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Especial | Los niños de Urimaco son educados con vocación (II)
La enseñanza es la herramienta más potente para rescatar la historia y resurgir con esperanza.
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Ronaldo Medina
Ronaldo Medina
Lunes, 6 de Septiembre de 2021

Un territorio resiliente, así es como muchos de los habitantes de Urimaco definen a este corregimiento del municipio de San Cayetano. En especial, Mónica del Pilar Sanabria Galvis, docente desde hace 16 años en la escuela, es una de las personas que más ha seguido de cerca este nuevo amanecer.

Reviva la primera parte del especial: Urimaco, histórica tierra en busca de nuevo legado.

En su trayecto desde Cúcuta, día a día la piel de Mónica se erizaba al ser espectadora de lo que deparaba el camino hacia Urimaco.

“Cuando empecé a trabajar aquí, la entrada era tétrica, encontraba muertos por todo el camino. Como habitante de la ciudad, para mí era difícil, pero me fui adaptando poco a poco”, confesó la docente.

Un día que quedó marcado en lo profundo de sus recuerdos fue en una ocasión en la que hacía su rutinario viaje, cuando, a las 6:00 de la mañana, vio un taxi parqueado a mitad de carretera con las puertas abiertas y un único pasajero: un hombre sin vida en un charco de sangre.

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“Como recién empezaba, me daba temor, no sabíamos de dónde venían, algunos decían que los traían de otros lados y los dejaban en la carretera; otros, que los mataban ahí mismo, gracias a Dios eso fue cambiando”, contó.

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En otra ocasión, un día la Policía Nacional había acordonado la zona e impedía el paso. Cuando eso, Mónica era la única educadora en la escuela y estaba a cargo de los seis grados, pero, por amor a sus niños y el temor a dejarlos solos, logró convencer al oficial para darle paso.

“Me preguntaron quién era, les dije que era la profe de Urimaco y les mostré el carné. Pasé por un ladito y logré llegar”, recordó.

Pero desde hace diez años, una vez el paso desolado fue ocupado por el asentamiento humano La Prosperidad, las malas noticias poco a poco dejaron de vivirse y los chulos, animales que presagiaban la presencia de cadáveres, dejaron de llegar.

“Ya la gente me conoce y saben que no vengo a hacer daño, sino a trabajar con los niños. Estoy muy agradecida con la comunidad porque me han acogido muy bien”, relató.

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Parte de ese buen recibimiento la llevó a vivir en una zona que fuera cercana a su lugar de trabajo, así fue como llegó a la vereda La Prosperidad, donde habitó por un tiempo, hasta que sufrió un accidente en carretera que la obligó a regresar a Cúcuta.

Hoy, si van a Urimaco, encontrarán a Mónica Sanabria dictando sus clases con pasión y entrega, porque cuando el trabajo se hace de vocación, no hay nada que la pueda frenar.

“La docencia es algo que viene de los genes de mi familia; mi mamá, mi abuela, mis tías y hermanas son profesoras. Lo más enriquecedor es encontrarme con mis estudiantes y que me recuerden por haberles enseñado a leer y escribir”, agregó Sanabria.

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Impulsados por los aliados

La escuela de Urimaco, sede primaria de la Institución Educativa Cornejo, es el lugar por donde deben pasar todos los niños del corregimiento para recibir su formación académica, de preescolar hasta el grado quinto.

Cuando ascienden a bachillerato, señala Miriam Barbosa, presidenta de la Junta de Acción Comunal (JAC), el alcalde de San Cayetano dispone para ellos transporte escolar hacia otros centros educativos.

“Aunque por la pandemia el transporte estuvo paralizado, a partir de octubre va a volver a funcionar ahora que los niños regresan a clase”, declaró la corregidora.

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Las tres docentes encargadas del centro educativo consideran que han sido importantes los avances en materia de infraestructura y otros beneficios recibidos, al igual que el apoyo constante de la comunidad.

Aunque el agua no llega con frecuencia, los mismos líderes del caserío gestionan con empresas aledañas la llegada de un carrotanque que los abastezca, así fue como lograron la construcción de dos lavamanos más.

Además, la Fundación Termotasajero contribuye con mercados, útiles escolares y modificaciones a la sede, gestionadas también por la rectora de la sede principal.

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Por la misma necesidad del agua, para no dar de beber a los niños lo que se bombea desde El Zulia, hace poco la Termotasajero les donó dos filtros.

“Urimaco ha cambiado para bien a través de los años. Aún nos hacen falta cosas como la pavimentada de la carretera, pero aquí seguimos”, señaló Sanabria.

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Las dificultades de la virtualidad

Urimaco recibe en su sede a un número considerable de niños residentes en el asentamiento humano La Prosperidad, en su mayoría, de nacionalidad venezolana y con acceso inexistente a internet.

“Algunos incluso no tienen luz. Sería mentira decir que pudimos implementar la virtualidad. Cada día los padres se desplazaban hacia aquí, nosotras las docentes revisábamos y les entregábamos las guías nuevas”, confesó Sanabria.

Ahora que han regresado a clases presenciales bajo el modelo de alternancia, la alegría infantil recorre de nuevo las instalaciones. A las 6:30 de la mañana las docentes abren las instalaciones; luego del lavado de manos, el saludo inicial y la oración, a las 7:00 a.m. empiezan las clases, hasta las 12:00 del mediodía.

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Beneficios escolares

Gracias al comedor escolar de Urimaco, 62 niños y niñas reciben almuerzo a través del Programa de Alimentación Escolar (PAE) y desayuno o refrigerio por intermedio de la Fundación Termotasajero.

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“En otra época, se beneficiaban entre 75 y 76 estudiantes. Como solo hay alrededor de cuarenta cupos, los niños hacían dos turnos para pasar”, dijo Sanabria.

También se le extiende la oportunidad laboral como chef a una madre de familia, quien recibe el pago a través de la Alcaldía de San Cayetano.

Rescatar la historia

“Urimaco es un corregimiento al que las autoridades desafortunadamente no le han dado el valor que se merece, por ser el territorio donde vivió Mercedes Ábrego y que sirvió de paso de Simón Bolívar”, expresó la docente.

Es por ese motivo que los niños de Urimaco son educados con estos principios históricos, para que, una vez se conviertan en las personas que deseen ser, destaquen e impulsen ese legado desde sus diferentes profesiones y oficios.

“Yo lo he oído por los habitantes de aquí y lo he transmitido a los niños, ellos ya conocen todo lo que le sucedió a Mercedes”, agregó la educadora.

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