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Familias estuvieron más unidas que nunca en Semana Santa

La celebración religiosa inició con el Domingo de Ramos, un evento que marca el fin de la Cuaresma.

Desde el cinco de abril se empezó a vivir la Semana Santa a nivel mundial, como una de las principales celebraciones de la Iglesia Católica. Esta vez, con una situación distinta, una pandemia que ha obligado a las poblaciones a guardarse en cuarentena para no ser contagiados por el coronavirus.

La celebración religiosa inició con el Domingo de Ramos, un evento que marca el fin de la Cuaresma y el inicio de la Semana Santa. La eucaristía de este día lleva dos momentos. El primero es la procesión de las palmas y la bendición de las mismas por parte del sacerdote. El segundo es la lectura de la palabra que evoca la Pasión del Señor.

En esta oportunidad el rito se vivió de una forma poco común. La pandemia llevó a la iglesia a tomar una nueva estrategia donde no se interrumpiera la cuarentena por el bienestar de los feligreses, pero que tampoco se sacrificara una de las celebraciones más importantes del año para el fortalecimiento espiritual.

Fue ahí donde se fusionó una fiesta tradicional con lo moderno que ofrece la tecnología. Facebook-Live, cadenas de WhatsApp, radio, televisión, fotos, audios y videos, fueron los principales canales de comunicación para llevar la palabra a cada hogar creyente. 

En la Parroquia San Antonio de Padua, en Cúcuta, las eucaristías se transmitieron por radio, televisión y redes sociales, donde los Sacerdotes junto a un par de ayudantes, organizaron el altar, el micrófono y la cámara para las transmisiones. Cada familia puso un ramo en la ventana de su casa, y a través de grupos de WhatsApp compartieron fotografías de los altares hechos en cada hogar. 

Sandra Quintero, coordinadora de comunidades eclesiales, confesó que, desde que recibió la noticia sobre el cierre de las iglesias fue fatal, ya que estaba acostumbrada a estar pendiente de las actividades del templo. “Fue muy triste”, confesó la creyente.

“Lo he vivido como si estuviera yendo al templo, y he aprendido que no siempre la comunión se debe recibir en situaciones de necesidad, sino anhelar a Jesucristo en nuestras vidas desde el espíritu”, dijo Quintero.

También reflexionó respecto al comercio de esta época: “Me hizo comprender que hemos convertido el templo en centros de comercio, como en aquel texto bíblico donde Jesús destruye todas las ventas. Esta Semana Santa todo fue diferente, nos hemos recogido en Cristo de forma más pura y no en lo material”.

Finalizó diciendo: “Espero que esta experiencia nos sirva para valorar la comunión cristiana no solo como eventos del año llamados Semana Santa o Navidad, sino como algo constante en nuestras vidas”.

Al principio se sentía la nostalgia al no vivir una Semana Santa como las demás, pero luego se empezó a percibir la unión familiar, puesto que las distracciones de las caminatas y los sitios abiertos no se podían comparar con la privacidad de cada familia, oyendo las transmisiones de las eucaristías y coros evangelísticos.

No solo las iglesias permanecieron vacías en esta Semana Santa, también los puntos de la ciudad donde las familias depositan su fe, así fue el caso del Cerro Jesús Nazareno localizado en Atalaya, que en años anteriores ha estado lleno de creyentes que caminan en pleno sol para manifestar su amor a Cristo. Este año estuvo solo. 

En el barrio Ospina Pérez, en la Parroquia La Natividad de Nuestra Pastora, el Padre hizo las misas solo desde el templo, a través de un megáfono con el que llevó la palabra hasta las casas que lo alcanzaran a oír.

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Lunes, 13 de Abril de 2020
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