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El Porvenir, la vereda de El Zulia que se está enterrando entre las minas
Allí se generan 348.950 toneladas de carbón térmico al año, por cuenta de las 109 empresas que hay.
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Jean Javier García
Sábado, 13 de Mayo de 2017

Siempre que Laura Antonieta Rincón Gómez (9 años) quiere ir a estudiar, debe tener cuidado de no tropezar con el agreste suelo empedrado que la conduce de su casa hasta la escuela. 

Laura cursa cuarto grado y ya está preparándose para iniciar el bachillerato, una etapa más en el camino que la conducirá a su sueño de convertirse en universitaria y luego en una profesional.

Sin embargo, para lograrlo deberá luchar contra la desventaja social de no ser privilegiada. 

La pequeña usa cuadernos sucios, zapatos viejos y un uniforme ajado, a pesar de que nació en El Zulia, un municipio de tercera categoría ubicado en la región oriental del departamento, el cual paradójicamente es rico en carbón.

El municipio, según el Ministerio de Minas y Energía, ocupa el tercer puesto en el departamento, donde más se produce el mineral. Allí se generan 348.950 toneladas de carbón térmico al año, por cuenta de las 109 empresas que hoy tienen títulos mineros activos en la zona. 

19 niños estudian en esta escuela ubicada en La Represa, lejos de las casas donde viven, en las montañas de El Porvenir.

En El Porvenir, una vereda donde viven unas 40 familias, hay dos mineras legales que llegaron hace más de 20 años y prácticamente esa se convirtió en su economía principal; pero lo sorprendente de su historia es que la riqueza del subsuelo no les ha servido a sus habitantes para mejorar su calidad de vida.  

Por el contrario, las condiciones de infraestructura son deficientes y no han presentado ninguna evolución con el paso del tiempo. 

Por ejemplo, en la vereda no hay vías terciarias por donde pase un carro 4X4, la energía no es permanente, no tienen agua potable y la única escuela local fue demolida hace seis años por falta de recursos, lo que hizo que los estudiantes se fueran a otras veredas vecinas. 

El Porvenir, un pedazo de cielo

El Porvenir está ubicado en el kilómetro 33, en la vía principal que conduce desde El Zulia a Tibú. Está enclavada en un sector rodeado por montañas verdes, donde está la reserva forestal El Mestizo, que a su vez es bañada por la quebrada La Mesetera, dando al lugar un aspecto de paraíso. 

Para los lugareños, esta es la tierra prometida y se convirtió en un pedacito de cielo hace más de 40 años, cuando vieron en estas pasturas y bosques un lugar fértil para el trabajo del campo. 

Pero con el paso de los años, ese anhelo de la comunidad parece irse derrumbando con el cambio del uso de suelo que propone la minería carbonífera.

El Estado ha encontrado en las fértiles y ricas tierras usadas para el pastoreo y la agricultura, un terreno hábil para depositar carbón térmico, coque y ejercer la minería subterránea.

En la actualidad, las familias de El Porvenir creen que están conminadas a luchar en contra de un sistema económico, político y social que los va a desaparecer como comunidad, porque la riqueza del subsuelo de El Porvenir es altamente codiciada, lo que está generando un desplazamiento. 

La contaminación

Pero el hecho de no ser privilegiada no es el único problema que aqueja a la pequeña Laura Antonieta, que viste ropas andrajosas y marcadas con el tizne que arroja la minería de carbón en su comunidad. La contaminación es otro factor.

En la casa de Laura, un rancho de tabla, de apariencia como de antaño, se confunde el olor a leña con el de la gallinaza y el de la tierra fértil con el del humo que sale de los hornos que queman a diario las industrias vecinas del coque y las arcillas. 

La niña, que habita la casa con sus padres, hermanos, primos y tíos, no aspira el aire fresco que se creería es el que deben respirar los porveniranos en toda su extensión, sino que, por el contrario, huele todo el día un aire de madera fósil hecha combustible que invade el ambiente. 

Es como un polvillo negro que flota en el aire y que se adhiere a las hojas de los árboles. Se compara con el tizne que se pega a las ollas de cocina de leña, dice Disney Rodelo Luna, abuelastro de la pequeña Laura. 

Este material particulado, que se pega al techo y a las paredes de los hogares, desde luego está siendo respirado por los campesinos de la zona y puede causar efectos adversos a la salud de la comunidad, asegura Hernando Pereira, delegado de la Junta de Acción Comunal de El Porvenir.

Pereira dice que esa misma sustancia negra es la que expelen las rocas de carbón coque que por accidente caen de los camiones que transitan por las empedradas vías. Ese hollín también cae como neblina sobre los nacientes, acidificando el agua que se consume en la vereda. 

Según el presidente de la JAC, Luis Enrique Bayona Collantes, “hay personas que trabajan en esos hornos y presentan problemas respiratorios”.

José de los Santos López, tío de Laura Antonieta, es minero y sabe que ese humo puede hacer daño a la salud de su familia, pero no reclama, porque él también hace parte de la cadena productiva de esa economía emergente en su comunidad.

Esta es la escuela que hace años fue de El Porvenir y ahora fue cercada por una empresa minera bajo el argumento de que los terrenos les pertenecen. 

López, aunque trabaja de sol a sol, no tiene un sueldo fijo, prestaciones sociales ni mucho menos vacaciones. Y aunque no tiene descanso se gana unos $350.000 semanales, plata con la que paga las necesidades de la familia, sin dar lugar a lujos.  

Una vereda camino a la extinción

Sumado a que se sienten relegados por la minería, desde comienzos de año esta vereda viene siendo motivo de atención por cuenta de un inusual reclamo, que se ha vuelto escándalo, contra el alcalde Elkin Caballero Ramírez, quien fue denunciado en la Fiscalía por un presunto fraude en la venta de 5.400 metros cuadrados de El Porvenir.

Según el presidente de la JAC, único denunciante, ese terreno fue donado por Luis Díaz Gallo en 1995 para la construcción de una escuela (50 metros cuadrados), una cancha de fútbol (50 metros cuadrados) y la casa de la JAC (20 metros cuadrados), pero Caballero, apoyado por los 13 concejales del municipio, ‘vendió’ el lote, dejando a su comunidad sin ver un solo proyecto que los una, apoyando el desplazamiento. 

De hecho, Bayona dijo que siente que la tierra no es ni siquiera de la gente sino de las empresas mineras que no dejan que se haga nada para las personas de allí, pues hace unos años cuando el invierno dejó damnificadas a las familias y estas ocuparon el terreno que fue donado, una minera aledaña, en muy poco tiempo, les consiguió un lote para que se fueran a una vereda vecina llamada El Mestizo.  

Bayona contó que la venta de este predio y el hecho de que se esté tramitando una actualización del POT (Plan de Ordenamiento Territorial) para cambiar el uso del suelo de la vereda, de agrosilvopastoril para volverlo de uso industrial, prácticamente acaba con los sueños de la comunidad y la conducirá al desplazamiento y al exterminio como población zuliana.

El lío en la Fiscalía

Desde que supo de la venta del terreno, Bayona ha enviado oficios al alcalde y al Concejo para que le expliquen qué se hará con el dinero de la venta, pero solo le dicen que se va a hacer reforestación, por eso denunció el caso en la Fiscalía.

“Siento que el alcalde nos tomó en burla, porque siempre nos contesta su secretario de Planeación, Edinson Leonardo Guerrero Garay, diciendo que no se ha vendido y que si se vende, pues que los terrenos son del municipio y no de la comunidad”, comentó. 

Tan cerca del desplazamiento se siente la gente de esta vereda, que por ahora no hay motivos para creer que se va a mejorar la escuela de La Represa, la más cercana a su comunidad, ubicada a unos 40 minutos a pie, donde hay pizarrón y pupitres, pero carece de tecnología; no tiene ni siquiera un computador.

Para Bayona, el hecho de que haya minería legal, con títulos autorizados por la Agencia Nacional Minera, es razón suficiente para que el gobierno pueda expulsarlos de su hogar, donde se asentaron hace cuatro décadas. 

¿Qué dicen otras autoridades?

Según el director general de Corponor, Gregorio Angarita Lamk, no se conocen estas quejas, pero aseguró que la autoridad ambiental sí ha cerrado varias minas ilegales en El Porvenir, en conjunto con la Policía; no obstante, estas vuelven a ser abiertas clandestinamente. También hacen visitas periódicas a las empresas con títulos. Aclaró que los operativos volverán a la zona. 

Para el concejal Eduardo Torres Remolina, es claro que El Porvenir está en camino a la extinción. No obstante, es de los que está de acuerdo con la venta del lote, “porque ese terreno no puede ser habitado dadas las condiciones de contaminación atmosférica que naturalmente expelen estas empresas y que afectan un radio hasta de un kilómetro a la redonda”. 

Otros concejales como María Cecilia Romero y Luz Marina Quintero, esta última reconocida por ser minera y por hacer parte de una cooperativa de mineros, no quisieron dialogar sobre la problemática con este diario. Incluso, aunque Quintero fue buscada en su casa y fue encontrada en el Concejo, se salió en plena sesión argumentando otras ocupaciones. 

Quien sí reconoció con tristeza la situación fue la concejala Erika Estefanía Sayago Eslava, quien con voz firme aseguró que “sí existe desplazamiento, como también ocurre en las veredas Cerro González, Cerro Guayabo y Cerro León (cerca de Tibú), donde la minería ilegal es manejada por los grupos al margen de la ley”.

Sayago, la cabildante más joven del municipio, aseguró que las nacientes en esos sectores se han secado por la minería y que la comunidad sufre la peor pobreza de todas por la sequía. Por eso piensa que la administración debe actuar pronto, porque no solo se está atropellando a la gente, sino las tradiciones culturas e historias que posiblemente quedarán enterradas en las minas que llegaron y las nuevas que se están asentando en El Zulia.

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