Siguiendo con la tercera entrega de la historia del baloncesto profesional en Cúcuta y el furor en la década de los años 70 con el emblemático quinteto de la Lotería de Cúcuta, llegaría un momento de tensión y preocupación que nadie esperaba, ni los mismos directivos de aquel entonces.
En segunda y última participación del Suramericano de Clubes por allá en 1981, Colombia con su equipo la Lotería de Cúcuta, fue cuarto, por detrás de Ferrocarril Oeste (Argentina), campeón del torneo.
Segundo fue Francana (Brasil) que había sido campeón el año anterior, y tercero fue otro equipo brasileño, Tennis Club.
La nómina de ese equipo la conformaron: Sam Sheppard, Eric Evans, Álvaro Álvarez, Francisco Rodríguez, Randy Stephens, Hugo Hernández, José Rodríguez, Freddy Moreno, Carlos Llanes, y Álvaro ‘Tito’ Ordóñez. Rodrigo “Perico” Fuentes (DT), y Carlos “Fosforito” Castro, asistente.
Hasta ahí todo bien. Pero llegó el momento amargo, el sabor agridulce. Ese que por años y décadas ha sopesado dentro la afición cucuteña cuando la felicidad no es completa la cual se vivirá años más tardes con el Cúcuta Deportivo en el fútbol.
Pero mejor sigamos con la número 7, o como se le conoce popularmente la pelota naranja.
El camino del adiós
La gran época del baloncesto profesional en Cúcuta y en Colombia sin duda quedó enmarcado para la historia con el conjunto lotero que muchos de los aficionados que hoy están por encima de los 50 años y se apasionaron con el equipo recuerdan esas grandes figuras que lo integraron.
Incluso los colegios donde estudiaron y se graduaron por sus pasillos aun retumba ese recuerdo; acá estudio tal jugador, acá se graduó equis jugador que fue selección Colombia y formó porte de la Lotería de Cúcuta esa rivalidades y egos aún existen así hayan pasado más 40 años.
Sin embargo, tras esas exitosas campañas, codeándose con lo mejor del baloncesto suramericano el equipo de la Lotería de Cúcuta comenzó a sufrir en la parte de económica de los años gloriosos se pasó a los dolorosos, ese sabor amargo ¿qué paso?