Los jóvenes nortesantanderanos marchan hasta Bogotá para exigir la liberación de su papá, exalcalde de Salazar secuestrado.
“Cansadísimos, hoy sí vamos cansadísimos”, dijo entre risas Ricardo Ayala, a un kilómetro del corregimiento de Berlín, en Santander.
A las 7 pm, él y sus compañeros estaban en el caserío, listos para dormir después de un largo camino entre La Laguna, en Silos, y este sector.
El día fue más largo que los dos anteriores.
Primero, recibieron un chequeo médico en la ambulancia de la alcaldía de Silos, durante el cual se encontró que el padre Óscar Ardila y José María Ayala estaban deshidratados y tuvieron que ser estabilizados con suero.
Luego, en límites con Santander, el gobernador encargado, Luis Fernando Niño, los acompañó para que prosiguieran su rumbo.
Luego, llegó la zona complicada, en el páramo de Berlín donde, según Ricardo, rindió menos y la persistente lluvia no fue de mucha ayuda.
Los campesinos del lugar salieron a animarlos, algunos se tomaron una foto con ellos, mientras que otros, no teniendo más, les ofrecieron un tinto para animarlos a seguir hasta Bogotá.
