“La educación cuesta, pero cuesta más la ignorancia de un pueblo”, de eso está convencida Luz Aída Ramírez Ramírez, quien hace parte de un grupo de docentes del Catatumbo que está a punto de terminar una maestría en Educación en la Universidad Simón Bolívar de Cúcuta, y que para desplazarse hasta la capital del departamento a recibir sus clases ha tenido que sortear dificultades por la situación de crisis que se vive en esa región.
Durante los cuatro semestres de la maestría a los profesores les ha tocado viajar a Cúcuta dos veces al mes, y a dificultades como el largo trayecto que deben recorrer, de unas nueve horas en carretera, se sumó la problemática en la movilidad por cuenta de los enfrentamientos entre el Ejército Popular de Liberación (Epl) y el Ejercito de Liberación Nacional (Eln), así como el paro armado que agudizó la crisis en esta zona de Norte de Santander.
El momento cumbre de su formación, cuando cursan el último semestre y trabajan en su tesis, coincidió con la parte más compleja del conflicto, sin embargo, estos educadores tienen la certeza de que no hay barreras cuando se tienen las ganas y el compromiso de formar personas de bien y contribuir a la paz y la tranquilidad que todos anhelan.
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Magda Cecilia Pérez Arenas, Sinela del Rosario Bayona Quintero y Elías Ortega, profesores de El Tarra, y Luz Aida Ramírez, de San Calixto, coinciden en que hay muchas cosas por cambiar y que desde su rol pueden ayudar a disminuir ese dolor y llanto que les toco vivir a los niños del Catatumbo.
Ellos quieren darle una formación de calidad a sus alumnos para que tengan las herramientas que los lleven a tener un mejor futuro, por eso ni los enfrentamientos ni el anuncio de carros bomba en la vía pudo evitar que llegaran a sus clases.
Pérez Arenas cuenta que en uno de sus viajes, a las 5 de la tarde mientras estaban en la vía Ocaña, dieron la orden de no continuar con el recorrido y se vieron obligados a pasar la noche donde unos amigos, junto a 15 personas más.
“Logramos dormir unas horas y al otro día salimos temprano, oramos todo el camino y estábamos temerosos porque había una amenaza de bomba en la vía”, aseguró.
Ellos son el ejemplo
Como este episodio vivieron varios, sin embargo, no pensaron en desistir, porque sin tener ningún apoyo económico para cursar una maestría están a unos pasos de recibir su título y de convertirse en la prueba de que “no todo es malo en el Catatumbo” y de que hay personas que quieren prepararse y aportar a la construcción de paz.
Son el motivo de orgullo para sus familias y cada uno imparte clases a entre 40 y 50 estudiantes a los que quiere mostrar este buen ejemplo de superación y sacrificio.
“A cada uno de nuestros estudiantes les ayudamos a crear un proyecto de vida… Ese tejido social, lo tratamos de reconstruir y nos fortalece saber que los chicos esperan un mejor futuro”, precisó Bayona Quintero.
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Estos docentes dicen que no se rendirán ante la zozobra que viven los padres de familia, los vecinos y la comunidad educativa. “Por difíciles que sean las circunstancias no permitiremos que esas barreras y amenazas nos priven del sueño de prepararnos para que nuestra labor deje huellas. No queremos que nada nos corte las alas para volar más alto”, asegura Luz Aida.
Más docentes preparándose
En la Universidad Francisco de Paula Santander también se están formando unos 72 profesores del Catatumbo. Ellos cuentan con unos beneficios económicos para cursar la Maestría en Práctica Pedagógica y también deben sortear las mismas dificultades que sus compañeros para poder capacitarse.
