencia, para seguir adelante.
Una de las claves en este proceso por el que deben pasar los padres que se les ha muerto un hijo, según lo explica la psicóloga Silvia Álava, es que estén en todo momento acompañados de personas cercanas.
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“Se trata de un proceso difícil de asimilar. Hay que llorar, hay que airear los sentimientos y todos lo hacen de manera distinta. Por eso es fundamental la compañía, más no agobiarlos, solo estar ahí presentes”, manifestó.
Para esta profesional de la salud, la pérdida de un hijo nunca se podrá superar, solamente se integra la realidad a la vida que deberán seguir los papás.
“El paso del tiempo será un gran aliado para que poco a poco se vuelvan a las rutinas diarias, al encuentro de amigos, al deporte, intentarlo pero a su tiempo”, dijo.
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Asimismo, resaltó que cuando no es suficiente la compañía de personas cercanas, se debe buscar ayuda de un psicólogo para ir poco a poco pasando cada etapa y aprendiendo a vivir con este duelo.
Este hecho que pareciera impensable, en contra de la naturaleza, y que no deja de ser menos doloroso, por la edad del hijo o si se estuviera preparando para su partida por causa de alguna grave enfermedad, lo deben afrontar diariamente miles de mujeres y hombres en el mundo.
Maribel Gámez, profesional en psicología infantil y juvenil detalló que “no hay un tiempo determinado para cerrar el duelo pero se estima que aproximadamente en un año se haya asimilado la situación y se pueda continuar con la vida”.
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A su vez, aclaró que no significa que ya no se sienta dolor al recordar el hijo, pero debe haber disminuido.
“Algunos padres o madres buscan una explicación de por qué les pasó esto, y en muchas ocasiones no hay respuesta, sobre todo, cuando la pérdida ha sido por accidente o enfermedad”, aseveró Gámez.
Los profesionales coinciden en que ningún papá debería perder a su hijo y sufrir todo este proceso, pero por fuerte que parezca la vida debe continuar de alguna manera.
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