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Madres bibliotecarias educan leyendo la realidad nortesantandereana
En seis municipios estas mujeres ejecutan curiosas estrategias de promoción de lectura.
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Eduardo Rozo
Sábado, 19 de Mayo de 2018

La lectura y la escritura son actividades innatas al ser humano y aunque para muchos siguen siendo vistas como un castigo, cada vez más las nuevas generaciones se interesan por descifrar el lenguaje que hay en cada contexto.

En Norte de Santander, Francy, Nubia, Nancy, Omaira, Lilia y Matilde; son seis incansables promotoras de la lectura, madres en sus hogares y en las bibliotecas que dirigen.

Ellas, unidas por el trabajo que diariamente hacen con niños y jóvenes, jamás imaginaron que la lectura le daría sentido a su esencia. Nunca estudiaron para ser bibliotecarias, pero se convirtieron en expertas promotoras culturales en el día a día y con capacitaciones permanentes que han recibido de parte de la Red Departamental de Bibliotecas.

Este domingo, Día de la Madre en Norte de Santander, les damos a conocer las experiencias de vida de seis mujeres a quienes la lectura las atrapó en un sueño común: tender puentes para que los semejantes viajen en el tiempo ojeando libros.

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Francy Milena Rozo Ortega
Bibliotecaria de Cucutilla, 36 años

Nueve años al frente de la Biblioteca Pública Isabel Teresa Antolinez Albarracín le han significado a Francy el cariño de la comunidad. Para ella, salir de las cuatro paredes de la biblioteca y promocionar la lectura y la escritura en niños, jóvenes y adultos, se convirtió en un proyecto de vida.

Madre de dos hijos de 15 y 9 años, confesó que nunca pensó en trabajar con libros, los mismos que ahora se convirtieron en sus aliados para rescatar las tradiciones culturales de Cucutilla.

Uno de los programas más exitosos ejecutados por Francy, con reconocimiento de la Red Departamental de Bibliotecas, es el de alfabetización digital para amas de casa y elaboración de artesanías con fique.

Con la iniciativa se logró que las madres ocuparan el tiempo libre elaborando mochilas y tapetes, al tiempo que leían para conocer la historia del fique y la importancia de la materia prima en el municipio.

El resultado, la venta de los productos hechos por las madres y la sensibilidad que adoptaron las mujeres a la lectura y la escritura, como parte fundamental del crecimiento humano.

Francy, que antes de ser bibliotecaria fue comerciante independiente, ahora no concibe otra manera de encontrarse consigo misma sino a través de la lectura.

Nubia Estela Chinchilla Ortiz
Bibliotecaria de Ocaña, 43 años


En la vida se tiene tiempo para todo, es la frase que se repite a diario Nubia, quien combina las labores del hogar con los múltiples oficios que le demanda su labor como coordinadora de la Biblioteca Pública Chaid Neme de Ocaña.

Durante 14 años estuvo dedicada a sus dos hijos y hace cinco años asumió el reto de ser bibliotecaria. Actualmente cursa un estudio técnico en gestión documental y de archivo.

Los aliados de Nubia para echar a andar proyectos literarios han sido los integrantes del Grupo Amigos de la Biblioteca (GAB). El programa más exitoso ha sido el de Lectura en Voz Alta para Personas con Discapacidad, al que lograron vincular a una persona con visión baja, quien dicta los talleres de lectoescritura y sistema braille.

El intenso trabajo de cuatro años generando inclusión por medio de las letras, evolucionó a un festival de talentos, en el que los jóvenes dan a conocer sus capacidades para el canto, la danza, la música y la poesía, entre otras.

Las historias de las personas con quienes comparte Nubia a diario, la han hecho más sensible y le han permitido crecer en conocimientos. “Para mí la biblioteca no es solo un centro de libros, sino un espacio para compartir”.

Clelia Omaira Delgado Pabón
Bibliotecaria de Herrán, 52 años

La Biblioteca Pública de Herrán se creó en 1984 y para la época, Omaira no pensaba en estudiar. Sin embargo, la vida le dio un giro de 180 grados cuando el 2 de enero de 1988, asumió con nervios las riendas del centro literario, llamado a ser el eje cultural del municipio.

Ella, afirma que tiene más de 150 hijos, los menores que acuden a la biblioteca a consultar textos para tareas, pero también a compartir experiencias para la vida. 

Dos han sido las estrategias que ha utilizado para promocionar la lectura, con el reto de atender no solo a los habitantes de Herrán, sino también a los colombianos que en la bonanza del Bolívar se radicaron en Venezuela y han vivido de un lado a otro del río.

El primero es: Leer y Escribir en Territorios de Frontera y Paz, al que se ha vinculado no solo a niños en etapa escolar, sino a madres gestantes y lactantes. 

El segundo es: Maletines Rurales. La estrategia es ejecutada con madres campesinas que viven en zonas de difícil acceso, la mayoría en Venezuela, pero que no se desligan de sus raíces. Ellas solicitan los maletines y se les arman paquetes con textos de diferentes temas.

Lilia Alfonso
Bibliotecaria de Villa del Rosario, 45 años

Natural de Macaravita (Santander) y madre de dos hijos, dejó su oficio en una floristería para convertirse en el 2000 en la líder de la Biblioteca Pública Luis Gabriel Castro. 

Lilia ha centrado su trabajo en generar procesos de memoria histórica con mujeres que han sido víctimas de la guerra y residen en Villa del Rosario.

Una vez al mes se reúne con el grupo de mujeres y por medio de poesía y de coplas que les sacan lágrimas, expresan lo que vivieron y menguan el dolor que por años han tenido escondido. “Hemos trabajado talleres de perdón y de asimilación de los hechos”.

Unido a esa labor, Lilia ha logrado integrar a las familias alrededor de la lectura. Los niños participan en talleres y una de las actividades es leerle al hermano, a los padres o a los abuelos.

En los talleres también participan adultos y una madre logró recuperar a su hija que estaba presa en el hogar. La menor no hablaba con nadie y vivía pegada al computador.

La mamá se puso a leerle y entre párrafo y párrafo la niña fue cediendo, al punto de que volvieron a entablar una conversación y el vínculo se recuperó. El resultado les significó contar la experiencia en Medellín.

Matilde Helena Ortiz Bastos

Bibliotecaria de Villa Caro, 48 años

Tres años al frente de la Biblioteca Pública Lucio Pabón Núñez le han bastado a Matilde para consolidar el proyecto: Sabiduría botánica de mis abuelos, basado en la recuperación de los saberes tradicionales por medio de las plantas medicinales que abundan en Villa Caro.

Matilde contó que la idea surgió al ver una planta de llantén en un patio de cemento. “Es como si me hubiera dicho acá estoy, sé que le sirvo para mucho”.

Así, con los jóvenes y madres vinculadas a la biblioteca se hizo un inventario de las plantas medicinales que brotan en los ricos suelos locales. Investigaron la historia, sus propiedades y se generaron diálogos entre generaciones.

Producto de ese trabajo surgió una cartilla, la cual no se ha publicado. En ella se incluyen plantas como la sábila, la mejorana y el perejil.

El gran logro de Matilde es haber encontrado eco en la Biblioteca Nacional y en el Viceministerio de Cultura, donde exaltaron el proyecto y le dieron el visto bueno para ser replicado en otras partes del país.

Matilde, con una sonrisa que atrapa y una dulzura al hablar, se convirtió en una de las madres más queridas de Villa Caro, de sus dos hijos biológicos y de todos los que acuden a la biblioteca.

Blanca Nancy Peñaloza Peña
Bibliotecaria de Pamplonita, 45 años


Un rector reacio a permitir que la bibliotecaria del pueblo les dictara talleres a sus estudiantes, se convirtió en el mejor aliado de Blanca en la labor de promocionar la escritura.

Ella, madre cabeza de familia, asumió hace seis años las riendas de la Biblioteca Pública Pablo Emilio Suárez y su objetivo, poner a andar el programa Biblioteca escuela.

Tras convencer al rector del colegio Nuestra Señora del Pilar empezó a formar a los niños de segundo grado y cuando llegó la hora de evaluar resultados, el académico fue quien pidió ampliar el programa a otros grados.

Los niños habían creado cuentos con soltura, mejoraron el hábito lector y estaban más activos en las clases. Además, participaron en concursos en Pamplona, ganando los primeros lugares. Actualmente el colegio ha publicado varios periódicos escolares.

Otros de los programas apetecidos por Blanca son los de lectura a domicilio, saliendo del espacio físico de la biblioteca para llegar a sectores distantes.

En Pamplonita los jóvenes han formado clubes de lectura y al igual que en Herrán, ha funcionado la estrategia de Maletines Rurales, con la que han llegado al campo.

“Lo más gratificante es ver cómo los jóvenes le dan sentido a la lectura y han crecido para la vida; cuando eso sucede, nuestra labor ha valido la pena”.

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