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Padre e hija avistan aves y protegen el entorno en la región
Esta iniciativa comenzó con una tarea escolar de Evelin Rangel, quien recibió la ayuda de su papá Jesús Rangel.
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Jueves, 13 de Septiembre de 2018

A Evelin Rangel y su padre, Jesús Rangel, la vida les cambió con una tarea que le pusieron a ella en la Escuela Normal Superior María Auxiliadora, cuando estaba en séptimo grado, y debía investigar y hablar cada lunes de algún tema.

Un paseo por el parque Playa, con su mascota, en inmediaciones del río Pamplonita les dio la pauta para comenzar lo que hoy es su vocación: el avistamiento de aves.

“Vimos una ibis escarlata, y nos sorprendió bastante”, recuerda ella, mientras su padre afirma que esa ave rojiza les ‘prendió  el bombillo’ para indagar.

Debido a que ninguno de los dos tenía conocimiento de las aves, pues ella tenía solo 13 años, y él, tiene por profesión la tecnología electrónica, se dirigieron a Corponor, con el fin de buscar un biólogo, y alguna ayuda adicional para avanzar con la investigación.

Cuando llegaron allí, encontraron que los biólogos no estaban especializados en esta área y no pudieron dar razón del ave, dado que era migratoria, aunque los condujeron a un libro que incluso estaba en el plástico original y parecía no haber sido destapado.

Poco a poco, buscando en internet, encontraron la Red nacional de observadores de aves que, a su vez, los llevó a la red mundial, E-bird, y mientras Evelin avanzaba en el colegio, Jesús hacía su labor por redes. 

Hasta el momento, dice Evelin, “ha sido una experiencia súper gratificante y hemos identificado 260 especies en la región”, en sus recorridos por Cúcuta, Pamplona, Ragonvalia, Cácota, Arboledas y Pamplonita, aunque la meta es ampliar el radio de avistamiento a toda la región.

Agrega que “cambió mi vida como la de mi papá, porque siempre hemos sido ambientalistas pero nunca como con las aves”.

“Aprendimos del cuidado del ambiente, a valorar la diversidad que encontramos en nuestro departamento, porque lo vemos tan superficialmente que no imaginamos que es tan extenso”, dice, convencida de que ha logrado impulsar en su escuela el sentido de pertenencia por la región, en las charlas que dicta, con solo 15 años.

Para su padre, la experiencia resulta igual o más gratificante, al descubrir la riqueza de Norte de Santander, y particularmente de Cúcuta, que espera convertir en un destino para el avistamiento y  la preservación ambiental, pues “está todo por hacer”.

“Con mi hija, nos ha fortalecido mucho, además de la paternidad, la amistad, viajar varias horas, ir a los pueblos, y la conciencia ambiental en una niña de 15 años, es impresionante”, dice.

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