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El Catatumbo le produce diariamente a los narcos $8.000 millones
Cada día producen 854 kilos de coca y 1,06 toneladas de base en Norte de Santander.
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Domingo, 22 de Agosto de 2021

En el último año, en el Catatumbo se estarían produciendo diariamente 854 kilos de cocaína, lo que significa que los dueños de esa droga recibirían $4.697 millones, vendiéndola en Norte de Santander, pero si la envían a Estados Unidos o Europa las ganancias sobrepasarían los $15.000 millones.

Los productores de base de coca, en esta parte del departamento, también tienen jugosas ganancias a diario, pues cada 24 horas estarían sacando 1,06 toneladas de esta droga, lo que significa que sus ingresos llegarían a los $3.000 millones.

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Estas exorbitantes ganancias diarias son las que han llevado a que Norte de Santander se convierta en el primer departamento del país con más hectáreas cultivadas con hoja de coca y el segundo en producción de cocaína y base de coca a nivel nacional.

Y es que las cifras reveladas por el estudio que dio a conocer, hace menos de tres semanas, el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (SIMCI) de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), aseguran que de los 20 departamentos registrados con coca en el 2020, cinco concentran el 84 % del área total de siembras ilegales, que en su orden serían: Norte de Santander, Nariño, Putumayo, Cauca y Antioquia.

Gráfico de cultivos ilícitos

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“Norte de Santander se consolida como el departamento con mayor área sembrada en el país, con 40.084 hectáreas, con una leve reducción (4%) frente a lo reportado el año anterior (2019). Nariño, con cerca de 9.000 hectáreas menos, continúa ocupando el segundo lugar de afectación”, señaló el SIMCI.

Además, el aumento en la capacidad de obtención de cocaína dejó de depender exclusivamente del crecimiento del área cultivada. Esto se evidenció en una tendencia al mejoramiento en las prácticas agroculturales de los cultivadores en las hectáreas sembradas, así como un aumento en la capacidad de extracción del alcaloide en los laboratorios.

“Las regiones que más aportaron al total nacional de producción potencial de base de cocaína en el 2020 fueron: Pacífico 32 %, Catatumbo 25 %, Central 20 % y Putumayo-Caquetá 19 %”, también reportó el SIMCI.

Los cultivos ilícitos

Tierras apetecidas

Para Daniel Rico Valencia, politólogo, economista y analista de temas de seguridad y narcotráfico, el Catatumbo es muy apetecido por los narcos, porque está pegado a Venezuela y se les facilita mucho más sacar los cargamentos de droga.

Mapa de Norte de Santander y cultivos

“Hay una reubicación nacional de los cultivos hacia el Catatumbo, porque los narcos están dejando de mandar la coca en lancha y semisumergibles, para enviarla en avión desde Venezuela. Que haya una ruta estable por aire hacia Centroamérica, aumenta las ganancias”, indicó el experto.

Esta sería una de las causas que llevó a la consolidación de los cultivos y el incremento en los indicadores de productividad y rendimiento, generando que el Catatumbo se convirtiera en la segunda región con mayor producción de cocaína del país, en 2020, con 312 toneladas al año, 40% más que lo reportado en 2019, cuando fueron 223 toneladas, como lo aseguró el SIMCI.

El año pasado la producción anual de base de coca también aumentó, llegando a las 390 toneladas, mientras que la región Pacífico reportó 490.

Para el analista, los narcotraficantes se sienten más seguros en el Catatumbo, mandando la droga en aviones, porque es más controlable y en menos tiempo reciben las ganancias que esperan.

“Ellos sienten más riesgo en barco o semisumergibles, porque no pueden controlar mucho y el tiempo de espera es mayor. Imagínese, compran ahorita una tonelada de cocaína, la envían y se le demora varios días en llegar, luego para recibir el dinero deben esperar aún más. Mientras que en avión, envían la droga y en unas horas llega a su destino, y en la misma aeronave bajan la plata, entonces eso es mucho más rentable”, explicó Rico Valencia.

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Añadió: “a eso, súmele que en el Catatumbo los cultivadores tienen más experiencia agroindustrial, además, la tierra es favorable para sembrar, hay sol y buenas fuentes hídricas, a diferencia de otras zonas cocaleras, por eso se aumenta la productividad y los cultivos”.

Otra situación que analiza Daniel Rico es que en el Catatumbo tampoco hay control para los precursores químicos con los que procesan la cocaína en los laboratorios. “En Cúcuta o al otro lado de la frontera se consigue todo lo que se necesita, además, tienen el oleoducto que es donde se roban el petróleo para convertirlo en combustible que sirve para los cristalizaderos”.

Una fuente extraoficial contó que los laboratorios en el Catatumbo están trabajando al máximo las 24 horas del día, porque anualmente se dan cuatro cosechas y los insumos para el procesamiento de las matas llegan constantemente, “lo principal que es el combustible y la acetona, lo sacan del mismo petróleo que se roban, porque ellos tienen las refinerías artesanales para hacerlo. Lo mejor de todo es que para sacar la droga lo hacen por la frontera y como a ninguna autoridad le interesa hacer ese control fronterizo, los narcotraficantes viven felices”.

Procesamiento de la base de coca

Los municipios más cocaleros

Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, el 33% del total del área sembrada con cultivos de uso ilícito en Colombia, está concentrada en cinco municipios: Tibú, Tumaco (Nariño), El Tambo (Cauca), El Tarra y Puerto Asís (Putumayo).

“Tibú ocupa el primer lugar de afectación nacional con 19.334 hectáreas cultivadas con hojas de coca, representando el 13% del total nacional y el 48% en el departamento”, indicó el SIMCI.

Pero en el análisis también aparecen otros tres municipios de Norte de Santander con altas cifras en siembra y producción: El Tarra, Sardinata y Teorama.

El estudio del SIMCI también detectó que el incremento tanto de cultivos como de producción, se debe a la tecnificación y aprovechamiento de la mata, especialmente de la más conocida en el Catatumbo que es el injerto. Según el análisis, en 2015, de una hectárea sembrada, sacaban 5,4 kilos, hoy, de esa misma proporción de plantas, extraen 5,9 kilos de la droga.

Cultivos ilicitos norte

Precisamente, esto tiene preocupadas a las autoridades: el Catatumbo no ha alcanzado la productividad promedio nacional que está en 6,4 kilos por hectárea de coca sembrada, y Norte de Santander es el segundo productor de estas drogas; el temor es que, precisamente, la zona llegue pronto a esos niveles de producción.

“Es necesario tomar acciones para evitar que los cultivos en la región alcancen un nivel de productividad similar al de otras regiones, como la Central (7.700 kg/ha/año), Meta-Guaviare (7.400 kg/ha/año) o Putumayo-Caquetá (6.700 kg/ha/año)”, es una de las recomendaciones que da el SIMCI.

“Con respecto a la edad de los cultivos en el Catatumbo, se reportó que la mayoría de los lotes de coca (90 %), tienden a ubicarse entre 0 y 3 años; los rendimientos más altos del cultivo están entre los 2 y 3 años”, sostuvo el monitoreo de cultivos ilícitos.

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David Restrepo, director de Desarrollo Rural, Economía Ilícita y Medio Ambiente, del Centro de Estudio sobre Seguridad y Drogas (Cesed), de la universidad de Los Andes, también analizó este tema y cree que ese ‘boom’ de la alta producción de cocaína y base de coca se debe a que zonas de frontera como Norte de Santander siempre han sido marginadas de la política nacional y del desarrollo.

“Son zonas ventajosas para que el crimen organizado se asiente, porque les permite transitar a países vecinos, donde se pueden refugiar y tranzar con contrabando, porque es una de las maneras más favorables para lavar activos”, señaló.

Este académico también consideró que el Gobierno se ha dedicado más a atacar este flagelo del narcotráfico en Nariño, que en Norte de Santander, entonces, “eso ayuda a que los narcos se trasladen para la zona fronteriza con Venezuela y mientras la cocaína siga siendo ilegal, vamos a seguir viendo esa historia, ya llevamos más de 40 años con este problema”.

Producen base de coca en el Catatumbo.

La erradicación, ¿Una solución?

Para controlar el aumento en la siembras de los cultivos de uso ilícito, el Ejército viene trabajando desde el año pasado en la erradicación manual. En 2020, los militares erradicaron 9.675 hectáreas, mientras que en 2021 llevan 2.818 hectáreas.

¿Pero esta acción si es la adecuada para frenar el incremento de las plantaciones de hoja de coca en Norte de Santander? Daniel Rico afirmó que, “el plan de erradicación manual se concentra en solo un pedacito del Catatumbo, como en un eje horizontal, entre Sardinata y un pedazo de Tibú, pero en todo el resto de la región, el Estado no hace nada, entonces eso se vuelve muy seguro para los narcos, para que sigan montando cristalizadores en otras poblaciones”.

Y a raíz de esa centralización de acciones de la Fuerza Pública en algunos puntos del Catatumbo, los narcotraficantes han decidido mover sus laboratorios a otras zonas, como ya se está viendo, pues hace unos días, el Ejército y el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) desmantelaron unos cristalizaderos que instalaron en Arboledas, Chinácota y El Zulia.

Además, las acciones contra el tráfico de drogas también siguen siendo insuficientes, según cifras oficiales del Ejército, en los últimos 20 meses han decomisado 26,1 toneladas de cocaína y 7,5 toneladas de base de coca, así como han ubicado y destruido 873 laboratorios para producir esas drogas.

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Esas acciones en las que se han centrado los militares, apoyados por el CTI, solo logran afectar menos del 8% de lo que este negocio ilícito produce anualmente en el Catatumbo.

Daniel Rico también consideró que la erradicación manual hace más fuerte la resiembra, pues mientras que las autoridades aseguran que en el 25% de las hectáreas donde se ha ejecutado ese plan, se volvió a cultivar, el analista señaló que las cifras que maneja el Gobierno no son reales, “pues un narco o cocalero ve que le arrancan una hectárea, el espera que el Ejército se vaya y vuelve a cultivar, entonces eso es uno a uno. Si esa es la economía que mueve el Catatumbo, no creo que quieran perder nada”.

David Restrepo también cree que, “la industria de las drogas no se va a acabar, porque hay un grupo de la población que le gusta las sustancias alucinógenas, entonces lo que se necesita es una política de desarrollo y de drogas que reduzca el daño y que le enseñe a la gente a reducir el consumo de drogas, porque buscar asperjar con glifosato o erradicación manual, como sucede ahora, no sirve, no es una solución y lo único que hace es agrandar el problema y que haga metástasis en algunas regiones”.

Sin embargo, el general Fabio Caro, comandante de la Brigada 30 del Ejército, defendió el trabajo de sus hombres en la erradicación y afirmó que gracias a ese plan que están adelantando desde el año pasado, es que se ha logrado una disminución en los cultivos de uso ilícito.

Aunque el alto mando militar indicó que el trabajo de los soldados se ha visto frenado por las protestas campesinas que se dan en cada zona que ellos llegan, porque los labriegos no entienden el daño que las siembras de coca ocasionan a nivel mundial. “El Gobierno les ha ofrecido muchos proyectos productivos a estas personas y prefieren seguir con esa economía ilícita”.

Las autoridades también insisten en decir que el aumento de los cultivos y de la producción de drogas se debe a que, desde 2013, cuando se dio el paro campesino, no se aplicaba algún plan gubernamental contra las siembras ilícitas, por eso ahora que volvió la erradicación manual, se dan las protestas en algunas zonas.

El Catatumbo, segundo productor de base de coca y cocaína.

Los mexicanos, la gran influencia

Para los analistas consultados, los carteles mexicanos han sido la mayor influencia para que este negocio del narcotráfico se expanda en Norte de Santander, llegando al Cesar, y que sea muy difícil de controlar por parte de las autoridades.

“Acá debemos mirar que desde que salieron las Farc de muchos territorios, la negociación con estos narcos se tornó directa, acá los intermediarios se acabaron y como a los mexicanos les interesa mucho la droga, no tienen ningún problema de pagarla más cara a los campesinos”, explicó Daniel Rico.

Precisamente, eso ha llevado a que desde hace tres semanas en el Catatumbo se diera un aumento en el kilo de base de coca y de la cocaína, así como se incrementaron los costos en los insumos químicos.

Según un campesino, hoy les están dando hasta $5,5 millones por un kilo de cocaína y entre $3 y $3,2 millones por kilo de base de coca.

Lo que se ha logrado conocer por parte de las autoridades y algunos campesinos del Catatumbo es que los dos carteles mexicanos que se ‘adueñaron’ del Catatumbo, son Jalisco Nueva Generación (JNG) y el de Sinaloa.

“Jalisco Nueva Generación maneja los cultivos y la producción de cocaína y base de coca en El Tarra y parte de Teorama, mientras que los de Sinaloa tienen el control en Tibú y gran parte de Sardinata. Estas dos organizaciones son enemigas en México, pero acá hicieron un pacto de no agresión y solo se dedican al negocio del narcotráfico, pues saben el potencial económico que logran”, manifestó una fuente extraoficial.

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Además, estarían usando el río Catatumbo para mover tranquilamente los cargamentos de droga hacia Venezuela.

“Desde hace cuatro años nadie patrulla este río. Ni la armada, la Policía no tiene lanchas y el Ejército no patrulla los ríos, entonces eso ha beneficiado a los carteles. No más mire, el Ejército pone un puesto de control en Campo Dos, algún grupo armado se viene por el río, les hace un hostigamiento y se devuelve por el mismo lado”, dijo Rico.

Agregó: “en Norte de Santander hay una base antinarcóticos de la Policía, pero si no tiene recursos, ni helicópteros, ni movilidad, entonces ellos no van hacer nada. La falla es que el presidente Duque se la jugó por la erradicación manual y eso así no funciona; sacó a los militares que tenía haciendo control territorial, para ponerlos a arrancar matas, así los narcos están felices moviéndose hacia otras zonas”.

Esa influencia mexicana también se ha visto en la violencia que hoy azota a municipios como Tibú, donde los homicidios van en aumento –en el primer semestre el aumento fue del 34%, comparado con el mismo periodo de 2020– y para dejar la huella de algún grupo armado ilegal, a las víctimas les ponen carteles justificando los crímenes.

Cúcuta y la economía ‘traqueta’

¿Para dónde van esas exorbitantes ganancias de los narcos? Según Daniel Rico Valencia, “en Cúcuta hay una economía donde pueden esconder las enormes ganancias del narcotráfico, creando empresas o montando cualquier clase de establecimiento comercial, por eso, hoy ese municipio es el de mayor riesgo para lavado de activos en todo el país”.

Otra fuente extraoficial, que prefirió el anonimato, sostuvo que en la capital de Norte de Santander se habla de una crisis económica, pero como desde hace varios años los carteles mexicanos están en esta zona, el dinero que ellos manejan lo están lavando en gran medida acá.

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“Por eso es que se ve mucha gente comprando y vendiendo propiedades, montando toda clase de establecimientos y si usted analiza a muchos de esos sitios nadie entra, entonces, ahí es cuando uno se pregunta: cómo se mantienen en el tiempo. También hay una modalidad que se está dando y es que son presuntos inversionistas, que buscan aquellos negocios que están mal económicamente y llegan a inyectarle capital, y el día que el dueño principal dice que no va más, le compran su parte y listo”, contó la fuente.

A eso también se le suma que muchas organizaciones narcotraficantes están usando a personas incautas para recibir giros internacionales, prestando sus identidades o cuentas bancarias, moviéndose diariamente fuerte sumas de dinero.

Pandemia y narcotráfico

Aunque las autoridades pensaron que con la llegada de la pandemia de la COVID-19 la economía cocalera se iba a afectar, no fue así. Según el SIMCI, en el Catatumbo, las dinámicas del mercado fueron diferentes al resto de territorios consultados, mientras que otras partes del país el precio de la base de coca y la cocaína cayó, en esta zona de Norte de Santander se mantuvo.

Cultivos ilícitos

“Las condiciones locales no afectaron la circulación de compradores en la zona, por lo cual los precios de la pasta base de cocaína permanecieron estables durante la pandemia”, sostiene el análisis del monitoreo de cultivos ilícitos.

Una de las fuentes extraoficiales manifestó que la disidencia del frente 33 de las Farc fue uno de los grupos ilegales que más se ha fortalecido en la pandemia. “Con todo eso que ha pasado, ellos han agarrado mucho ‘vuelo’ y ahora mismo nadie los puede controlar. En Venezuela manejan las pistas clandestinas y tienen rutas muy seguras. Por eso es que vimos lo que hicieron con los atentados y vea que no ha caído ni un solo cabecilla. Además, acá la inteligencia militar y policial tiene muchas fallas, pareciera que al Gobierno no le interesa acabar con esto”.

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