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La riqueza en agua de los páramos Santurbán y Almorzadero

Un proyecto investigativo y expedicionario donde se ha fotografiado la belleza paisajística y se han capturado los sonidos de la naturaleza.

Los recorridos han sido agrestes, con empinadas montañas y la ventisca penetrando hasta los huesos. Y aunque han padecido hasta de hipotermia, en sus mentes permanecen tatuadas imágenes de ensueño.

Las largas caminatas amainadas por mulas en pequeños trayectos, han calado en la esencia de Don Quijote y de su ayudante.

Oriundos de Chinácota, Adolfo Pedraza y Gerson Valderrama viven para recorrer los páramos del departamento y encontrar a las doncellas, como llaman a imponentes lagunas -algunas de origen glacial- que se forman a más de 3.500 metros sobre el nivel de mar.

A veces, las doncellas se pierden entre la niebla y cuando el páramo premia la travesía de los caminantes, un sinfín de colores se apodera del entorno, permitiendo captar imágenes de los tesoros hídricos del departamento.

La sensibilidad de Don Quijote y su íntima relación con las maravillas de la naturaleza, encontraron eco en una Dulcinea de carne y hueso, traída a la realidad para elevar las travesías a otra esfera y gestar un importante proyecto que empieza a dar los anhelados frutos.

Ella, Sixta Barón, natural de Güicán (Boyacá), conoció a Pedraza por casualidad o por el destino, y en amenas tertulias afloró su pasión por la naturaleza. Don Quijote le enseñó a Dulcinea fotos de los páramos y nació la idea de liderar un proyecto para que la riqueza acuífera y paisajística sea conocida por los habitantes de los 40 municipios del departamento.

El dúo fue complementado por Valderrama, quien desde su natal Chinácota empezó a gestar la Fundación Zona Verde hace cuatro años (de la que también hace parte Javier Barajas) y a través de ella, el proyecto agarró vuelo.

Adolfo Pedraza y Sixta Barón, gestores del proyecto.

En enero de este año, aún sin terminar de predecir las cabañuelas, empezaron los recorridos por los páramos Almorzadero y Santurbán. El primer destino de los caminantes fue Chitagá y las lagunas El Salado, Comagüeta y El Tambor.

La ruta continuó en Cácota, Silos (Lagunas Verdes), Mutiscua, Arboledas y Cáchira.

“Siempre tratamos de recorrer zonas vírgenes, donde la intervención del hombre sea nula. Por eso digo que trabajo fotografía orgánica”, contó Pedraza.

Para él, que nació en una familia de músicos y desde los cinco años empezó a sentir cómo su corazón vibraba con las notas musicales, la fotografía apareció en el camino, primero como un pasatiempo para registrar sus correrías por el mundo, y luego tomó talleres con destacados reporteros gráficos como Andrés Hurtado.

Espejo floral en la laguna Surcura, en el municipio de Mutiscua.

Siete lagunas, en el municipio de Arboledas. Imagen captada a 4.000 metros de altura.

Producto de las travesías, surgió la exposición fotográfica: Tesoros hídricos de nuestros páramos, la cual puede ser apreciada hasta hoy en el centro comercial Unicentro.

Allí permanece una selección de 20 imágenes impresas en papel y dos en lienzo. De Cúcuta, la exposición empezará a itinerar por Pamplona, Ocaña, Bucaramanga, Bogotá y Medellín.

La exposición tiene el atractivo de estar acompañada por piezas musicales, sonidos del páramo captados por los caminantes en sus travesías, los cuales fueron convertidos en bellas melodías con los arreglos de Pedraza e interpretados por su sinfónica.

A la par, la puesta en escena es enriquecida por un montaje teatral y por un espectáculo dancístico.

A Don Quijote, a Dulcinea y a los valiosos ayudantes les interesa llegar al corazón de la humanidad por medio de sus expediciones, las cuales a mediano plazo se extenderán a otros páramos colombianos.

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Eduardo Rozo
Sábado, 22 de Septiembre de 2018
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