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Sin mostrar el rostro logran milagros en Ocaña
Historias de milagros vivo que iniciaron en ellos un camino hacia la espiritualidad de manera silenciosa.
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Javier Sarabia Ascanio
Javier Sarabia
Viernes, 15 de Abril de 2022

Mientras muchas jóvenes están pendientes por figurar en las redes sociales a través de coloridos peinados o filtros para maquillar su verdadera personalidad, otras prefieren irradiar su poderosa fe ocultando su rostro, demostrando que los verdaderos sacrificios no se exhiben.


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Las mujeres de la Hermandad de Jesús Nazareno en Ocaña testifican que las cosas cuando nacen del corazón, no esperan recompensa y menos el reconocimiento de un like; para ellas los mejores seguidores son aquellos que las acompañan todos los años en las procesiones de la Semana Santa sin saber quiénes son.   
 
Sagradamente arreglan las túnicas, los capirotes, el cinturón y las sandalias para cumplir con la promesa hecha al redentor del mundo. Son 55 mujeres que de manera silenciosa distribuyen el tiempo para cumplir con los oficios del hogar, las tareas profesionales, inculcar valores éticos y morales a través de la doctrina cristiana.
 

A temprana edad aprendieron la lección con el ejemplo de los abuelos y tíos quienes se revestían de manera pulcra para participar de los actos piadosos de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
 


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En las paredes de sus memorias quedaron grabados como cuadros gigantes esos recuerdos y cambiaron los juguetes infantiles por crucifijos, candelabros y cirios propios de los rituales para fortalecer la fe.
 

Sagradamente participan en las procesiones de Semana Santa.
 
Conquistan un espacio   

Sentían ese llamado de Dios, pero existía una talanquera ya que el oficio era única y exclusivamente para los hombres debido a la contextura física apropiada a la cargar las pesadas imágenes.
 
La secretaria de hermandad de Jesús Nazarenos en Ocaña, Loli Tatiana Torrado Castilla, manifiesta que, ante la insistencia, el presidente de hace más de 20 años, Ciro Areniz Guerrero, abrió las puertas y la equidad de género se ha cumplido a cabalidad.
 
“Muchas lo hacen por pagar una promesa, un favor recibido ante la cura de una enfermedad, la consecución de un buen trabajo o simplemente por vocación. Yo ingresé porque me gusta servir a Dios”, recalcó la joven que desempeña esa tarea de manera altruista.


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Atrás quedaron las zapatillas de lujo, los atuendos llenos de lentejuelas y los finos maquillajes para llevar una vida humilde ante los ojos del redentor del mundo.
 

Ahora las mujeres desempeñan la misión encomendada a los hombres.
 

 Milagros a la vista 
                 
“La fe ya no mueve las montañas; nos convierte en montañas fuertes”, indica la señora Norma Paola Leal García quien sufrió un accidente de tránsito en el sector de los Almendros de Ocaña y el pronóstico de los galenos de turno no era muy alentador.
 
“No había otra alternativa que amputar la pierna y me aferré a Jesús Nazareno quien salvó mi extremidad. Por eso así cojeando cumplo la promesa de participar en todas las procesiones al lado de mi esposo, Luis Hernando Rincón Arias y dos hijos quienes también pertenecen a la congregación”, señala.
  
Durante los días santos se levanta temprano, prepara los alimentos, alista a sus hijos y asiste a las ceremonias religiosas en señal de penitencia.


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En la pandemia extrañaba esa rutina y seguía los pasos de Jesús hacia el calvario por televisión. “Le pido salud y que nos proteja de todo mal y peligro”, recalcó la mujer quien espera con ansias la Semana Santa.
 

Hermandad de Jesús Nazareno muchos años de tradición familiar.
 
Tradición cabalga por sus venas 

Loli Tatiana Torrado Castilla, secretaria de la hermandad lleva 17 años en esa abnegada labor sin recibir un peso a cambio, solo por tradición familiar y le nace desde niña.
 
“Es la fuerza de la sangre, cuando veía a mis abuelos y tíos caminar acompasadamente, quería seguir sus pasos y lo alcancé a gracias a Dios”, reitera.
 
En ese entonces, era una misión para varones, pero demostramos con el tiempo que nosotras las mujeres también podemos colaborar llevando la imagen de la Verónica o la Magdalena, precisa.
 
Con mucha devoción ayudan a los hombres a arreglar las andas, la ubicación de los arreglos florales, los cirios y las instalaciones eléctricas. “Al comienzo sentí nervios, pero es una costumbre y año tras año hacemos el aporte a la congregación”, afirma.
 
Cada prenda tiene su significado para connotar el mensaje de Jesucristo a la humanidad. “Todo tiene su razón de ser, el capirote que apunta hacia el cielo corresponde a la igualdad; las blondas del cinturón las caídas de Cristo; la pañoleta la pesada cruz y las sandalias sinónimo de humildad. Entonces, se siembran muchos valores en la sociedad”, recalcó.


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Lo importante son los lazos fraternos, somos una sola familia que trabaja por sembrar principios a la humanidad. 

En la catedral de Santa Ana, iglesia matriz de la diócesis, se concentran los actos litúrgicos.
 
En la viña del señor 

Detrás de ese capirote se encuentran un sinnúmero de profesionales y personas dedicadas a oficios varios quienes se empeñan a propagar las buenas costumbres durante la Semana mayor.
 

“Médicos, ingenieros, comunicadores sociales, abogados, estilistas, transportadores, comerciantes en fin las puertas están abiertas para todo el mundo”, indica la incansable mujer Loli Tatiana quien corre de un lado para otro con el fin de ultimar detalles.
 
A la hermandad ingresan desde los primeros meses de vida y existen personas que llevan más de 60 años. El objetivo es servir de manera desinteresada. “Siempre pedimos por la salud y la paz mundial”, precisó.
 

Con inmenso fervor religioso participan de los actos litúrgicos en los templos de la región.
 
Una abogada al servicio de la hermandad

La profesional del derecho, María Fernanda Gentil Páramo, profesa un gran sentimiento hacia la hermandad debido a la familia y califica como un gran honor fortalecer esa tradición.
 
Cambia de atuendo según las circunstancias ya que puede tener una toga en los estrados judiciales, luego un delantal en la cocina o una túnica en las procesiones.
 
Debido a unas alergias desde muy niña fue encomendada a Dios y hoy parece una hormiguita en la casa del Nazareno organizando las procesiones. “En todos los escenarios de la vida debemos inculcar muchos valores para la transformación de la sociedad”, reitera la abogada.
 
Se percibe la unidad de grupo, todos trabajando en equipo, sin distingo alguno. “La misión es colaborar, hacerlo con todo el amor del mundo, imprimiendo el toque femenino fundamental para el desarrollo de toda la sociedad, hombres y mujeres en esa ayuda mutua”, manifiesta.
 
“Debemos acudir a la espiritualidad para lograr la convivencia pacífica de los pueblos. Tomar conciencia sobre la importancia de estar unidos para lograr propósitos”, recalca.
  
Asegura que las redes sociales no son dañinas para el ser humano, al contrario, son herramientas que se deben utilizar para hacer el bien a la humanidad.
 
La hija del patriarca, Jesús Castañeda, ya fallecido, Maritza Castañeda Garay, indica que es una experiencia enriquecedora. Ayuda a la cofradía para que todas las procesiones salgan de la mejor manera.
 
“Mi padre, amaba la hermandad, estuvo durante 76 años y nos dejó un gran legado. Junto a mi madre hacíamos los hábitos para los nuevos miembros y tejíamos los cordones”, recordó.
 
Considera que hoy ante la descomposición de la sociedad se deben tomar esos valores éticos y morales.
 
El maestro Jhon Esneider Ascanio Sánchez, resalta la participación de la mujer en la hermandad. Sus hijas hacen parte y desde esas instancias logra transmitir esos principios de igualdad a la sociedad.


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Mientras tanto las mujeres siguen de manera silenciosa recorriendo ese camino hacia el calvario de Jesucristo por la redención de la humanidad.


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