De Jorge Gaitán Durán, quien nació el 12 de febrero de 1924, en Pamplona, dicen muchas cosas: que era un gran poeta, aguerrido, un hombre con una alegría que se reflejaba en su rostro, un ser inteligente y prudente, pero, más allá de estos calificativos; era un escritor, periodista y crítico nortesantandereano considerado uno de los hijos más queridos en esta región.
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Su nacimiento estuvo antecedido por dos tragedias familiares, la muerte de su hermano mayor, Jaime, y la de su abuelo, el general Justo Leonidas Durán, quien peleó en la guerra de los mil días.
Aunque su padre, Emilio Gaitán Marín, ingeniero jefe del Ferrocarril de Cúcuta, y su madre, Delina Durán Durán, una hacendada reconocida en el departamento, decidieron viajar a Pamplona para buscar la mejoría de un segundo hijo llamado Hernando, no lo lograron. En 1964 volvieron a Cúcuta tras su fallecimiento, y es aquí en la Perla del Norte, donde nace su hermano menor, Eduardo.
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Sin embargo, esta decisión no lo separó de la Ciudad Mitrada, pues terminó sus estudios como interno en el Colegio Provincial de Pamplona. en su juventud se destacó por ser un buen deportista. Una de sus grandes aficiones fue el baloncesto.
A los 16 años empezó sus estudios universitarios en Bogotá. Era amigo cercano del escultor pamplonés Eduardo Ramírez Villamizar, con quien compartió apartamento; y del escritor y ex gobernador, Eduardo Cote Lamus.
"60 años sin el insigne poeta nortesantandereano"
En la capital de Colombia, estudió Ingeniería Industrial en la Universidad Nacional, pero no terminó. Después de un año, se fue a la universidad Javeriana para estudiar Derecho, carrera que terminó en 1946. Para entonces, sus actividades literarias ya habían comenzado en el periódico El Tiempo, y en el grupo ‘Los Cuadernícolas’ con Álvaro Mutis, Fernando Charry Lara, Fernando Álvarez, Helcían Martán y Guillermo Payán.
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Este hijo insigne de Norte de Santander se caracterizaba por tomarse la vida con cautela, como lo describió el nobel de literatura Vicente Aleixandre: "Un hombre inteligente que veía, pensaba y luego hablaba".
Tras su grado como abogado, incursionó en la poesía se inició al publicar el libro 'Insistencia en la Tristeza' (1946), ilustrado por su amigo Eduardo Ramírez Villamizar. En 1947 publicó ‘Presencia del hombre’ y en 1949 ‘Asombro’.