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Las huellas que dejó el atentado del aeropuerto de Cúcuta
La Opinión tuvo acceso a la investigación que adelantaron las autoridades contra la banda de Medellín.
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Domingo, 9 de Enero de 2022

Establecer quiénes ejecutaron el atentado del pasado 14 de diciembre en el Aeropuerto Internacional Camilo Daza, era algo primordial para la Policía, especialmente para la de Cúcuta, pues querían atraparlos y que así respondieran por la muerte de dos de sus mejores y más apreciados hombres, los intendentes Willian Bareño Ardila y David Reyes Jiménez, quienes en medio de bromas y risas trataban de ocultar el riesgo que corrieron durante más de una década mientras desactivaban artefactos explosivos, convirtiéndose en dos técnicos sobresalientes.

Y fue por ello que la operación de captura la llamaron ‘Dignidad’. Las autoridades sabían que una vez detuvieran a los responsables, lograrían hacerlos pagar por lo que hicieron, sin ninguna clase de beneficios, pues eso iba mucho más allá de un doble homicidio, se trataba de un acto terrorista y ante eso la ley no da ninguna rebaja en las penas.


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Por eso, durante 13 días, un grupo de investigadores de la Dijín, que llegó de Bogotá, adelantó las pesquisas al mejor estilo de la serie estadounidense CSI, algo sin precedentes hasta el momento en la capital de Norte de Santander, donde hasta el más mínimo detalle que hallaron, lo analizaron a fondo y sirvió para seguirles el rastro a los autores materiales del lamentable suceso.

“Acá lo importante era identificar y ubicar a quienes ejecutaron este acto terrorista; ya teníamos algunos indicios que quien pagó y cuadró todo fue la disidencia de las Farc que comanda ‘Jhon Mechas’, pero como él está escondido en Venezuela, debíamos buscar a los autores materiales y fue así como nos dimos a la tarea de llegar a ellos en un tiempo récord”, comentó una fuente cercana a la investigación.

 

Estos son los integrantes de la banda de Medellín que les pagó 'Jhon Mechas'.

 
La huella que desenredó todo

Aunque parecía algo muy complejo, porque la explosión de las dos maletas, ese 14 de diciembre, una a las 5:14 a. m. y la otra a las 6:43 a. m., cada una cargada con 30 kilos de pentolita, desintegró a uno de los presuntos responsables del hecho y a los dos uniformados, los peritos forenses que inspeccionaron el sitio ubicaron algunos restos de los tres fallecidos, que les ayudaron a enrutar rápidamente la investigación.

Lo primero que hallaron fue una mano con cuatro dedos, parte de un celular, en el que se podía ver el número del Imei; una tarjeta Sim Card; una pistola marca Colt, calibre 45 milímetros; y un par de tenis negros con suela blanca. Con esto en su poder, los investigadores de inmediato comenzaron a establecer si pertenecían al presunto terrorista que murió cuando llevaba uno de los artefactos explosivos.


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Los peritos, mediante un procedimiento químico, recuperaron una huella dactilar de uno de los dedos y con eso establecieron la identidad plena de la persona que murió con el primer ‘bombazo’. Hacia las 11:00 de la mañana, de ese martes 14 de diciembre (cuatro horas y 15 minutos después de la segunda explosión), las autoridades ya sabían que el hombre que murió era Cristian Camilo Muñoz Manjarrés, de 29 años, nacido en Itagüí (Antioquia).

“Logramos tener la identidad porque la Policía cuenta con un sistema que está conectado con la Registraduría Nacional y por medio de las huellas, en menos de cinco minutos, podemos saber si es colombiano y a partir de ahí se tiene toda la información relacionada con él”, contó una fuente judicial.

Con este principal dato, algunos ‘sabuesos’ de la Dijín se dieron a la tarea de buscar todo sobre Muñoz Manjarrés, mientras que otros investigadores siguieron con el análisis del celular y la Sim Card, para establecer a quién pertenecería.

Además, la pistola hallada, pero que se dañó por la explosión, fue llevaba al laboratorio de balística para verificar si se había usado en algún hecho delictivo o criminal.

 

Cristian Muñoz fue la personas que murió en el primer bombazo.

 

Aunque esos primeros hallazgos les dieron una luz de esperanza a la investigación, la situación seguía siendo muy complicada para los policías, pues debían seguir buscando más pistas para llegar a los responsables y tener el material probatorio para lograr sus capturas, pues no podían confiarse de eso solamente.

Fue así como inspeccionando minuciosamente la zona verde donde se dieron las explosiones, los peritos recogieron todo lo que creían que les iba a servir para resolver el caso. La revisión se expandió hasta la avenida 5 del barrio Aeropuerto, que colinda con la malla de seguridad de la terminal aérea. Hacia las 4:00 de la tarde, de ese trágico día, las autoridades dieron por concluida la primera parte de la diligencia judicial.


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En la revisión también encontraron una camiseta negra, con un estampando blanco, que fue abandonada muy cerca de la malla, lo que les pareció muy extraño, pero sabían que a medida que encontraran más cosas, se convertiría en otra ficha de ese ‘rompecabezas’.

Además, los técnicos hallaron partes del sistema de control de las bombas para su activación y muestras del explosivo que se usó. Todo eso fue recogido y llevado a un laboratorio para su análisis.

Pero a medida que las horas pasaban y el 14 de diciembre iba llegando a su fin, sin tener un momento de descanso, las autoridades decidieron poner a varios de sus hombres a analizar las cámaras de seguridad del Camilo Daza. No querían dejar escapar ningún detalle. En total fueron más de medio centenar de uniformados participando en las indagaciones.

Policía y Fiscalía tenían claro que pronto comenzarían a tener resultados satisfactorios con lo poco que habían encontrado. Y fue así como horas después, establecieron que el hombre que murió cuando llevaba una de las bombas, identificado como Cristian Camilo Muñoz Manjarrés, vivía en el barrio Buenos Aires, de Medellín.

Por eso, una vez lograron establecer su residencia, un día después del atentado, la Policía envió varios de sus investigadores a buscar la casa y que se hablaran con sus familiares, para tener mayores detalles de él, además, necesitaban hacerle una prueba de ADN a uno de los parientes para tener mayor certeza de que se trataba de Cristian Camilo.

 

Los peritos forenses recolectaron el mayor número de pistas.

 

La mamá fue sometida a la prueba de ADN, confirmando que efectivamente era su hijo el que murió con el primer bombazo que se dio cerca de una de las pistas de aterrizaje del Aeropuerto Internacional Camilo Daza, de Cúcuta, cuando pretendían destruir dos aeronaves de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) que participan en la lucha contra el narcotráfico en Norte de Santander.

Ese mismo día que la mujer se enteró de la muerte de su hijo, les contó a las autoridades que horas antes había puesto la denuncia en la Fiscalía de Medellín por la desaparición de Cristian Camilo, porque ya tenía varios días sin saber de él y eso no era normal, pues ella se hablaba con él constantemente. Lo último que supo fue que él había viajado a Cúcuta porque tenía una propuesta para trabajar en construcción.

Mientras que en la capital de Antioquia las pesquisas seguían ágilmente para establecer con quién se vino Muñoz Manjarrés para Cúcuta y así comenzar a identificar a los cómplices del atentado, en la capital nortesantandereana se seguían teniendo más resultados de los análisis que se estaban haciendo de los primeros hallazgos.


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A la Sim Card y al celular que encontraron, las autoridades también les sacaron información, dándose cuenta de que pertenecía a Cristian Muñoz Manjarrés y que él, durante la madrugada de ese martes 14 de diciembre, se comunicó en repetidas oportunidades con varias personas, lo que fortalecía aún más la investigación.

Esos números con los que se contactó Cristian Camilo se interceptaron de inmediato. Obteniendo aún más información que ayudó a los hombres de la Dijín a ubicar al resto de responsables.

“Al arma, que es una pistola Colt, calibre 45 milímetros, con un proveedor, se le hizo un cotejo y por parte del experto se indicó que estuvo apta para ser usada y se le extrajo una vainilla para someterlo al sistema Sucoba (identificación de balística) para determinar si ha sido usada en otros hechos, pero no se le encontró nada”, aseguró la Fiscalía durante una de las audiencias concentradas que se dieron hace 10 días, cuando enviaron a prisión a los presuntos responsables del atentado.

 

Una patrulla de la Policía identificó a los terroristas.

 

Una investigación compleja

Ya con estos datos, que fueron tan reveladores para los investigadores, el 15 de diciembre decidieron reunir a los cuadrantes de la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc) que patrullan parte de la Comuna 6, especialmente por los barrios que bordean la terminal aérea, para saber si días antes del atentado notaron algún hecho o movimiento de personas extrañas.

Fue así como un par de uniformados les aseguraron a los hombres de la Dijín que efectivamente días atrás un habitante del barrio Aeropuerto se comunicó con ellos para informarles que por ese sector había un grupo de personas en actitud sospechosa.

Eso ocurrió el 2 de diciembre, a las 6:10 de la tarde, según la Fiscalía. El cuadrante de Policía recibió una llamada, informando que en la avenida 2 entre calles 11 y 12, del barrio Aeropuerto, había cuatro hombres en actitud sospechosa, que se movilizaban en una camioneta, de placas venezolanas. Además, el Centro Automático de Despacho (CAD) de la Mecuc también alertó a los uniformados sobre lo mismo.


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La patrulla policial de inmediato se trasladó a ese lugar, pues quien llamó, alertó que se podría tratar de unos atracadores. Al llegar al sitio, los uniformados observaron una camioneta Ford Explorer, de color gris, con cinco hombres, uno de ellos al ver a los policías, les aseguró que era mecánico y que estaba prestando sus servicios, porque el vehículo tenía fallas en la batería. Todos fueron identificados plenamente por el cuadrante.

Otro de los hombres les indicó a los policías que se le había perdido la cédula y que no recordaba el número. Además, los uniformados pudieron darse cuenta de que el acento de los sospechosos era de personas oriundas de Antioquia.

“Los policías les habrían preguntado a los hombres qué hacían en Cúcuta y estos les señalaron que venían en busca de una oportunidad de trabajo, así fuera vendiendo tintos o yogurt puerta a puerta y que por eso estaban viviendo en la calle 16 entre avenidas 4 y 5, del barrio Aeropuerto”, aseguró el ente investigador.

 

En el lugar hallaron los restos que ayudaron a arrancar la investigación.

 

Precisamente, para certificar que los hombres les estaban diciendo la verdad, los uniformados los acompañaron hasta la casa que les dijeron y allí se encontraban dos mujeres, una de las cuales saludó con un beso en la boca a uno de los desconocidos.

Sin sospechar nada de lo que tramaban estas personas, pero sí dudosos por lo que les habían dicho, los policías que llevaron a cabo el procedimiento decidieron tomarles fotos a cada uno de ellos y a las cédulas, por si llegaba a pasar algo raro.

Se conoció que a quienes identificaron plenamente ese día fueron a Cristian Camilo Muñoz, quien murió en el atentado, a Diego Felipe Maya González, Sebastián Moreno Maya y Adrián Kaled Guzmán.

Los investigadores al tener esos datos y las imágenes de las cédulas y de los rostros de cada uno de ellos, decidieron seguirles el rastro, mientras varios policías vigilaron la vivienda que habitaban en Cúcuta, otros uniformados decidieron buscar más datos en Medellín, pues estaban seguros de que todos venían de allá y tenían algo que ver con lo sucedido esa mañana del pasado 14 de diciembre.

Al expandir aún más las indagaciones a otros cuadrantes de la Mecuc, las autoridades conocieron que, para el 10 de diciembre, hacia las 3:00 de la tarde, otra patrulla de la Policía que se desplazaba por la calle 7 entre avenidas 2 y 3, del barrio Popular, observó a tres hombres en actitud sospechosa, por lo que decidió identificarlos, resultando ser Diego Carrascal, Cristian Muñoz y Diego Amaya.

“Al preguntarles qué hacían por ahí, señalaron que estaban buscando un centro de enseñanza de automovilismo, para sacar una licencia de conducción”, fue el reporte que los uniformados le entregaron a la Fiscalía.


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En el informe se aseguró que, durante la requisa, a los tres hombres les hallaron unas llaves de un vehículo y de la habitación de un hotel, además, ellos les habrían señalado a los policías que se dedicaban a comprar y vender ropa en Tibú, y que por eso tenían una libreta donde había varios nombres como ‘Diablo’ y ‘Flaco’, con movimientos de dinero.

Ese día, los uniformados también les tomaron imágenes a las cédulas de cada uno de los hombres e hicieron un registro fotográfico del procedimiento de identificación y requisa.

Ya con esto, el grupo de la Dijín, que estaba bajo el mando de un coronel, de inmediato se dio en la tarea de recorrer gran parte de los barrios Aeropuerto, Porvenir, Brisas del Porvenir, Carlos Toledo Plata y Simón Bolívar, especialmente, los tramos que estaban cerca de la malla de la terminal aérea, para tener muchos más detalles de los sospechosos.

Fue así como también lograron ubicar otra residencia donde estaban viviendo otra parte del grupo, en la calle 18C con avenida 7, de Brisas del Porvenir. Y, al igual que la primera casa, le montaron vigilancia. La idea era poder establecer rápidamente lo que ahí sucedía y saber si todos estaban implicados en el trágico suceso.

Los invitamos a leer la segunda parte de esta sorprendente historia que estremeció a Cúcuta el pasado 14 de diciembre con el atentado en el Aeropuerto Internacional Camilo Daza y que dejó ver una vez más la vulneración de la seguridad, a pesar de que el 25 de junio del año pasado casi derriban el helicóptero en el que viajaba el presidente Iván Duque con una comitiva, cuando intentaba aterrizar en la misma terminal aérea: https://www.laopinion.com.co/premium/judicial/la-carcel-sin-ningun-beneficio-por-atentado-en-cucuta

 

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