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A esta víctima, sus sueños sí le cambiaron la vida
Tuvo que huir de su casa después de tres años de haberla comprado, pues hombres armados la amenazaron.
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Lucy Araque
Lucy Araque
Sábado, 8 de Septiembre de 2018
Dicen que los sueños sí pueden hacerse realidad y no solo aquellos que se forjan a lo largo de la vida como un propósito, sino también esos que experimentamos en nuestra mente y que para la ciencia no son más que “parte de la imaginación sensomotora de un individuo durmiente”.
 
Eso lo sabe muy bien Blanca Nieves Pérez. Una mujer a la que a sus 49 años la vida le ha dado fuertes sacudones, que ha resistido con la convicción de que cada uno de ellos representa una lección y un aprendizaje.
 
Y es que fue justamente un sueño, que se repitió insistentemente durante algún tiempo, el que llevó a esta madre soltera de cinco hijos a recuperar su casa, esa que hace 22 años le arrebataron abruptamente por cuenta de la violencia y de la que tuvo que huir para salvar su vida y la de su familia.
 
Aunque a muchos les resulta inverosímil, ella dice que fue gracias a esas visiones, como las llama, que una nueva puerta se abrió en su vida para transformarla.
 
Madurar a la fuerza
 
Blanca Nieves  es una mujer que tuvo que crecer a la fuerza. Asumir serias responsabilidades muy temprano y dejar a un lado planes que alguna vez la ilusionaron.
 
A sus 17 años, un compañero de colegio abusó sexualmente de ella y la dejó embarazada.  Con un hijo a cuestas y en un estado de pobreza que acrecentaba sus necesidades, tuvo que salir a buscar trabajo para sobrevivir, junto a su madre, que desde siempre ha sido su soporte y compañía.
 
La corta edad y la falta de experiencia llevaron a la joven a que le cerraran las puertas en restaurantes, almacenes, supermercados y hasta en algunas casas, para hacer trabajo doméstico.
 
Su desespero y también la necesidad fueron la carnada perfecta de una mujer que se ofreció a ayudarla y la llevó a un reconocido bar de Cúcuta que cambió para siempre su vida.
 
Los $50.000 que le entregaron como antesala, se convirtieron en el pasaporte de un viaje que apenas unos años atrás logró finalizar: la prostitución.
 
Esta pasó a ser su única  opción. Y aunque Blanca asegura que el tránsito por este camino le dejó amargas experiencias, sinsabores, tristezas y mucho dolor, también le permitió enfrentar el mundo y llegar hasta donde está hoy.
 
Con los primeros pagos que recibió y en vista de las condiciones en las que estaba viviendo con su mamá, decidió comprar un lote para empezar a construir una casa propia y así ofrecerles un mejor espacio a sus hijos.
 
En el barrio Antonio Santos puso los cimientos de lo que creía, hasta entonces, sería su nueva vida. 
 
Sin embargo, la dicha le duró poco. Blanca Nieves asegura que apenas tres años después, a finales de los años 90, hombres armados y encapuchados se acercaron a su vivienda para advertirle que debía irse del lugar.
 
Ella era consciente de que en su barrio la violencia estaba a flor de piel por la presencia de grupos armados, pero se resistía a creer que la amenaza era real. Su condición de trabajadora sexual la había puesto en la mira de una de esas organizaciones, de la cual todavía desconoce su identidad.
 
Aunque intentó pasar por alto la advertencia, los victimarios solo le dejaron dos caminos: huir para vivir o quedarse y morir. Ella tuvo que aceptar la primera.
 
Sus sueños: un nuevo comienzo
 
Blanca Nieves Pérez dice que es una mujer de retos que se enfrenta a lo que sea, pues en su mente no está desfallecer.
 
Por eso, nuevamente sin nada, sin un techo donde refugiarse y ya con tres niños a su cargo, decidió aventurarse a viajar a Bogotá en busca de mejores oportunidades, pues en Cúcuta la vida ya le había dado varios golpes que quería dejar atrás.
 
Aunque inicialmente llegó a trabajar en bares y hacer lo único que hasta ese momento sabía, ejercer la prostitución, el deseo de cambiar, de buscar un rumbo distinto y de mostrarles una nueva vida a sus hijos la llevaron a estudiar para ser vigilante.
 
Ella asegura que a pesar de las circunstancias y de su difícil trasegar, siempre estuvo aferrada a Dios y convencida de que su vida en cualquier momento tendría que dar un giro.
 
Y fue así como apareció ese primer sueño que poco a poco la acercó a una nueva oportunidad. La mujer recuerda que una noche se vio manejando una tractomula nueva, imponente, que la conducía a Cúcuta.
 
Si bien es común que a diario las personas sueñen y experimenten una clase de sensaciones distintas mientras están descansando, ella quiso darle más importancia de lo normal a aquella imagen que recreó su mente.
 
Por eso, como en la historia bíblica de José, el intérprete de los sueños, la mujer acudió a su iglesia para que alguien le pudiera dar luces de lo que eso significaba.
 
Allí, sus guías le sugirieron que quizás era una bendición que le estaban mostrando y que se relacionaba con la ciudad de la que venía.
 
Dándole peso a las palabras que escuchó, decidió regresar a Cúcuta, pero aquí volvió a estrellarse con las dificultades. 
 
No obstante, como señal divina, asegura Blanca, en sus sueños volvió a aparecer la imagen de la tractomula, pero esta vez ya vieja y a media marcha.
 
Al preguntar nuevamente qué podía representar esto, los pastores de su iglesia le insistieron en que tal vez era una bendición, pero que se encontraba estancada.
 
Días después, la angustiada madre experimentó otro sueño, uno distinto, en el que se veía acudiendo a una oficina “de muchos documentos” y aunque en ese momento no relacionó todas esas imágenes con nada de lo que había pasado en su vida, más adelante empezó a sentir la necesidad de saber qué había ocurrido con su casa de Antonio Santos.
 
Fue así como, por curiosidad, un día cualquiera se acercó a averiguar por el estado de la vivienda, para saber en manos de quién había quedado. Para sorpresa suya, el bien seguía a su nombre.
 
Como aún conservaba los datos de sus escrituras, Blanca se presentó en una notaría y al exponer su caso, el funcionario a cargo de la entidad le recomendó acudir a la Unidad de Restitución de Tierras y dar la pelea por esa vivienda de la que un día fue despojada.
 
Sin imaginárselo, esta cadena de sueños se convirtieron para Blanca Nieves en un nuevo comienzo, pues tan solo dos años después, el 31 de julio de 2017, la justicia la reconoció como una víctima más de la violencia y aceptó devolverle lo que un día fue suyo.
 
Aunque ella no quiso regresar a Antonia Santos, por las huellas que esté lugar le dejó,  y porque la casa tenía además nuevos ocupantes, dentro del proceso de restitución ordenaron compensarla. Con el dinero que le dieron pudo adquirir una vivienda en otro barrio.
 
Adicionalmente, a Blanca le entregaron un equipo de peluquería para que iniciara su propio proyecto productivo. Como complemento ya ha hecho cursos de belleza en el Sena y en los próximos días espera abrir su negocio.
 
En medio de todo lo que ha ocurrido en su vida, la mujer no quiere que su historia pase en vano, pues asegura que es más lo que ha aprendido de ella y en ese sentido está buscando ayuda para emprender un proyecto enfocado hacia esas jóvenes que por necesidad han tenido que recurrir a la prostitución, con el fin de que encuentre otras oportunidades de salir adelante.
 
“Mis sueños, mi vida, tienen que servir para algo”, concluye.
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