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La gran transformación de la Divina Providencia

La casa ha cambiado, por la caridad y la determinación de la iglesia católica de servir, sin restricciones, a los venezolanos.  

De una olla comunitaria surgió lo inesperado: una casa de paso que la diócesis católica de Cúcuta llamó Divina Providencia, sin pensar que el nombre traería consigo justamente el amparo inesperado, sorpresas y bendiciones, para consolidar una gran infraestructura al servicio de los migrantes venezolanos.

Así lo relata el sacerdote José David Caña, encargado de la casa de paso, quien afirma que el lugar se convirtió en una zona de esperanza y multiplicación, con voluntad, esfuerzo y orden.

Bien dicen que ‘donde comen dos, comen tres’, y aunque en la casa la cifra supera el dicho, pues a la fecha se han entregado 594 mil 600 almuerzos, a nadie le ha faltado un plato de alimento desde el 5 de junio de 2017, cuando se inició la labor en un patio arrendado, a un kilómetro de San Antonio del Táchira, detrás de la parroquia San Pedro Apóstol, frente al antiguo colegio La Frontera, en el barrio La Parada (Villa del Rosario).

Desde entonces, el crecimiento es impactante, y el área del patio de la casa pasó a convertirse en un terreno de 1.300 metros cuadrados, con miras a una ampliación de 2 mil metros cuadrados, que corresponden con la meta de entregar tres mil almuerzos diarios.

En materia de alimentos, el aumento también es insuperable, pues la avalancha inicial superó las 700 raciones, y en poco tiempo llegaron a 1.500, 2.000, hasta alcanzar las 2.700, que es el actual promedio diario.

Pero las acciones no paran allí, pues según el sacerdote el objetivo de este año es sentar en tres rondas a tres mil comensales al día, para lo cual ya hay sillas, mesas, utensilios, un terreno amplio, 6 sanitarios y 4 duchas que construye Acnur, con una cocina más cualificada.

Así, habrá dispuestas mil sillas para que cada media hora, desde las 10:30 a.m. y hasta el mediodía, tres mil venezolanos reciban alimentos preparados, que son su principal necesidad; la que les salva la vida.

“Una vez una niña hizo una oración, y dijo: Señor, te doy gracias porque pensé que iba a morir”, relata el párroco. “Cuando le pregunté por qué decía eso, contó que llevaba cuatro días sin comer, viajando desde Caracas”.

Pese a ello, el alivio llegó cuando a ella y a su familia les dijeron que si llegaban a una casa de paso, en La Parada, tendrían comida; y así fue.

“La casa de paso le ha dado la vuelta al mundo y ya es un lugar de referencia”, dice Caña, quien cada vez que se refiere al lugar recuerda versos bíblicos, enseñanzas y relaciona la mística divina con la transformación de miles de vidas, en esta compleja frontera.

“La palabra de Dios nos invita a amar y servir a los hermanos, y de manera especial a los más necesitados”, afirma, y agrega que el papa Francisco “nos invita a vivir el evangelio atendiendo a los inmigrantes”, y así se cumple la misión.

“La Madre Teresa de Calcuta dice: del corazón ardiente de Jesús brotan lugares de fuego para vivir la misericordia, y esa es la casa de paso; un lugar donde tratamos de vivir el amor y la misericordia”, fundada “sin ningún cálculo humano, sin ningún presupuesto, sin ninguna promesa de ayuda del gobierno, de nadie; simplemente creyendo en la providencia de Dios, que atiende a su pueblo”.

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Servicios y ayudas 

Conforme creció la casa, también lo hicieron las ayudas.

En principio, además de los voluntarios, se sumaron gremios, organizaciones y empresarios que aportaban alimento y mano de obra para prepararlo.

Según el sacerdote, en su momento se bregó para obtener suficiente comida, pero, por esas cosas de la providencia divina, poco después de cumplir su primer año comenzaron a recibir aportes del Programa Mundial de Alimentos, y los antiguos donantes apoyan hoy los desayunos.

Los voluntarios suman 600 personas, algo más de 100 por día, que incluyen venezolanos encargados de cocinar y servir a los suyos a cambio de un plato de comida, y otro más para llevar, dado que la casa no da cena, pues su horario de atención es de 7 a.m. a 1 p.m.

Hoy en día participan de las actividades la Escuela Bíblica Católica Yeshu’a, el Apostolado de la Sangre de Jesucristo, la Hermandad de Nazarenos, la Casa de la Misericordia, Misioneros de Jesús, la Comunidad Católica del Amor, Servidores del Servidor, Lazos de Amor Mariano, Emaús, Legión de María, entre otros.

También se han integrado médicos, que acuden día de por medio, y psicólogas que escuchan los dramas.

“El que tiene el carisma y el don, lo pone al servicio de la casa”, como ha ocurrido con quienes instalaron la nueva puerta, o el parque para los niños.

Tal ha sido la ayuda, que hasta en Los Patios hay una caseta de paso para los caminantes venezolanos, donde reciben un kit para el camino.

Aunque hay quienes todavía dudan, como aquella periodista venezolana afín al régimen bolivariano que hace un par de semanas visitó el lugar y afirmó que allí solo llegaban colombianos.

Caña la veía incrédulo y aún no entiende por qué no aceptan la realidad, la migración, el hambre de esos niños que “devoran cada plato, sin preguntar cuál es el menú, sino simplemente saboreando cada comida”.

Aun así, esta casa espera seguir creciendo, hasta cuando sea posible y necesario, al servicio de aquellos que no tienen nada y reciben, con calidez y gran sazón, “el milagro de todos los días”.

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Sábado, 22 de Septiembre de 2018
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