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¿Por qué hoy cuando se lee más se comprende menos? aquí le contamos las razones
Leer, según los expertos es el camino hacia el conocimiento
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Eduardo Bautista
Eduardo Bautista
Domingo, 21 de Noviembre de 2021

Las primeras lecturas de pasadas y nuevas generaciones se hacen en cartillas que significan para el niño que inicia el camino de las letras todo un mundo mágico, un mundo nuevo pletórico de imágenes, cargado de letras como garrapatas que de la mano del maestro o la paciente madre  se vuelven palabras, canciones y poesía.

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Una vez se domina la lectura viene el asunto de comprender lo que se lee y ahí las cosas se complicaban un poco, porque es esa comprensión la que facilita expresar los pensamientos, adquirir conocimientos y desarrollar “inteligencia, empatía y creatividad, tres poderes mágicos que aporta la lectura”, dice la escritora  Cressida Cowell, autora de la serie "Cómo entrenar a tu dragón".

La lectura adquiere entonces una importancia capital para todos, en especial cuando se acude a los libros como a una fuente inagotable del pensamiento humano, para recibir información, documentarse, investigar, ampliar los horizontes del conocimiento, alimentar la curiosidad y continuar los procesos de aprendizaje, entre otros tantos propósitos.
 
Hoy además del libro impreso, físico, palpable, que es del gusto y la aceptación de muchos, especialmente de los de más edad, existen otros formatos de lectura como los libros digitales y los audiolibros que también tienen una gran acogida entre públicos más jóvenes.


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Sin embargo surge una cuestión, porque según los expertos a pesar de que hoy las personas leen más palabras mediante esos canales digitales- 100.000 al día según un artículo de El Tiempo- en lo que se llama la digitalización en la lectura, la mayoría lo hace de manera superficial, intermitente y fragmentada, con avidez por obtener información, pero sin detenerse el tiempo necesario y prestar la atención suficiente para convertir esos datos en conocimiento, lo que es propio de una lectura profunda.

Yirenia Mogollón, profesional en estudios literarios, desde su desempeño como promotora de lectura de la biblioteca pública Julio Pérez Ferrero de Cúcuta, considera que la lectura profunda es aquella que se hace de una manera más consciente, donde se puede inferir y hacer un análisis de lo que se está leyendo y comprender lo que se lee, al contrario de una lectura rápida, “por encima”, que es la  que se hace en cualquier momento, puede ser en la calle, en la pantalla del celular, en la cual no se analiza a profundidad lo que se está viendo.


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Considera que la lectura profunda es importante, porque es la que permite el correcto aprendizaje, o la que realmente lo facilita. Una persona puede leer de manera superficial, pero no van a tener una retención de aquello que lee y no va a poder comprenderlo, “es como si  no estuviera leyendo”. 
Leer es placentero, además que permite adquirir cultura y mayores conocimientos./Archivo La Opinión

 

La experta sostiene que en algunos momentos ocurre que las personas leen, pero seguramente estaban pensando en otra cosa y al terminar la página ya no se acuerdan de lo que leyeron, entonces no hay un correcto aprendizaje.


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Ocurre igualmente que la lectura por medio de las pantallas del teléfono móvil o del computador dificulta un poco el proceso de lectura profunda, porque causa que esta sea más intermitente a las distracciones que pueden encontrar los lectores. “Cuando estamos  leyendo,  por ejemplo con el celular, puede que nos distraigamos con alguna notificación, nos entre una llamada o un menaje, entonces esto causa una ruptura en ese estudio que estábamos haciendo”.

Sin embargo, dice Yirenia, la lectura profunda puede lograrse con entrenamiento, los niños y los jóvenes la pueden entrenar, siendo lo recomendable que desde la primera infancia se empiece a entrenar una lectura correcta, adecuada. 

“Lo ideal es buscar un lugar silencioso, donde no haya demasiado bullicio, si se va a leer desde la pantalla del computador en lo posible tratar de que la lectura no sea intermitente,  no tener muchas páginas o pestañas abiertas al mismo tiempo, y si se hace desde el celular no tener las notificaciones activadas, pero en lo posible tratar de leer en el papel, en los libros físicos, que pueden ayudar a que no presente esta distracción”.

La biblioteca Julio Pérez Ferrero es visitada bastante por los jóvenes de bachillerato en busca de libros para consulta o hacer préstamo, la mayoría de literatura, novelas, literatura juvenil y textos de su agrado para aquella lectura por ocio, según la funcionaria. 


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Agregó que también vienen muchos escolares, entre los 8, 10 y 12 años, a buscar lectura infantil, cuentos y ese tipo de literatura propia para esa edad. Refiere que por el contrario los universitarios no son la mayoría de los usuarios de la biblioteca, “quizás porque ellos acuden más a la lectura digital, que les facilite el proceso de tener que desplazarse hasta este lugar”.

Sin embargo, contrario a lo que se cree que los jóvenes no están leyendo, Yirenia Mogollón es convencida que esta población si está interesada cada vez más en la lectura desde diferentes puntos y sus gustos. “Lo que pasa es que tenemos la idea de que los jóvenes ya no leen, porque no leen lo que leíamos nosotros anteriormente, ahora ellos acuden a nuevos géneros de literatura juvenil, textos, más comics, novela de ficción, sagas y las novelas gráficas como las de Mario Mendoza, Drácula o Frankenstein, entre otras”. 


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En Cúcuta también hay cada vez más jóvenes interesados en la cultura, que se acercan bastante a la  biblioteca en estos procesos, buscando espacios para poder dialogar en torno a la lectura, incluso hay varios grupos juveniles que son asiduos visitantes buscando espacios para crear clubes de lectura, y en la biblioteca se están propiciando esos espacios de clubes de lectura virtual por el tema de pandemia”, puntualizó la funcionaria. 
 

Los celulares, computadores y los libros digitales son nuevas alternativas de lectura, particularmente entre los jóvenes. /Archivo La Opinión

 

Otras  miradas

El escritor Isaías Romero opina que “si bien nos han enseñado que hay diversos tipos de lectura desde la literal hasta la propositiva, creo que una lectura crítica, profunda, más allá de rendir en una prueba saber, debería ser una premisa de todos los centros educativos y de hecho en todos los ciudadanos y personas”.


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Agrega que básicamente la lectura crítica permite leer mejor entre líneas, comprender sin conjeturas o suposiciones lo que sucede a nuestro alrededor. La lectura crítica es un componente fundamental en la vida cotidiana, desde interpretar bien lo que quiere decir la vecina cuando me hace mala cara, hasta lo que se esconde en el discurso de un político. 

Isaías advierte que todo el tiempo las personas están haciendo lecturas, “leemos los avisos, las expresiones de la gente, el menú del almuerzo, las noticias, la gente busca lectores de la mano para entender sus designios, nuestra vida está atravesada por la lectura, el simple hecho de encontrarnos y conocer a alguien de entrada es una lectura del otro”.

¿Será que en esos casos hacer una lectura superficial es lo ideal? por eso creo que debemos aprender y practicar más una lectura crítica de la vida cotidiana, la necesitamos, según Romero.
 
En su criterio las bibliotecas cumplen una gran función en ese sentido, la red de bibliotecas de Cúcuta está comprometida pero no es suficiente, “al ser la lectura trasversal a la vida, todos deberíamos trabajar e insistir más en ello”.


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Si el desafío en el pasado fue acercar a la gente al libro, hoy el desafío es que se acerquen al libro y a los otros formatos de lectura pero por sobre todo a que se lea y se lea bien. Con un amplio criterio y con profundidad. ¿Y cómo se forma el criterio? desde la diversidad, la diversidad de textos, de formatos, de experiencias de lectura, diversidad de aprendizajes, muchos se quedan sólo con una forma o un tema y no se arriesgan a explorar y conocer, podemos empezar por ahí, subraya el escritor.

La empatía creadora

Cristo Sánchez Barbosa, docente de lingüística y literatura, nos dice -haciendo referencia a uno de los tres poderes mágicos que según la autora británica aporta la lectura- que la empatía juega un papel preponderante en “la lectura profunda”, esto es porque nos ubica o nos pone en “los zapatos del otro”, es decir, cuando vamos interactuando con los personajes de una obra literaria y empezamos a descubrir que se comportan como seres de carne y hueso, porque nos hacen: reír, llorar, sufrir, gozar y pensar con su historia.


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“Es entonces cuando inferimos que en el interactuar con el personaje o con cada uno de los personajes, en su mundo simbólico, que todo acto tiene sus consecuencias para bien o para mal, así y sólo así,  podemos comprender que la lectura profunda nos está catapultando al peldaño de la humanización y un ser humanizado es altamente comprensivo y sensible ante el sufrimiento y dolor de sus congéneres”.

La lectura profunda se puede practicar desde la infancia y la juventud. /Archivo La Opinión

 

Volver a los clásicos

El docente y escritor Juan Pabón Hernández, en uno de sus acostumbrados Ológrafos que escribe para La Opinión, que tituló ‘Mi redención’, aborda el tema de la lectura profunda:


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Debo todo a la lectura, porque a la vez que me hizo más humano, originó en mí los sueños más bonitos que he tenido, de los cuales aún vivo y me mantienen en permanente unión con el estudio.

Contemplar mis libros es una emoción que me inspira a sentirlos parte de mí, porque en ellos se halla la razón de haber superado mi fragilidad, mis complejos y tantas adversidades, con una vocación académica que -creo- me salvó de hundirme en las miserias cotidianas.

Leer es parte de mi genética, de la cual he aprendido a evolucionar, a cultivar un talento que, aunque es demasiado normal y sencillo, me ha permitido imaginar -y penetrar- dimensiones superiores a mis propias capacidades.

Y cuando aprendí a leer a los clásicos, me enamoré de ellos, de su profundidad, de su antigüedad, de esa cultura maravillosa que cada vez me da mejores opciones para sentir que puedo ir más allá de mi escasez mortal.


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No leo autores modernos -no soy capaz- porque no poseen la hondura de los clásicos ni me enseñan y, menos, me estremecen: por eso repaso y repaso los antiguos y, ello, me aporta nuevos y generosos propósitos de investigación.

Así, sin pensarlo mucho, voy a darles parte de mis autores favoritos, Homero, Platón, Virgilio, Balzac, Flaubert, Mann, Dostoievski, Dumas, Dante, Shakespeare, todos los de la antigüedad, la edad media y el renacimiento, en fin, la genialidad del mundo escrita en páginas inmortales, hasta llegar a la cumbre de la literatura: Jorge Luis Borges.

Epílogo: Creo que la salvación de la humanidad está en el rescate de la lectura clásica, en una especie de Renacimiento, como aquél del siglo XV, remata Juan Pabón Hernández.

Las bibliotecas son los lugares ideales para practicar la lectura profunda, por su silencia y solemnidad. /Archivo La Opinión
 
¿Cómo estamos en lectura?

La Cámara Colombiana del Libro ha dicho que en promedio un colombiano lee 2,7 libros al año, lo que se podría ver como algo positivo si se atiende que hace 20 años el  porcentaje no alcanzaba a sumar un dígito. “Los datos revelan que el país aumentó el índice de lectura per cápita y está cerca de México, pero aún falta mucho para alcanzar los hábitos de Argentina o Chile con 5 ejemplares anuales”, según lo publicado en Forbes Life.

Juan José Daza, representante para Colombia de la librería por internet Buscalibre, dijo que “antes del inicio de la pandemia, la plataforma vendía 50.000 libros mensuales y ahora, con el aumento del consumo del e-Commerce, llegamos a más de 150.000 ejemplares”.

Agrega que los retos que presenta el país para mejorar sus niveles de lectura son grandes y variados, ante lo cual se está haciendo el mejor esfuerzo desde “las editoriales, los escritores y las diferentes librerías por presentar una amplia oferta de títulos, precios y promociones a sus lectores”, que pueden estimular a las personas a que encuentren alternativas para adquirir libros. 

El empresario destaca tres iniciativas que en su criterio son efectivas y que sirven para promover la lectura en sus habitantes, por un lado una política de precio único para libros, siendo Colombia uno de los países que no cuenta con la restricción de precio único, lo cual es bueno porque “gracias a esta libertad, los colombianos cuentan con grandes facilidades en la compra de libros”, con alternativas en cuanto a ofertas y descuentos.


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La excepción del IVA, dado que con el artículo 478 del Estatuto Tributario y el artículo 23 de la ley del Libro, en Colombia los libros no cuentan con el 19% de IVA, un mecanismo de acción y valor agregado para que las personas disfruten de la lectura de una manera económica, fácil y rentable.

Así mismo, en Colombia, el 96% de los municipios cuenta con una biblioteca pública: Según los resultados de la publicación ‘El libro en cifras’, realizada por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc), Colombia es el segundo país con mayor número de bibliotecas públicas por municipio, lo que incentiva a que la lectura no sea una barrera, sino una posibilidad de aprendizaje para todas las personas. 

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