Ante los últimos acontecimientos de alteración del orden público, desabastecimientos de productos agrícolas, desplazamiento forzado y parálisis en el transporte en la región del Catatumbo, organizaciones sociales, civiles, institucionales y religiosas, lideran un cordón humanitario para llevar ayudas a los municipios más afectados.
Una delegación de trabajo, encabezada por la Diócesis de Ocaña, llegó hasta Hacarí para coordinar con la Defensoría del Pueblo y organismos internacionales y de derechos humanos la entrega de alimentos a la población confinadas en las distintas veredas.
Los sacerdotes de la Comisión Diocesana de Reconciliación y la Paz pidieron el respeto a la vida y verdaderos gestos de paz a los grupos armados ilegales que arremeten en estos territorios.
La comisión recalcó que los habitantes del Catatumbo quieren y merecen vivir en paz, necesitan seguir desarrollando sus actividades agrícolas y les urge que sus hijos retomen la jornada escolar.