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Conozca al nortesantandereano de 108 años de edad
“Comer y dormir bien, mi secreto para la vejez”, dice Carlos Rincón, un ser de luz, cariñoso y querido por todos.
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Rito Julio Patiño Echavarría
Jueves, 4 de Julio de 2019

El hundimiento del Titanic (1912), la I Guerra Mundial (1914), el primer Mundial de Fútbol (1930), la posesión de Hitler (1933), el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán (1948), la llegada del hombre a la luna (1969) y otros tantos hechos históricos que ocurrieron en el mundo durante el último siglo, Carlos Julio Rincón, de 108 años, puede decir con toda propiedad que los vivió.

Este hombre, nacido el 24 de diciembre de 1910 en Convención (Norte de Santander), es un digno representante de la población longeva en Colombia. Su afición por el baile, las fiestas familiares, al café y el whisky (aunque ya no toma), lo hacen sentir un hombre joven y al que seguramente aún le quedan muchos años más por vivir.

Rincón dedicó gran parte de su vida al trabajo en el campo con siembras y ganados; por medio de esta labor logró sacar adelante a sus hijos y comprar su casa, la misma en la que hoy vive radicado en Ocaña con uno de ellos y uno de sus nietos.

Este hombre tiene 13 hijos, 43 nietos, 45 bisnietos y 6 tataranietos.

Gran padre

Una enorme familia fue la que cultivó este hombre, pues tuvo 13 hijos, 43 nietos, 45 bisnietos y 6 tataranietos, que son su razón de ser y por los que daría la vida sin pensarlo dos veces.

“Lo más lindo de ser padre es que todos me quieren mucho y yo a ellos también por igual. Creo que eso es algo que nunca cambiará”, contó Rincón.

Indicó también que “criar no es nada fácil, y menos a tantos hijos, pero todo se hace a base de buenos consejos y no con ‘juete’ o golpes; nunca fui así y por eso hoy todos son grandes personas”.

Llegar a 108 años no es nada fácil y quién más que este convencionista para afirmarlo. Este es su secreto:

“Comer y dormir bien siempre va a ser fundamental. Además de eso no hay nada mejor que tener paz y tranquilidad mental, así como dar amor a todos lo que me conocen. No olvidar la paciencia y siempre estar feliz, haciendo bromas y vivir sin amarguras”, señaló Rincón.

Las bromas hacen parte de su vida diaria.

Leonor, su eterno amor

A su ‘leo’, como le decía a su esposa, la recuerda como aquel ser en el que siempre encontró su paz y apoyo. Leonor Lozano de Rincón, su polo a tierra; su vida giraba en torno a ella y a sus hijos, y aunque desde el 24 de julio de 2007 ya no se encuentra a su lado, cada día la recuerda como si aún lo estuviera acompañando en este mundo terrenal.

“Ella fue mi todo. La que siempre estuvo conmigo y me hizo ser el hombre que soy. Cada 24 de diciembre (su cumpleaños) la visito en el cementerio y hablo con ella, le cuento mis cosas y sé que ella me escucha”, cuenta Rincón con nostalgia.

Se conocieron en septiembre de 1957 y a los dos meses, en noviembre, se casaron, cuando ella tenía 20 años y él iba a cumplir 47 años. La diferencia de edad entre ambos era abismal, pero su amor por ella era tan grande que “la quería como una hija”.

Agregó que “para ella nunca hubo una mala palabra, siempre la respeté y la recuerdo como la gran mujer que siempre fue; por ella dejé el cigarrillo y la bebida, por ella soy quien soy y por la que puedo decir que he vivido tantos años”.

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