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Virgen del Rosario, la imagen aparecida en un costal de cáñamo

Este es el relato de la virgen que le dio el nombre a Villa del Rosario.

Elena Camero escuchó de sus padres cuando era niña la historia de la aparición de Virgen del Rosario, lo que la marcó porque su devoción por la madre de Jesucristo desde entonces ha sido intensa y a ella se encomienda y pone a toda su familia bajo su manto protector.


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El relato que le fue transmitido por sus mayores habla de la aparición de la imagen de Nuestra Señora del Rosario, que le dio el nombre a Villa del Rosario, cuando el municipio histórico apenas era un villorrio. 

Lo que les voy a narrar es como lo escuché de mi papá, que si estuviera vivo tendría 100 años”, dice Elena, una contadora pensionada quien ocupa parte de su tiempo libre en servicios pastorales de la iglesia, donde reposa “nuestra patrona quien vela por todos nosotros”.

La tradición oral cuenta que en los inicios de la antigua población donde hoy es la Escuela Pedro Fortoul, fusionada al colegio General Santander, específicamente donde es la cancha de baloncesto, había un ranchito en el que vivía una mujer entrada en años, justo a la vera del camino real por el que pasaban los arrieros que iban hacia la población venezolana de Rubio a recoger café. 

En ese ir y venir un buen día a un arriero se le cayó un cañamazo, una especie de saco o costal de cáñamo, que la viejita recogió para entregarlo a su propietario, quien ya no logró alcanzar en esos polvorientos caminos.
La mujer decidió guardarlo en el techo de paja de su rancho por si aquel caminante algún día venía a preguntarlo, olvidándolo en el sitio donde lo dejó por algún tiempo.

Un día se le ocurrió  sacar el cañamazo y al desenvolverlo quedó maravillada al ver estampada la imagen de una virgen que parecía que estuviera viva, la cual irradiaba luz que iluminaba su humilde morada.  

 

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Pasaron unos días y en el momento que recibió la visita de una amiga le mostró el cañamazo con la imagen, quedando la recién llegada igualmente sorprendida por lo que veía.

“Eso me lo contó en varias oportunidades  mi padre, y a otra persona a la que le escuché ese relato fue a mi patrón Lino Galavis Girón, que estaría cumpliendo a la fecha 102 años, quien decía que esa era la tradición de nuestros antepasados”.

 

Un empate dio a conocer el hallazgo 

 

Este relato fue recogido por el docente e historiador Gerardo García, quien explica que de acuerdo a lo dicho por las personas de más edad de Villa del Rosario, a quienes entrevistó para escribirlo y legarlo a la posteridad, “donde hoy están las ruinas de la Capilla Santa Ana, se había construido un rancho que lo tenían como iglesia y el sacerdote de esa época decidió reunir a todos los fieles para hacer la elección del patrono del pueblo teniendo como aspirantes a San José y a San Pedro, pero tras la votación se dieron cuenta que había un empate entre estos dos santos”.

 

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El sacerdote muy confundido no hallaba que hacer, cuando en medio de los fieles una señora exclamo: Su reverencia, allá arriba en el Rastrojo vive una viejita que tiene una vitela que irradia luz; entonces, el sacerdote le dijo que fueran de una vez, pero la señora explicó que era mejor ir por la noche para ver la luz que desprendía la imagen.

El sacerdote citó a todos los fieles para la noche; al llegar la hora señalada los habitantes estaban listos con antorchas y partieron hacia la casa de la mujer.  

“Al llegar los habitantes esperaron a una distancia y el sacerdote tocó en la puerta del rancho de la viejita y ella salió y le dijo: ¿Su reverencia a qué se debe su visita a estas horas de la noche?  Y él contestó: una señora me comentó sobre una vitela que usted tiene, la cual irradia luz y quiero verla; la viejita entró al rancho la sacó y se la entregó al sacerdote, quien la miró detenidamente y dijo: esta es  la imagen de Nuestra Señora del Rosario que se le apareció a Santo Domingo de Guzmán”.

El sacerdote le preguntó a la poseedora del cañamazo que tenía impresa la imagen, si se la podía llevar para la iglesia y ella respondió que si esa era su voluntad lo podía hacer.

El sacerdote les mostró la imagen a todos los habitantes y les dijo que en vista del empate presentado entre San José y San Pedro, Dios había puesto en el camino a Nuestra Señora del Rosario y que la Patrona del pueblo sería ella.


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“Todos regresaron nuevamente llevando la virgen y la instalaron en el altar de la iglesia y la gente comenzó a venerarla y a recibir favores a través de su intersección ante el Padre Celestial. Por eso nosotros somos rosarienses porque venimos del Santo Rosario, es decir, de camándula”, escribe García.   

La Virgen de la Tablita, es otra imagen de la iglesia de Villa del Rosario, venerada por los fieles católicos. /Foto Jorge Gutiérrez/ La Opinión

 

Un pueblo devoto

 

“La imagen de Nuestra Señora del Rosario y la Virgen de la Tablita, son revelaciones de la Santísima Virgen en nuestro municipio”, advierte Elena Camero, quien considera que en la localidad fronteriza hay una marcada devoción mariana. 

El fervor religioso se conjuga en la fe de los habitantes, quienes cuando había una persona con problemas de salud e encendían muchas veladoras y en velación se rezaba por la salud del enfermo para que recibiera el favor de la santa imagen.  

Las fiestas en honor de la Patrona son el primer domingo de octubre, aunque el propio día de la Virgen del Rosario es el 7 de octubre.  


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Las rogativas eran otra demostración de fe, porque cuando hacía mucho verano y la gente veía que se estaban secando los cultivos, particularmente de la uva, se hacían procesiones para que lloviera y “eso era efectivo porque terminando esas jornadas caía agua a cántaros”, explica Elena. 

Gerardo García por su parte, dice que “la devoción por Nuestra Señora del Rosario se remonta al año 1735 cuando los primeros 170 colonos cabezas de familia integrados por catalanes, vascos y franceses, la mayoría de los cuales habían abandonado la decadente ciudad de San Faustino de los Ríos, junto a las familias indígenas asentadas en estas vegas del río Táchira, constituyeron lo que en sus inicios se llamó La Fundación”.
 

Las campanas de la primera iglesia se mantienen con el paso de los años, en la actualidad bajadas del campanario que está siendo reparado. /Foto Jorge Gutiérrez/La Opinión

 


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"La imagen en realidad fue traída de España"

Mediante la iglesia Metropolitana del Nuevo Reino de Granada, hicieron la solicitud del lienzo con la imagen de la Virgen y el Niño ante la corona española, para posterior veneración en el pequeño templo de Santa Ana, “primera iglesia de la población levantada en tapia y teja hacia 1738, dependiente de la parroquia de San José de Guasimal (Cúcuta) y circunscrita a la jurisdicción de Pamplona”, escribe el historiador.

Luego vino la institución del pequeño santuario en viceparroquia, en 1735, bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario; en parroquia el 11 de Febrero de 1773 y la designación del presbítero doctor Juan Ignacio Gutiérrez como su primer párroco, el 13 de enero de 1774. 

El crecimiento de la población, propiciado por el cultivo en gran escala del cacao, planteó a los fieles, con su párroco a la cabeza, la necesidad de construir otro más grande que albergara en su interior a todos los devotos que llegaran atraídos por el florecimiento de la región.

Teniendo en cuenta ese objetivo adquieren en 1777 el inmueble de doña María Encarnación Medrano por un valor de 800 pesos, quien lo había obtenido por donación del señor Manuel Lloret.

“En el nuevo templo aún si terminar, situado al sureste del anterior y construido con la imposición de cuotas fijas a las unidades familiares y productivas, así como a las cofradías existentes, se trasladó  tiempo después la preciosa estampa de la virgen al lado del altar mayor donde los 57 diputados de las provincias de la Nueva Granada y de la Capitanía General de Venezuela, pudieron apreciarla durante la misa del Espíritu Santo oficiada por el presbítero doctor Lorenzo Santander, el domingo 6 de Mayo de 1821, antes de la instalación en su sacristía de la primera sesión del Congreso Constituyente de Colombia presidido por el precursor Antonio Nariño”. 

Tras el terremoto de Cúcuta, el 18 de Mayo de 1875, superados los estragos de este cataclismo con la construcción de la nueva ciudad en el barrio Los Ejidos, el lienzo fue trasladado, conjuntamente con algunas esculturas de bulto y talla que se lograron rescatar entre las ruinas del templo, a una pequeña capilla donde se le resguardó y adornó posteriormente con rosario, corona, cetro, pectorales y pulseras de oro, por  cuenta del presbítero venezolano Manuel María Lizardo Peña.

“El sacerdote Marco Antonio Mora Mendoza, natural de Toledo, fue quien acometió en la ciudad nueva, después de la administración espiritual provisoria de cinco sacerdotes y en el mismo emplazamiento de la capilla provisional, la fabricación del templo que heredamos hasta hoy los rosarienses para alabanza de la hermosa matrona, iniciado en 1907 y prácticamente terminado en su parte estructural en 1926, año de su fallecimiento”, dijo para finalizar Gerardo García.  

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Nuestra Señora del Rosario, la virgen que irradia luz./Foto: La Opinión
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Eduardo Bautista
Eduardo Bautista
Jueves, 18 de Noviembre de 2021
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