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¡Ojo al amor excesivo por su mascota!

El enorme cuidado de las personas hacia los animales puede llegar a ser obsesivo.

Brindar afecto a las mascotas puede proporcionar múltiples beneficios a las personas. La compañía, el  buen humor, la seguridad y la tolerancia, son algunos de los sentimientos que pueden despertar estos animalitos con quienes interactúan en su entorno.  

Esta conexión que se puede producir con las mascotas, ha encontrado su nicho en la terapia ocupacional, donde se ha demostrado que la interacción con animales puede hacer que algunos pacientes mejoren sus funciones físicas, cognitivas, emocionales y relacionales. Pero ¿Qué ocurre cuando esa relación supera los niveles razonables?

Desde hace algunos años se habla de un trastorno psicológico que pueden desarrollar cuando el amor excesivo hacia los animales se vuelve tóxico: la petofilia. 

Este trastorno se manifiesta cuando las personas comienzan a humanizar a sus mascotas hasta llegar a un punto en el que confunden su verdadera naturaleza. 


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El término se le acuña al periodista y escritor estadounidense Jon Katz, una de las personas que más ha escrito acerca de estos comportamientos. 

Según Katz, se puede hablar de petofilia cuando una persona solo siente satisfacción mientras está en contacto y se interrelaciona con seres irracionales, al punto de aislarse de su propio ambiente

Además, apunta que  “si limita completamente su forma de vivir o si el individuo enganchado a este vínculo anómalo quiere desligarse de él, pero se siente incapaz de hacerlo”, podría ser una señal clara de que ha desarrollado la patología. 

En el Manual Latinoamericano de Salud y Enfermedad Psicológicas elaborado por la Asociación Latinoamericana para la Formación y la Enseñanza de la Psicología (Alfeps), se explica que traspasar los límites y distorsionar la relación de las mascotas, desencadena acciones extremas y desadaptativas.

Aunque algunos profesionales utilizan el término petofilia para definir la relación nociva  de los seres humanos  con sus mascotas, este término que se introdujo aproximadamente en el 2005, no ha sido incluido en los manuales de trastornos sicológicos. 

¡Ojo al amor excesivo  por su mascota!

 

Sustitución de roles

Los especialistas coinciden en que detrás de estas conductas que inducen a la petofilia, en muchos casos las personas persiguen cubrir carencias afectivas, pero sobre todo atribuir roles humanos a los animales por su incapacidad de socializar con otras personas y establecer vínculos afectivos. 

Se presentan casos de matrimonios que viven sin hijos y desarrollan una tendencia a aplazar o sustituir la paternidad adoptando mascotas. También de aquellas personas que se niegan a la idea de vivir en pareja y en cambio tienen una mascota como compañía. 


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Por último, están algunos adultos mayores que ante el sentimiento de abandono o por no sentirse útiles o necesitados por sus seres queridos, adoptan un animal con el que intentan relacionarse como lo harían con otro individuo. 

La sicóloga Narda Parra explicó que en la medida que se perdido la capacidad de confiar en las personas ha crecido en el mundo la petofilia. Aunque estas conductas siempre han existido, recientemente fue que se reconoció su efecto negativo en el individuo, afirma. 

La especialista aclara que de ninguna manera la petofilia debe confundirse con amar a un animal y protegerlo. Su diagnóstico se da cuando el paciente solo experimenta felicidad o satisfacción solo cuando interactúa con su mascota.

“Cuando la persona no tiene felicidad estando con personas, incluida a su familia, sino solo cuando está con su animalito. Cuando le da una atención excesiva, lo acicala, lo baña todos los días, lo viste con prendas que le puede generar algún daño y además se aísla de su entorno  para dedicarse exclusivamente a la mascota podría haber desarrollado la petofilia”, define.

Parra dice que en algunos casos, la persona que padece este trastorno psicológico experimenta un miedo excesivo a que algo pueda pasarle al animal en su ausencia o genera una dependencia emocional, una adicción similar a la de una droga. 

¡Ojo al amor excesivo  por su mascota!

 

Aceptarlo: lo más difícil 

Hacer que una persona reconozca que ha desarrollado un amor tóxico por su mascota es lo más difícil. Tan complicado como sería hacerle ver que esa entrega desproporcionada influye de forma negativa en otros niveles de vida. 

“Hacerle ver el problema y que lo acepte es el primer paso. Luego hay que definir la causa de esa dependencia afectiva”, recomienda la sicóloga.

La profesional reconoce que se puede generar por el miedo a ser abandonado, a la soledad, al rechazo, a no ser reconocido. “Hay personas que necesitan ser necesitadas, es decir, necesita que haya alguien que las necesite”, comenta.

Aunque el acompañamiento de un profesional es lo más recomendable,  superar este trastorno es un proceso largo porque en la mayoría de los procesos el animal se ha convertido en la respuesta a una necesidad que si rompe deja un vacío. 

Lo más sano sería generar un equilibrio y desarrollar una negociación con el paciente para que pueda convivir con su mascota, pero sin humanizarlo y sin abandonar a su familia, su trabajo ni su entorno social. 

Maltrato animal 

Ser “pet friendly” (mascota amigable) se ha convertido en una tendencia entre milenials.  Hoy en día las redes sociales y los movimientos activistas que reivindican la lucha por los derechos de los animales han convertido su crianza y domesticación en un proceso más complejo del que se tenía antes. 


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En Cúcuta, por ejemplo, líderes animalistas adelantan un proyecto para lograr que las mascotas puedan viajar en el transporte público colectivo e individual, mientras que en la terminal de transporte se logró que su traslado ya no sea en equipaje sino bajo condiciones seguras más cercanos a sus dueños. 

 

Más un daño para el animal

El animal y la protección de sus derechos no tiene relación con la petofilia. El problema surge cuando el excesivo buen  trato que recibe se convierte en una amenaza, sobre todo para el animal. 

Frank Orduz, sicólogo y docente de la Universidad Simón Bolívar (Unisimón), sostiene que el vínculo entre las personas y los animales ha generado un impacto positivo en los seres humanos y mencionó casos en los que se han utilizado animales para ayudar a las personas a superar crisis emocionales, incluso en tratamientos, como las terapias asistidas con perros en personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA).


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Ocurre que en la petofilia el animal se convierte en blanco de un trato innatural para su especie.“Vamos a encontrar situaciones de maltrato animal como es muy común ver en las celebraciones como las del 31 de octubre que las personas disfrazan a sus mascotas, les colocan moñas, silicona caliente sobre el pelaje y cositas para hacerlo ver más bonitas y que disfruten la fiesta,  pero es que los animales no van a fiestas”, recordó. 

Para Orduz, sobre todo los perros, pueden llegar a ser muy tolerantes con sus dueños, pero esa incapacidad de expresar su inconformidad con el entorno y de responder al maltrato, hace que las personas no logren medir las consecuencias negativas que producen este tipo de conductas en sus mascotas.

Causas de la petofilia

 

Síndrome del Arca de Noé

Existe una patología que podría desarrollarse a la par de la petofilia y en sicología clínica se le conoce como el síndrome del arca de Noé. 

Esta es una conducta obsesivo-compulsiva por la cual, quienes la padecen, no pueden resistir el impulso irrefrenable de acumular animales en su casa. 

Pueden ser animales de diferentes especies, aunque normalmente son perros o gatos que compran, recogen en la calle o rescatan para brindarle protección y cuidado

El Síndrome de Noé es una denominación no oficial con la que se hace referencia en sicología al Trastorno de Acumulación de Animales.

Las personas que lo padecen se muestran incapaces de reconocer los perjuicios que la situación supone para su salud, para la de la comunidad en la que residen y para la de los animales que acumulan.

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Domingo, 2 de Octubre de 2022
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